Seguro que incluso entre el independentismo hay quien se ha dado cuenta de que la ilusión prometida sólo ha sido producto de los ilusionistas |
Es casi seguro que muchos independentistas
(cuya ideología es tan respetable como cualquier otra siempre que se ciña a la
ley) empiezan a ver las contradicciones. No es posible que todos ellos sigan
convencidos de que es el resto del mundo el que se equivoca, que todos mienten
o están engañados excepto sus líderes y ellos, que hay una conjura
interplanetaria en su contra. Así, es difícil creerse que no existan separatistas
que repasen lo ocurrido: les prometieron que tal día Cataluña sería independiente,
pero la declaración se auto-suspendió en menos que Usain Bolt corre los 100
lisos; unas semanas después anuncian una nueva y definitiva proclama
unilateral, pero no redactan una ley tajante e inequívoca, no señalan el día y
la hora en que se hará pública y entrará en vigor, no proceden a retirar los
símbolos del estado de todos los edificios oficiales, no salen al balcón del
ayuntamiento a celebrarlo con los enfervorizados seguidores…, en lugar de todo eso, que es el
procedimiento habitual en casos así, el president huye, deserta, abandona a su
suerte tanto a sus lugartenientes como a la tropa de correligionarios. Por
ello, parece imposible que todos los que se han entregado a la causa
catalanista acepten que el líder de la misma, ante la posibilidad de una
derrota, se ponga a salvo sin importarle la suerte de los que dejaba atrás. No
es creíble que entre todo el independentismo no haya quien repase, reflexione,
analice y empiece preguntarse si es de fiar un jefe que da la espalda al
problema mientras sus segundos lo afrontan de cara y pagan las consecuencias.
Sí,
entre las filas secesionistas tiene que darse la figura del que recapacita y revisa
cómo se han producido los hechos. Pero también están los que jamás se verán
tentados a plantearse ese tipo de cuestiones, que son los que tienen intereses
directos y personales, los integrados en la administración gracias a que son
‘creyentes’, y también los medios, organizaciones sociales, asociaciones
culturales y grupos de todo tipo que viven de la industria del separatismo catalanista;
en fin, que los puestos y los sueldos, las subvenciones, los patrocinios, las
ayudas que ha repartido esta industria tiene que contar con muchos miles de
beneficiarios, los cuales, lógicamente, no dejarán de defender la causa.
El
proceso de la fantasía secesionista tiene mucho del cuento de la lechera.
Mientras llevaban el cántaro, o sea, la república
catalana en la cabeza, iban imaginándose lo que conseguirían con ella,
ilusionándose con las maravillas que les prometían, fantaseando con el cuerno
de la abundancia que les esperaba y, en fin, convencidos de estar ya tocando
con los dedos la felicidad absoluta que la república
les traería… Pero tanta alucinación no les permitió ver la realidad, de modo
que, llegado el momento, el cántaro, o sea, la fantasía independentista, se
topó con los hechos. Un hecho es que ningún gobierno europeo les ha prestado el
mínimo apoyo, ni siquiera de un modo nominal, es más, la mayoría han afeado a
sus dirigentes su desprecio por las leyes y, en el mejor de los casos, ya ni
les hacen caso; es un hecho que no han contado con el reconocimiento
internacional, que era una de las bases que daban forma al cántaro lleno de
independencia; es un hecho que les han dicho en todos los idiomas que su
entrada automática en la Unión Europea no puede ser y además es imposible; es
un hecho que la idea separatista cuenta con el respaldo de menos de la mitad de
los catalanes, a pesar de lo cual, los directores de la misma afirman que
tienen el respaldo de una ‘abrumadora mayoría’; es un hecho el caso Banca
Catalana, el caso Liceu, el caso Campeón, el caso Itv, los casos Pujol, el caso
3%, el caso Casinos…, en todos los cuales están directamente implicados la
mayoría de los caudillos nacionalistas; es un hecho que miles de empresas se
han ido y que otros factores económicos de Cataluña se han visto perjudicados
por la amenaza independentista…
En
resumen, es un hecho, es una evidencia que el cántaro se ha roto y, sin embargo,
gran parte de la población catalana sigue creyendo en la alucinación, sigue
viviendo en el convencimiento de que el cuento tendrá el final deseado a pesar
de que el contenido del cántaro se ha derramado por el suelo y no será posible
venderlo. En fin, aunque con total seguridad hay independentistas que se hacen
preguntas e incluso vislumbran que la deseada fantasía sólo era eso, cuesta
creer que aun haya tantos que no comprendan (o no quieran comprender) que la
ilusión que les han vendido no era más que ilusionismo.
CARLOS
DEL RIEGO
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