Los Pekenikes, con el recientemente fallecido Tony Luz (izquierda), en una típica foto promocional de los sesenta. |
Es un tanto injusto que sólo se vuelva la vista a sus años dorados cuando la muerte o la desgracia se abate sobre un artista, cosa que suele suceder cuando el que acaba de pasar es un músico; de hecho, cuando falleció el líder de Los Pekenikes, el gran Alfonso Sainz, también se recuperaron algunas de sus extraordinarias composiciones…, aunque solamente por parte de quienes estaban allí en aquellos inolvidables años o quienes algo después conocieron a tan extraordinario y tan injustamente olvidado grupo.
Quienes
nacieron para el rock & roll en los últimos años sesenta recordarán lo
extraordinariamente difícil que era en aquella España escuchar música de esos
géneros. Los Beatles apenas eran algo más que un nombre, pues sus clamorosos
éxitos mundiales no se escuchaban casi nunca, salvo los suertudos que tenían un
tío que viajaba; además, muy pocos tenían tocadiscos, muchos menos los que
tenían para comprar discos y muchísimos menos los que compraban’ ese ruido’.
Por otro lado, las canciones de los ingleses sonaban más a través de las
adaptaciones que hacían los más avanzados grupos españoles del momento que en
su versión original.
El
caso es que había programas musicales en televisión (en la única que existía)
los sábados por la noche, y de vez en cuando, muy de vez en cuando, aparecían
grupos como Los Pekenikes. Para muchos españolitos que acababan de dejar la
niñez y que empezaban a tener interés por la música, lo que se escuchaba en la
radio, en esos programas sabatinos o en las fiestas no encajaba con sus gustos
e inquietudes; así la copla más o menos aflamencada, los géneros como el bolero
y otros de origen hispanoamericano, la zarzuela o el pasodoble…, que eran lo
más popular, no sólo no llamaba la atención a gran parte de la chavalada, sino
que todo eso les parecía de otro tiempo, sobre todo al empezar a conocer las
nuevas ideas que, en el terreno de la música joven, acababan de aparecer y se
empezaban a extender. Por eso, cuando en alguno de aquellos folclóricos y
pintorescos programas ‘de variedades’ que emitían los sábados aparecía un grupo
de pop o rock, algunos adolescentes inquietos
abrían sus ojo y orejas como si estuvieran ante la nueva maravilla…
Así,
imposible olvidar cuando en la pantalla en blanco y negro, e imagen algo difusa,
aparecían grupos como Los Pekenikes (no hace falta enumerar la lista de
fantásticas bandas contemporáneas), con esa elegancia y cristalino sonido, con
era pureza de líneas instrumentales y unas deliciosas melodías que atrapaban
sin remedio. Fueron no pocos los españolitos que al verlos sintieron algo así
como una revelación: esa era la música que les gustaba, eso era lo que querían
escuchar, eso era lo que encendía su pasión, y no los pasodobles toreros, las
folclóricas o los cantantes melódico-románticos. Ahí comenzó todo para gran
parte de los que entonces estaban en su primerísima juventud y que, hoy, viven
el rock & roll y, de vez en cuando, recuerdan con nostalgia aquellos
intensísimos sentimientos que los invadieron cuando vieron y escucharon por vez
primera a Los Pekenikes. Y a los otros.
Tony
Luz no tuvo tanta relevancia en esa banda como Alfonso Sainz o su hermano
Lucas, pero bien merece la pena recordar a todos aquellos primeros héroes del
rock español; y no es por melancolía patriótica ni nada parecido, sino por su
valía artística, por atreverse con ese nuevo espíritu musical y por el impulso
que dieron en España a la cultura del rock; así, uno puede escuchar hoy excelencias
como ‘Hilo de seda’, ‘Embustero y bailarín’ o ‘Cerca de las estrellas’ (por no
extenderse mucho) y afirmar, sin el menor temor a equivocarse, que se trata de
grandes canciones, originales y con personalidad, y ejecutadas de modo impoluto
y con gusto; en fin, son piezas que han resistido el paso del tiempo sin perder
brillo, al revés, la perspectiva permite apreciar mejor su enorme mérito.
Aquellas
bandas que abrieron las puertas del pop y el rock a una España grisácea merecen
no sólo reconocimiento, sino toneladas de agradecimiento. Gracias a Los
Pekenikes y a los otros (no es cuestión de mencionarlos a todos, quien más
quien menos tendrá una o dos docenas en la cabeza), gracias a gente como Tony
Luz y Alfonso Sainz y tantísimos otros pioneros cargados de talento. Gracias a
ellos, millones de españoles descubrieron que ‘el cielo en la Tierra se llama
rock & roll’.
CARLOS
DEL RIEGO
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