Johnny Rotten, el que fuera deslenguado solista de Sex Pistols, se ofrece para participar en el acomodaticio festival de Eurovisión. Vivir para ver. |
Uno
de los privilegios que tienen las estrellas del rock es que se permiten decir y
hacer grandes estupideces y aun así no perder seguidores. Algunos que ya no
tienen el peso informativo que tuvieron parecen obsesionados por mantenerse en portadas
y titulares como si aun fueran los dueños de las listas; pero sus buenos
tiempos han pasado y ya no pueden presentar méritos artísticos, así que se
dedican a lanzar opiniones incendiarias o insultantes contra todo lo que les
parece. De este modo también se hacen notar cuando publican disco. Y, por otro
lado, también están los que, apartados de la ‘titularidad’, de vez en cuando encuentran
el modo de ‘reaparecer’, aunque sea del modo más chusco.
Entre
los que no pierden ocasión de demostrar su frustración y permanente insatisfacción
consigo mismo y con el resto del género humano está Morrisey, propietario de un
ego desmesurado y un pensamiento sectario. Es conocido que odia a muerte todo
aquello que no le gusta y a todos los que no comparten sus opiniones. Entre
estos últimos están quienes no son tan animalistas como él, por lo que de vez
en cuando embiste como morlaco ante una muleta. Hace unos años corneó a Canadá
y su gobierno por permitir la caza de focas…, y le contestaron en su propio
lenguaje llamándole ‘gilipollas, ignorante y populista’, y le explicaron que sin
la caza la población de focas se dispararía (ya hay superpoblación), además de
que esa reguladísima industria da trabajo a miles de familias. La última de
este dudoso y engreído cantante (al que corresponden no pocos méritos
artísticos… en otro tiempo) es la defensa que ha hecho de algunos de los
abusadores, acosadores y violadores de Hollywood; concretamente dijo que “si un
chaval de 14 años se queda sólo en una habitación con Kevin Spacey es que sabe
qué va a pasar”, y no contento con tamaña barbaridad, añadió que las denuncias
contra el productor Harvey Weinstein proceden “de actrices a las que no les ha
ido bien en sus carreras” y que “si hoy fueran estrellas no dirían nada”. Como
puede deducirse, el muy imbécil culpa a las víctimas y disculpa a los agresores.
No es extraño que algunos de sus colegas le hayan dicho de todo en las redes
sociales. En todo caso, seguro que no pasa mucho antes de que el ex Smiths vuelva
a proclamar su inmensa necedad.
Roger
Waters, en otro tiempo genial autor de algunos de los mejores títulos de la
historia del rock al frente de Pink Floyd, es otro personaje dado al exceso
verbal y la hipocresía más flagrante. Millonario que vive como tal (su
deslumbrante mansión en el lugar más caro de USA lo demuestra), gusta de
presentarse como un anticapitalista combativo y de rancia verborrea. Una de sus
últimas salidas de tono ha sido despreciar e insultar a algunos de sus colegas
que han actuado recientemente en Israel, como Radiohead o Nick Cave, quien
después de participar en el complot antiisraelí durante años desafió las
presiones de Waters y la agrupación BDS (Boicot, Desinversión, Sanciones). Lo
curioso es que el ex Pink Floyd ha sido boicoteado por una importante cadena de
televisiones y radios de Alemania; al parecer, iban a retransmitir sus
conciertos el año próximo en dicho país, pero han cancelado el compromiso
acusándole de antisemita y de proferir “graves acusaciones contra los judíos”.
Sea como sea, parece tonto pretender castigar a todo un país a causa de las
acciones de su gobierno; es como si el músico británico, enconado y rabioso detractor
de Trump, anunciara su renuncia a actuar en Usa mientras ese fuera su
presidente…, cosa que ni se le pasa por la cabeza. Con esta actitud Roger Waters deja otra vez constancia de su
pensamiento dogmático y sectario, pues insulta y menosprecia a los colegas que
tienen opiniones contrarias, es decir, exige libertad de expresión para
levantar la voz contra Israel pero censura y no soporta que sus compañeros de
profesión tengan otras opiniones.
A
lado de cuestiones tan ‘profundas y trascendentes’ como esas, lo de Johnnny
Rotten es cosa de mofa, befa y cuchufleta. Resulta que el que fuera solista de
Sex Pistols se ha ofrecido a sí mismo pare representar a Irlanda en el festival
de Eurovisión. Vivir para ver. ¿Quién hubiera sospechado que todo un icono de
la música más soez, ordinaria, antisistema y combativa se presentara voluntario
para tomar parte en el concurso más tradicionalista, conformista y
mercantilista? En su día gritó contra la reina y el régimen británico, animó a
la anarquía y se dijo el ‘anticristo’, y ahora está deseando codearse con los
cantantes más remilgados y los shows más ordinarios en un entorno vulgar,
grosero y, a la vez, políticamente correcto: “Sería un honor para mí”, dijo.
Aunque, pensándolo bien, la cosa tendría su gracia.
Las
escandalosas meteduras de pata de los dos primeros y el vergonzante
ofrecimiento del tercero confluyen en una cosa: el ridículo. Resulta difícil
imaginar al verdadero gran artista cayendo en el esperpento de un modo tan
basto, tan zafio. David Bowie, por ejemplo, que hizo mucho más por los demás
que aquellos dos y jamás se arrastró como el otro, nunca hubiera caído en tan
grandilocuentes necedades. Como tampoco el recién fallecido rockero francés
Johnny Halliday, bebedor pendenciero, mujeriego infatigable y amigo del exceso.
CARLOS
DEL RIEGO
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