domingo, 13 de noviembre de 2016

UNA DE COHEN Y OTRAS CANCIONES CON UN POR QUÉ. Cruel está siendo 2016 con el gremio del rock. El último en pasar ha sido Leonard Cohen, cuyas canciones siempre tenían un por qué, un motivo concreto; al igual que él, otros también han reaccionado con música ante hechos y sucesos.


El recién fallecido Leonard Cohen fue un especialista en canciones con motivo,
con por qué..
Sí, además del canadiense de voz hipnótica y entonación lánguida, han dejado este mundo otras eminencias de esta cofradía rockera, como Bowie, Prince, Keith Emerson, Glen Frey, Paul Kantner, George Martin…, todos con larguísima trayectoria vital y artística. El de Montreal es el último de la funesta lista.

Pensando en sus maneras y posibilidades canoras, Leonard Cohen escribió sobre temas eternos, pero también sobre asuntos mundanos, sobre sucesos determinados. El caso es que esta propensión a reaccionar con canciones ante incidentes o acontecimientos es bastante común en la mencionada congregación; cierto es que toda composición musical tiene un por qué, pero no son tantas las que tienen argumentos extraídos directamente de la realidad.

Como todo adepto a esta causa sabe, Leonard Cohen escribía bajo la influencia de grandes poetas, entre ellos Federico García Lorca. Su ‘Take this waltz’ procede del ‘Pequeño vals vienés’, un poema no demasiado conocido del autor granadino; a veces repite versos, ‘este vals, este vals, este vals’, y otras los interpreta más libremente, aunque siempre fiel al sentido original. El asunto es que también se relaciona esta pieza con una anécdota que protagonizó Lorca en Nueva York: al parecer conoció al poeta estadounidense Hart Crane, también homosexual, pero ni uno hablaba inglés ni el otro español, así que necesitaron un amigo común que iba traduciendo; los tres fueron a un bar de ambiente frecuentado por marineros, pero el traductor (que no era gay) terminó por aburrirse y se fue, así que los dos poetas se lo montaron cada uno por su cuenta; al volver el amigo intérprete se encontró con que Crane tenía a su alrededor a la mitad de los parroquianos, que escuchaban sus chistes verdes, mientras que el resto de la concurrencia rodeaba a García Lorca, que cantaba coplas y flamenco al piano… Cohen conocía la historia y quiso escribir sobre ella, aunque terminó por adaptar la lorquiana poesía. Sea como sea, la música que aporta el recién fallecido, a ritmo de vals, posee esa gracia que convierte una tonada anodina en una melodía brillante; innecesario es recordar su inconfundible inflexión vocal o su refinada y nítida dicción. Al igual que una parte significativa de su producción, este tema alude, desde varias direcciones, a su admiración por el escritor español; no extraña que bautizara a su hija como Lorca.

Si se piensa tranquilamente no será difícil recordar algunos otros títulos emblemáticos de la historia del rock que han surgido como reacción a algún suceso determinado. Uno de los más célebres es el ‘Hurricane’, en el que Bob Dylan narraba (de modo extenso) la historia del boxeador Rubin ‘Huracán’ Carter (quien, por otro lado, no era un angelito, sino que tenía una larga lista de antecedentes). Este peso medio alcanzó notoriedad a mediados de los sesenta, llegando a disputar un campeonato del mundo; en el 66 fue acusado, juzgado y condenado por un triple asesinato en un juicio presidido por el racismo; en el 75 el tema de Dylan devolvió el caso a la actualidad, y en el 85 Carter fue puesto definitivamente en libertad al presentarse pruebas irrefutables de las muchas irregularidades del primer juicio. El Nobel de Literatura contaba, con su habitualmente airado verbo, el proceso, las evidencias de racismo, los implicados, los detalles del caso… La canción cuenta con un estribillo pegadizo que deja respirar y afloja la tensión tras las largas estrofas, recurso frecuente en las obras del autor estadounidense; un omnipresente violín se deja escuchar tanto en papel solista como acompañante de la melodía. Se trata de una letra brillante que, complementada por una atractiva partitura, notifica y recuerda una injusticia. Es curioso, esta canción no hubiera existido sin aquel inmoral atropello.

Algo parecido ocurre con ‘Here´s to you’, que aparece como homenaje a dos anarquistas que fueron condenados y ejecutados en un juicio tan lejano a la justicia como el anterior; Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti estuvieron involucrados en actividades revolucionarias violentas (bombas), siendo acusados de atentado, robo y asesinato en 1920 en Usa; cuando fueron arrestados llevaban armas como las utilizadas en el crimen. El caso es que, a pesar de todo, no fueron las pruebas sino la xenofobia, los prejuicios y su militancia anarquista los que condenaron a los inmigrantes italianos, que fueron electrocutados en el 27. Décadas después, en 1971, se rodó una película sobre el caso, la cual contó con música del gran Ennio Morricone; Joan Báez escribió unos versos sobre una parte de esa partitura y así surge ‘Here´s to you’. El tema se escucha como un himno, como un grito reivindicativo: “Va por vosotros, Niccola y Bart, quedáis para siempre en nuestros corazones, el momento final es vuestro, la agonía es vuestro triunfo”. La melodía es irresistible, tanto que esos cuatro versos se repiten invariablemente unas cuantas veces y, sin embargo, la canción no sólo no cansa sino que invita a continuar canturreando una vez que termina.   

El ‘Rock the Casbah’ de The Clash también responde a un hecho concreto: el ayatollah Jomeini prohibió la música rock, así que el grupo (sobre todo Topper Headon y Joe Strummer) confeccionaron esta sátira para burlarse de una ley tan ridícula. Esta pieza ha sido malinterpretada en más de una ocasión, pues contiene frases que pueden utilizarse en un sentido o su contrario; sin embargo, no cabe la menor duda de que el autor del texto (Strummer) tenía intención burlesca y antibelicista. En todo caso es un ska divertido y saltarín, una canción atractiva y sugerente, perfectamente identificativa de The Clash.  


CARLOS DEL RIEGO

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