Al igual que las hienas, los cobardes sólo actúan cuando tienen una aplastante superioridad numérica.. |
La noticia de la agresión sufrida por dos
guardiaciviles y sus esposas en un pueblo vasco parece sacada de un periódico
de hace treinta años; entonces apenas habría ocupado espacio en página,
relegada por las masacres con bomba o los tiros en la nuca que tanto gustaban a
los nazis etarras y su entorno. Algo han cambiado las cosas, sin embargo los
que viven del odio y del prejuicio, los que respiran totalitarismo, los que
creyéndose su verdad de modo fanático, siguen siendo muchos en Vascongadas, y
si no tiran de pistola o de goma dos es porque ya no pueden, no porque no
quieran.
Como no podía esperarse de otro modo tras el
anuncio de la agresión, los correligionarios y simpatizantes de los matones,
así como políticos de ciertos partidos, se han apresurado a proclamar que todo
es un montaje policial, y que la cosa fue al revés, que fueron los números de
la Guardia Civil los que insultaron, provocaron y amenazaron. De entrada se puede
argumentar que afirmar desde la distancia y sin conocimiento preciso de los
hechos que todo es un montaje, y además sin aportar ningún indicio, es tomar una
postura obcecada y grosera. En muchos pueblos vascos la presencia de la mafia
fascista sigue intimidando y condicionando el día a día; por eso, resulta muy
difícil de creer que una pareja de la Benemérita, de paisano y acompañados por
sus respectivas parejas, inicie la trifulca y se ponga a increpar a unos
cuantos individuos dispuestos a todo; cuesta admitir que éstos fueran unos
pacíficos ciudadanos y que en su defensa salieran dos o tres docenas de cívicos
testigos de los hechos; hay que beber mucha agua para tragarse la especie de
que las dos parejas se plantaron frente a los treinta o cuarenta …, sobre todo
en el ambiente tenso, tóxico, violento, que se sigue respirando en Alsasua y muchas
otras poblaciones de las tres provincias vascuences.
Así, con los antecedentes de asesinatos, palizas,
amenazas, insultos y acoso que han tenido y tienen que sufrir en este pueblo
los que discrepan de la idea que impone la gestapo (o kagebé, o guardia roja)
etarra, con los omnipresentes y amenazadores mensajes que la propaganda terrorista
tiene distribuidos por toda la localidad para que nadie olvide que cualquiera
puede convertirse en diana, es fácil entender el miedo que atenaza a la mayoría
de la población, asustada ante la posibilidad de ser señalada por estas
juventudes hitlerianas con ikurriña. Y por eso, bajan la cabeza y callan.
La banda (mafia) asesina está casi acabada, casi,
pero aun tiene fuerza para causar daños graves. De todos modos los pistoleros
de antaño y los facinerosos de hoy están inspirados por el mismo sentimiento:
la cobardía; hasta hace unos años, dos o tres matones se acercaban a traición a
una persona y la cosían a tiros, mientras que hoy, al no llevar pipa, lo que
hacen es reunirse en manada; es la estrategia de las hienas: una o dos jamás se
atreverán con algo que les haga frente, así que llaman y esperan a ser treinta
o cuarenta, y cuando la superioridad es aplastante, entonces les vuelve la
valentía y atacan en masa. Los polis, según testigos presenciales y anónimos,
fueron reconocidos, increpados, amenazados e insultados por seis u ocho iracundos
y vociferantes individuos que, al no sentirse con superioridad suficiente, no
pasaron de los gritos, pero al llegar refuerzos ya se sintieron completamente
seguros para pasar a las manos y pies.
Esos modos son calcados a los que se usaban en las
calles de las ciudades alemanas en la segunda mitad de los cuarenta del siglo
pasado; los nazis en jauría se lanzaban a la búsqueda de judíos, comunistas,
homosexuales y, en fin, de todo aquel que no fuera afecto al régimen o mostrara
dudas.
Hoy mismo (19-X-16) las juventudes hitlerianas de
partidos evidentemente totalitarios, fanatizadas e incapaces de entender en qué
consiste la democracia, han mostrado su rechazo total a la libertad de
expresión al impedir que se diera una charla en una universidad. ¿Alguien se
imagina qué ocurriría en caso de que alguien les pagara con la misma moneda,
reventándoles reuniones, charlas o asambleas?
Este modo de pensar (¿) tiene la misma base que el
de los que esperan a ser cuarenta para atreverse con dos. Y ello es el
convencimiento de tener el monopolio de la verdad, de manera que, igual que
todo fascista, aquellos se creen con licencia para pasar por encima de la ley y
de cualquier regla democrática, lo que inevitablemente conduce a la violencia.
Así se vio en los años de la Transición Española, aunque entonces quienes
apaleaban a contrarios ideológicos e impedían cualquiera de sus actos eran los
de ultraderecha. Por ello, los que así actúan son idénticos aunque lo que
defiendan sea antagónico.
CARLOS DEL RIEGO
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