The Who, en medio de contundentes guitarrazos, avisaba de lo tonto que es cambiar una tiranía por otra.. |
Aunque resulte difícil de creer, los
tontos están tomando enormes cuotas de poder. Y es que en los últimos tiempos
se han visto muchos bobos ocupando altos cargos políticos; y como quiera que
los que se dedican a la labor política son un reflejo de la sociedad, puede
deducirse que hay muchos, muchos lerdos…, o al menos se hacen notar más que
antes, debido a que la tecnología les ha facilitado su presencia en los foros. En
muchos casos ni siquiera puede decirse que sean malas personas, sino sólo tipos
simplones y cortos de entendederas que no tienen mala intención, como ha podido
comprobarse en España durante el presente siglo; sin embargo hay otras
ocasiones en que el memo es, además, lo que se dice mala gente, y un ejemplo
evidente de esta modalidad de estupidez lo encarna el candidato republicano a
la presidencia de EEUU, Donald Trump, el rufián del moda en 2016, un auténtico
tontorrón con ideas disparatadamente perversas. Sí, tiene que haber de todo, lo
malo es que esta especie parece cada vez más abundante, de manera que se hace
buena la frase latina ‘stultorum infinitus est numerus’, o sea, el número de
tontos es infinito.
Por su parte, la figura del zopenco no
ha dejado de ser glosada en casi ninguna de las habitaciones de la casa del
rock. Así, hay infinidad de canciones que tienen al modorro como protagonista,
siendo la mayor parte de las veces un tonto por amor, aunque también se ha
hablado de las numerosas modalidades en que se especializa cada tontaina. Entre
los primeros títulos en que se piensa cuando se trata de tontos (‘fools’) está
esa maravilla melódica de The Beatles, ‘The fool on the hill’; escrita por
Paul, está inspirada en el desengaño que les supuso (excepto a George) la
experiencia con aquel yogui indio; sin embargo, presenta a un supuesto tonto
que ve más que los demás aunque tenga una “sonrisa ridícula”, de modo que “él
sabe que los tontos son ellos”. De todos modos, la partitura tiene tan poderoso
atractivo que deja a los versos en casi (casi) una excusa.
El ‘Ship of fools’ de The Doors es
mucho más enigmático, ya que ese barco (‘ship’) puede referirse a las drogas, y
los tontos son los que suben a bordo (no era la primera vez que usaban la
metáfora del barco para hablar de drogas); pero también puede ser la nave
Tierra que, cargada de gente, se dirige inexorablemente hacia el olvido. En cualquier
caso, todo parece indicar que Jim Morrison estaba en plena subida o en plena
resaca cuando la escribió. La canción es hija de su tiempo, con sutiles tintes
sicodélicos en los cambios, cortes y arreglos, y con una voz solista profunda y
sugerente.
Más explícita es ‘Won´t get fooled
again’, de los británicos The Who. Con un evidente trasfondo político, Pete
Towsend se inspiró en la novela ‘Rebelión en la granja’ de Georges Orwell para
explicar que hay que ser un tonto para derrocar una tiranía y aceptar otra por
el simple hecho de que prometió cambio…, así que proclaman ‘No nos dejemos
engañar vez’. En medio de esos impactantes guitarrazos que tan bien dibujan la silueta
y el estilo de Pete Townshend, Daltrey canta con desbordante energía “nos
liberaron de un redil, y el mundo se ve igual, la historia no ha cambiado”, luego
continúa con expresiones tajantes: “nada en la calle me parece diferente (…)
los partidarios de la izquierda ahora son partidarios de la derecha”, y termina
con un esclarecedor “Conoce al nuevo jefe, es igual que el viejo”. Está clara
la intención.
El indestructible Alice Cooper publicó
a principios de los noventa del XX otra de sus potentes canciones con mensajes
no menos contundentes, ‘Hey stoopid’ (sic). En ella avisa sobre los peligros de
la droga: “El rock & roll no es esto, acaba con este viaje de ida (…) Te
pinchas la aguja en el brazo, muerdes el polvo”, e inmediatamente grita: “Hey
estúpido, qué estás haciendo”. Pero no se conforma con advertir acerca de ese
peligro, sino que también previene contra el suicidio, que “nunca es una buena
opción”.
El atípico ‘Fool in the rain’ de Led
Zeppelin habla de un tontito despistado, obnubilado por sus sentimientos
amorosos (cosa que, por otra parte, es muy habitual). Resulta que el enamorado
piensa en ella mientras espera y espera, en la esquina, bajo la lluvia, mirando
continuamente el reloj, pensando, dudando, desesperándose…, hasta que cae en la
cuenta de que se ha equivocado de calle. ¡Menudo lechuguino! La pieza contiene
sorprendentes arreglos de percusión.
Sí, existen múltiples variedades de
bobos, y cada uno de ellos se ha especializado en una o varias modalidades. Y
claro, el rock & roll también se ha detenido a describir al tonto y dibujar
su estulticia.
CARLOS DEL RIEGO
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