Los terroristas islámicos siguen anclados en la Edad Media y, por tanto, no entienden las ideas y valores que rigen la sociedad contemporánea. |
Cada atentado perpetrado por islamistas fanáticos
supera en terror y perversión al anterior: con bombas, con un camión, con
fusiles, pistolas, cuchillos…, en un concierto, en una cafetería, en medio de
una multitud… El más reciente (VII-16) ha sido cortar el cuello a un cura de 86
años en una iglesia, con otras personas como testigos y con grabación en vídeo;
no es que estos miserables sin cerebro no hubieran masacrado anteriormente a
cristianos en templos (en Nigeria, por ejemplo) o a musulmanes en mezquitas, pero
lo sucedido en Normandía ha demostrado a los más escépticos que no hay nada ni
nadie que les merezca la más mínima consideración.
Las autoridades francesas que han elevado su voz
para abominar de tales barbaridades han señalado algo que parece absolutamente
inadecuado, algo que suena poco menos que a sumisión y aceptación de la
agresión: varios políticos han dicho que “Francia tiene que acostumbrarse a
vivir con el terror”… Incomprensible. ¿Acaso Francia se acostumbró a vivir bajo
la dominación nazi?, no, la Francia que se negó a agachar la cabeza ante la
cruz gamada la combatió con todo y no cesó hasta que la Wehrmacht desapareció
de suelo francés (por cierto, luego, cuando llegó el momento de l’épuration, la depuración, los
colaboradores pagaron carísimo su connivencia con el invasor). ¿Acaso alguien
diría a una mujer que sufre violencia machista que debe acostumbrarse a ello?,
¿y el escolar que padece acoso tiene que acostumbrarse? En fin, declarar tal
cosa viene a ser, más o menos, como pedir a la ciudadanía que se adapte al
terror, a las bombas, a ver la sangre de sus familiares y amigos tintando el
suelo. Tal vez esos políticos superados por la situación deseen que llegue un
día en que el ciudadano lea en el periódico: “Cien muertos tras el último atentado
islamista”, y piense “bueno, otro más”, pase la página y, sin más, exclame “¡vaya,
el PSG perdió con el Olympique de Marsella!” ¿Es esto lo que desean ciertos
gobernantes franceses? Porque si es así ya han ganado los pervertidos.
Por otro lado también sorprenden algunos de los
discursos de políticos de todo el mundo, los cuales exigen a los terroristas
derechos humanos, respeto, igualdad, libertad… sin darse cuenta de que esas
palabras no tienen el menor significado para esta jauría que vive en la Edad
Media. Es decir, no son capaces de comprender ideas como democracia, tolerancia
o aceptación de los otros; es como si alguien se embarca en la máquina del
tiempo y aterriza en el año 800 hablando a aquellas gentes de igualdad, justicia
social o libertad de pensamiento…, nadie entendería nada. El problema es que,
al igual que las gentes a las que tocó vivir en el Medievo, una parte
significativa de musulmanes no ha sido capaz de asimilar esos conceptos que la
cultura occidental ha aceptado y entendido como los mejores para lograr una
convivencia pacífica y próspera; y si los mahometanos más moderados no acaban
de entender lo de igualdad y respeto, ¿cómo lo van a asumir los fanáticos que
siguen viviendo en el año 800?
Ese no es su lenguaje, no lo entienden, y por mucho
que se trate de explicárselo no serán capaces de asimilar dicha ideología, ya
que no han pasado por la Ilustración o la Declaración de Derechos, con lo que
no están preparados, no tienen la base necesaria para hacer suyas esas ideas
que, en mayor o menor medida, sí ha adoptado la cultura occidental.
Así, para hacerse entender por esos especímenes
acéfalos hay que hablarles en un idioma que comprendan. Si en la Alta Edad
Media eran omnipresentes en toda conversación Dios y el cielo, el demonio y el
infierno, el pecado y la santidad, habría que probar a dirigirse a esta gentuza
de mentalidad atrasada con terminología similar. De esta manera, los imanes y
autoridades religiosas musulmanas contrarias al terrorismo proclamarían: “¿Quién
da la vida?, Alá, por tanto, ¿quién puede quitar la vida?, sólo Alá, así que
quien quite vidas estará procediendo contra Alá y, sin duda, acabará en el
infierno, no en el paraíso; si Él quisiera masacrar fieles o infieles, no
necesita de la mano del hombre”. Este discurso, que en el mundo occidental está
en total desuso desde hace siglos, sigue siendo válido entre esos que se niegan
a superar la mentalidad típica de la Edad Media.
En resumen, lo de ‘acostumbrarse’ al terror será
entendido por los fanáticos como aceptación sumisa de culpa y castigo, mientras
que lo de igualdad, respeto, derechos y democracia será, simplemente, como
hablar de Internet a Almanzor o a Godofredo de Bouillón, el de la Primera
Cruzada.
Aunque, pensándolo bien, es evidente que estos desalmados
han perdido todo contacto con la razón.
CARLOS DEL RIEGO
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