Si un autor, ponente o historiador se presenta de esta guisa, es fácil deducir que su labor y conclusiones no van a ser objetivas ni rigurosas |
Un pueblo de Cataluña, Montblanc, ha organizado un
congreso cuya conclusión es que grandes protagonistas de la Historia como
Colón, Teresa de Ávila, Hernán Cortés, Cervantes e incluso Leonardo da Vinci eran
catalanes (es curioso que se sepa el lugar exacto al que llegar antes incluso de
iniciarse una investigación, es decir, puede afirmarse sin temor al error que
esa investigación está viciada desde su origen, puesto que sus conclusiones ya
están escritas); más aún, sostienen que existe algo así como una confabulación
internacional liderada por España para arrebatar a Cataluña su identidad
histórica, y que por eso se ha ocultado la verdadera procedencia de aquellos
grandes personajes. Se trata de una muestra más del intento de engaño y
manipulación con que el gobierno de aquella comunidad autónoma, con la
complicidad de distintas instituciones (gubernamentales o no), pretende embaucar
a los catalanes; muchos de éstos ya se han tragado las mentiras y tergiversaciones
en que se apoyan los secesionistas, aunque por fortuna también son muchos los
que piensan por sí mismos y, por tanto, no permiten que sea el president y los
‘consellers los que piensen por ellos.
Pero el más claro ejemplo de embuste que ha calado
en gran parte de la población de la esquina noreste de España se refiere a los
organismos internacionales y sus leyes. Así, la Generalitat ha convencido a
muchos de que, tras una declaración unilateral e ilegal de independencia, todos
los organismos e instituciones del planeta acogerían a la nueva nación con
alegría y los brazos abiertos, o lo que es lo mismo, que todas las
organizaciones que regulan las relaciones internacionales van a saltarse sus propias
leyes cuando estas afecten a Cataluña. Un ejemplo: para entrar en la Unión
Europea es imprescindible el sí de todos sus integrantes, de manera que basta
el veto de uno de ellos para que el pretendiente sea rechazado; como es lógico,
España votaría en contra, Francia también (pues hay alucionaciones
secesionistas en Bretaña, Córcega, región vasco-francesa o la quimérica
Occitania), Italia (con el nacionalismo padano), Bélgica…, con lo que el
ingreso de una Cataluña independiente en la UE se toparía con una negativa tras
otra. Otro ejemplo: para jugar las ligas deportivas españolas es condición
imprescindible que el lugar donde está radicado el club pertenezca a España (la
excepción es Andorra, que al ser un territorio tan minúsculo y de población tan
escasa se permite que sus equipos, dos o tres, jueguen en España, igual que
ocurre con Mónaco y Francia), de modo que iría contra la ley tal situación.
Pues bien, hay presidents, consellers y governs que
han conseguido persuadir a muchos catalanes de que, llegado el momento, la
Unión Europea hará la vista gorda y aceptará el ingreso de un territorio
desgajado por su cuenta y sin atender a la legalidad; e igualmente se han
convencido a sí mismos de que las instituciones deportivas españolas echarán
pelillos a la mar, olvidarán los insultos, mentiras y pitadas catalanistas y
aceptarán incluir equipos de ‘otro país’ en sus calendarios en contra de su
reglamento. Y es que, en su delirio romántico-ilusorio, llegan a creer y han
hecho creer que Cataluña es tan importante que todo el mundo se pasará las
leyes por el forro para someterse a sus deseos. En fin, existen catalanes
seguros de que sus deseos son órdenes para los demás.
Lo más contradictorio del asunto es que, a la vez
que piensan que el mundo mundial se ha conjurado contra Cataluña (intentando
silenciar que Cervantes es catalán), están seguros de que todos los conjurados
pasarán por encima de sus propias leyes para beneficio de Cataluña. Sorprende
que gobernantes y población secesionistas asuman sin problemas argumentos tan
enfrentados sin siquiera plantearse la cuestión.
En la misma línea tergiversadora y distorsionadora
de la realidad, los segregacionistas hablan de ‘los derechos de Cataluña’, sin
darse cuenta de que son las personas, no los territorios, quienes tienen
derechos. Y en la misma línea está el ‘derecho a decidir’ que se adjudican a sí
mismos, ya que no pocos catalanes están erróneamente convencidos de que
Cataluña es suya exclusivamente, cuando lo cierto es que pertenece tanto a
ellos como a andaluces, gallegos, riojanos…, del mismo modo que Andalucía,
Galicia o La Rioja también pertenecen a los catalanes; por ello, aquel ‘derecho
a decidir’ corresponde a todos los españoles, catalanes incluidos.
De todos modos, las mentes que han sucumbido a la
manipulación son inmunes al razonamiento, impermeables a la realidad.
CARLOS DEL RIEGO
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