Si se presta atención se escuchará dos veces la voz de Jim Morrison en 'Raiders on the storm' |
Un ejemplo paradigmático se encuentra en la parte
vocal de la eterna ‘Raiders n the storm’ de The Doors. Todo buen aficionado
tendrá en mente la voz de Jim Morrison deslizándose por la tormenta que se
escucha en segundo plano. Sin embargo, serán menos quienes se hayan dado cuenta
de que, paralela a la principal, se aprecia una segunda voz que susurra
exactamente lo mismo que la primera; prestando mucha atención se aprecia
perfectamente este cuchicheo, este pequeño efecto en el que, sorprendentemente,
algunos incondicionales del grupo californiano no habían reparado.
El seminal grupo británico Led Zeppelin (acusado con
razón de haber plagiado, a veces con descaro, algunos de sus momentos
memorables) ofrece también alguna muestra de estos disimulados tintineos. Así,
en su poderosa ‘Black dog’ se produce un diálogo, una alternancia entre la voz
desnuda de Robert Plant y el resto de la banda en tropel; entre una y otra hay
una milésima de segundo en la que sólo se escucha el eco de la última sílaba
del verso, seguido inmediatamente por un sutilísimo, etéreo y casi inaudible
choque de baquetas con el que (probablemente) Bonham daba entrada a los demás
instrumentos; el caso es que, una vez que se sabe de ese ligero repique, la
pieza se escucha de un modo ligeramente diferente, pues eso tan escaso parece entonces
mucho mayor. También llama la atención esa especie de eco previo que se atisba en
su ‘Whole lotta love’ cuando, al quedarse solo Plant, grita “Way down inside…,
woman…, you need…, love”; al parecer a alguno se le ocurrió meter en un
evidente segundo plano esa reverberación anterior.
También puede recordarse, aunque no hay fan de David
Bowie que no lo haya descubierto por sí mismo, la cuenta atrás que acompaña a
los primeros versos de su ‘Space oddity’ y que termina con el clásico ‘Lift
off’ (despegue) con el que los controles de tierra saludan la partida de un
cohete espacial.
Y aunque en
este caso no haya ninguna sutileza sónica, parece oportuno acordarse de la
ausencia total de letra en la canción de Janis Joplin ‘Buried alive in the
blues’, puesto que, como es sabido, la malograda cantante murió un par de días
antes de que le tocara pasar por el estudio a registrar su voz; de hecho, era
lo único que faltaba para terminar el disco, de modo que todos decidieron
incluir en el mismo la música que debería haber sido el soporte para la voz
desgarrada de Janis, algo así como un recuerdo permanente de la ausente (o sea,
aquí sí hay mensaje). Lo mejor es que la pieza se vuelve una especie de rythm
& blues con mucho carácter, aunque también da pie a imaginar y tratar de
adivinar cómo hubiera coronado Janis esta pieza.
Seguramente todo fiel seguidor del rock que haya
alcanzado edad suficiente podría acordarse de detalles similares, más o menos
disimulados, en muchas otras canciones. Como en la indescifrable ‘Revolution 9’
de The Beatles, atestada de ecos, efectos, voces, gritos y materiales sonoros
de todo pelaje. Y en muchos discos de vinilo, si se deja que sigan girando una
vez terminada la última pieza de la cara, se puede uno encontrar con cantidad
de sorpresas.
CARLOS DEL RIEGO
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