Estas dos bandas de ‘serie B’, tienen un sinfín de
elementos comunes, tanto en su puesta en escena como en los ambientes que crean
sus canciones, a pesar de lo cual, es imposible confundirlos; de hecho, se
trata de grupos peculiares, singulares, tremendamente originales y, sin duda,
con mucho rock en su propuesta.
Mr. y Mrs Fiend, un matrimonio bien avenido, en casa y en escena |
The Cramps son unos diez años ‘más viejos’ que los
Alien y tienen sobre éstos una poderosa influencia. Curiosamente, el núcleo de
los dos grupos es una pareja, un chico-chica indisoluble: Lux y Poison fueron
matrimonio hasta la muerte del primero en 2009, mientras que Mr. & Mrs.
Fiend son inseparables desde hace más de tres décadas. ‘Calambres’ y
‘Alienígenas’ militan en una honrosa segunda división del rock, aunque marcados
con el valiosísimo sello de los auténticos; de los que transitan por la
retorcida senda del r & r sin contacto con las grandes compañías,
atendiendo lo imprescindible al negocio, a las multinacionales (fueron tentados
pero dijeron no) y dedicándose sólo a la parte artística; con esta actitud
perdieron fama, ventas, pero ganaron una total libertad creativa y nunca se
vieron sujetos a obligaciones, contratos e imposiciones. El éxito
multitudinario siempre se les negó, pero poseen ese prestigio, esa reputación
que proporciona el haberse negado siempre a pasar por el aro, algo que tarde o
temprano exige la gran empresa.
Otro denominador común que exhiben con orgullo los dos
grupos es su pasión por las viejas películas de terror y ciencia ficción de los
años cincuenta, las conocidas como ‘serie B’ estadounidenses, de las que
extraen gran parte de su estética y puesta en escena; por eso disfrutan
moviéndose entre ambientes irónicamente terroríficos, entre el horror divertido
y la parodia con cementerio y lápidas, con formas monstruosas que sonríen, y con
clásicos del cine de terror en blanco y negro. Así, no sólo no producen
canguelo, sino que se ve toda esa parafernalia con gesto guasón, incluso con
sentimiento de complicidad, como cuando se está ante algo cercano y entrañable.
Humor negro, grueso, irónico con todo, hasta con ellos mismos.
Pero es que, además, los cantantes de las dos
formaciones son (Lux Interior fue) artistas de la cabeza a los pies, con
inquietudes más allá de la música, sobre todo en lo que se refiere a las artes
plásticas. Y por si fuera poco, esos dos histriones componen y crean a la
primera impresión, es decir, convierten en música lo primero que se les ocurre,
sin arreglar en exceso, sin modificaciones ni mejoras, sin permitir que nada
altere la intención original, nada de eso, lo único que les valía era la
sensación inicial.
Sus canciones, sus discos, ritmos y melodías, así
como las atmósferas que sugieren sus composiciones son precisamente lo que más
separa una banda de otra. Así, The Cramps son básicamente rockabilly con tintes
psicóticos y un sonido tremendamente esquemático; por ello, se puede afirmar
que ellos inventan eso del ‘psicobilly’ y, dado que también incorporan
elementos punk de primerísima mano, es evidente que también abren la puerta del
‘punkabilly’ (sin ellos el revival remozado de muchos ‘gatos’ hubiera sido
imposible). El ambientillo gris oscuro de los clásicos hombres-lobo y
frankensteins, brujas y vampiros impera en sus canciones, pero sin perder jamás
el tinte jocoso, el tono de mofa y sarcasmo. El sonido es pura simplificación:
la batería apenas se sale de los cuatro porrazos en caja y plato, la guitarra
suena a esbozo y huye de florituras, mientras la voz, cortante, dibuja unas
notas cargadas de ingenua amenaza o pensamiento tragicómico…, y no hay más,
puesto que en no pocos de sus discos (los primeros) ni siquiera necesitan bajo.
Increíblemente, con tan poca cosa The Cramps logran algo originalísimo, nuevo y
primitivo a la vez. En el escenario los ojos del espectador siempre iban hacia
la figura larguirucha y desgarbada, provocadora y desafiante de un excesivo Lux
Interior, y a la vez a la excitante Poison Ivy, su esposa, siempre con
taconazos, faldita escueta, gran guitarra…, y siempre con gesto de estar
pensando: “no te pases un pelo o te pateo el culo, je je”.
Alien Sex Fiend también gusta de decoración a base de
gusanos y murciélagos, calaveras deformadas y lápidas derruidas, caretos
corrompidos y ojos purulentos…, a pesar de lo cual nunca desaparece el aspecto
chusco ni la sensación de que van a quitarse las máscaras y echarse a reír; sí,
estos alienígenas pervertidos resulta muy divertidos, inquietantemente
divertidos. Su sonido (sin bajista) es también muy especial, con guitarras
cuyas cuerdas no se están quitas jamás y teclados indefinidos, fundidos al
todo; tiene algo glam, algo hard, algo gótico, algo rock y mucho punk. El
resultado es denso, hipnótico, atractivamente tenebroso. En España, en realidad
en Valencia, tuvieron un tremendo tirón que, seguro, les dio presencia en los
ambientes más atrevidos de toda Europa; todo se originó en las enormes
discotecas de aquella zona (Barraca, Chocolate), donde ya en 1983 sonaban de
modo impío obligando al personal a bailar frenéticamente, compulsivamente, como
si al detenerse fueran a morir. En vivo solían aparecer enredados en una
especie de gruesa y elástica telaraña que unía músicos, micrófonos, instrumentos,
monitores…, en medio de una luz negra y fluorescente; y luego estaba Mr. Fiend
con sus ojos desorbitados, cara encalada, sonrisa socarrona y turbadora y
movimientos exagerados, pusilánimes, dementes, y finalmente, carcajeantes.
Lux y Mr. Fiend, en fin, están entre Bela Lugosi y
Eduardo Manostijeras, Frankenstein y Laurel y Hardy. Y sorprendentemente, ambos
poseen un pálido aire de romanticismo clásico.
CARLOS DEL RIEGO
Tremendos ambos,Abrazos Charly.
ResponderEliminarSí, ¡cuántos recuerdos, cuántos conciertos, cuántos amigos! Yo no puedo escuchar a los Alien sin acordarme de vosotros, ni a los Cramps sin recordar... Son de los grupos más evocadores y con más personalidad. Un fuerte abrazo Toñín
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