El estilo bolivariano que algunos quieren instaurar aquí |
Sin embargo, la realidad señala de modo
inconfundible que la opción recién llegada no sólo no es la solución, sino que
es en sí misma un problema, tanto por lo que muestra como por la conducta de
sus nombres más significados. ‘Problemos’.
Esta nueva formación, a pesar de que aún (febrero
2015) ni siquiera ha debutado en el terreno electoral (sin contar el Parlamento
Europeo que, como está comprobado, aquí no importa demasiado al personal), ya
muestra todos los tics y recursos característicos de los gobiernos tendentes al
totalitarismo. Así, presenta ese discurso populista y demagógico, esa plática
inconcreta y dispersa (de hecho aun no han formulado una sola idea o propuesta),
esa táctica tan típica del que, en el mejor de los casos, cree que con sólo ‘buenas’
intenciones todo se soluciona (eso sí, sólo son buenas si son suyas). Luego
llega la obstinada señora Realidad y se impone; es decir, en el mitin se
vociferan promesas cuasi revolucionarias en todos los ámbitos (social,
económico, fiscal…), pero llegado el caso, hasta el más exaltado comprueba la
imposibilidad de mantener proposiciones enfrentadas a lo posible. Asimismo,
cuando se presenta cualquier contratiempo o acusación, el líder populista echa
la culpa a otros: “vienen contra nosotros”, proclaman cuando uno de sus líderes
es denunciado. Y cuando los problemas se vuelven abrumadoramente evidentes
(como sucede ahora en Venezuela), no dudan en usar el mismo discurso: “la culpa
la tienen el imperio (USA) y el capitalismo” o el Banco Central Europeo, la
Troika, la banca, una mano negra o una confabulación internacional (o
intergaláctica).
Pero hay más detalles que dejan ver de qué van estos
‘Problemos’. Por ejemplo, no se cortan en justificar los asesinatos etarras,
evidenciando empatía con los terroristas y, por tanto, antipatía hacia las víctimas,
pero a la vez, abominan de idénticos crímenes si el pretexto político para
cometerlos es de signo contrario. Asimismo, no les tiembla la mano a la hora de
purgar a todo aquel miembro del partido que ose discrepar del líder y su
camarilla.
Y, por supuesto, está el asuntillo ese de que varios
de sus dirigentes estén implicados en casos dudosos con la pasta de por medio. Así,
está el tronco que cobraba una beca de una universidad sin aparecer por allí, y
la novia del patrón, que siendo concejal no sabía que estaba asignando
trabajitos a la empresa de su hermano. Pero lo mejor (de momento) es el otro
jerarca de ‘Problemos’, que recibe un pastón por un informe por el que a un
premio Nobel le hubieran pagado la décima parte, una cantidad que es el triple
de lo que se lleva el expresidente Clinton por una conferencia; además,
incumple con obligaciones tales como comunicar el negocio a la Uni para la que
trabaja (¿) o entregar a ésta lo que estipula el contrato; se inventa una
sociedad para eludir al fisco y no hay forma de entregarle la correspondiente
citación… En fin, aplauden a los jueces que encausan a “la casta corrupta”, pero si ellos se ven en el mismo fango que la
susodicha, vuelven al “nos quieren amedrentar porque nos tienen miedo, la casta
nos agrede porque no quiere que lleguemos al gobierno y solucionemos las
necesidades y problemas de los ciudadanos”. Además, no sería de extrañar que al
tirar de los hilos se llegue a más ovillos ¡Y eso que todavía no han tocado el
poder, y eso que aun no han tenido dineros públicos a su alcance!
Al margen pero como dato colateral se puede subrayar
la deserción de muchos de IU que atisban más futuro en el nuevo partido; y es
que no falla: en cuanto ven una vía de agua, las ratas abandonan el barco.
Afirman los especialistas que la aparición de
partidos populistas es la respuesta lógica ante el desencanto y desconfianza que
provocan los partidos tradicionales; una reacción tan lógica como la de tener
ganas de dar un puñetazo a quien te mienta la madre. Sin embargo, aunque puedan
ser impulsos naturales, no quiere ello decir que llevarlos a cabo sea lo más
razonable y provechoso.
De todos modos, si es cierto que varios ‘Problemos’
asesoraron a Venezuela, los hechos parecen demostrar que sus consejos no han
sido muy eficaces… O sea, que si por algún insospechado giro del destino los
mencionados alcanzaran el poder, traerán a España el estilo bolivariano, en
cuyo caso este país ya conocerá lo que le espera.
Un detalle final: en su reciente manifestación no se
vio una sola bandera española ni, por supuesto, sonó el himno; es curioso pero
este debe ser el único país del mundo donde un partido con aspiraciones no
exhibe esos símbolos, pues hasta sus amigos y correligionarios venezolanos van
con su bandera a todas partes.
CARLOS DEL RIEGO
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