Cuando en sus primeros conciertos en España The Clash daban los primeros acordes de 'Spanish bombs', surgía verdadera magia |
Aun así, siempre ha habido nombres históricos del
género que se han atrevido a soltarse y cantar alguno que otro de sus éxitos en
idiomas ajenos, a veces con agradables consecuencias, otras convirtiendo la
letra en incomprensible y algunas más produciendo sonrojo al oyente hispanoparlante;
por ejemplo, quienes tengan cierta edad recordarán el dulce acento de Matt
Monroe o de Nat King Cole cuando atacaban en español, pero también se puede uno
horrorizar al escuchar a Bon Jovi o incluso Michael Jackson destrozando sus
propias composiciones al tratar de darles forma en español. Sting, Scorpions y
otros muchos también tradujeron sus éxitos. Elvis lo hizo con bastante más
encanto y gracia que todos ellos. Menos mérito tienen artistas como Carlos Santana
o Joan Báez, cuyos apellidos señalan su ascendencia. Por otro lado, también hay
idiomas reñidos con el r & r, como el francés.
Más difícil es encontrar grandes estrellas que se
atrevieran a escribir originales en castellano, aunque la cosa no pase de un
estribillo o un par de versos; tampoco es muy habitual que acometan clásicos de
la música en idioma cervantino. Entre los poquísimos que se despojaron de
vergüenzas y prejuicios está el gran Willy DeVille, que no tuvo reparos a la
hora de crear ese maravilloso recitado que incluye su ‘Spanish stroll’ (1977):
“Rosita, dónde vas con mi carro, Rosita, ya te llevaste mi televisión y mi
radio…”; el difunto chulapo estadounidense creó en 1983 otro estribillo
magnífico con su contagioso ‘Demasiado corazón’; y ya en solitario (en 1995) fue
más allá con ‘Así mi amor’ escrita íntegramente en español. No ha de extrañar
su abierto horizonte, pues tenía sangre de indio algonquino, irlandesa y
española (vasca, por más señas). Pasión, drama, emoción…, eso era Willy, y
muchas veces encontró cómo transmitir en español todo ese caudal de
sentimientos. Sí, había en él demasiado corazón.
Bob Dylan también se dejó seducir en su ‘Romance in
Durango’ (1976), donde se arranca con versos como: “no llores mi querida, Dios
nos vigila (…), agárrame mi vida”; y luego mete insoslayables vocablos
mexicanos e hispánicos como ‘Villa’, ‘tequila’ ‘fandango’, ‘torero’… El genial
judío, cristiano y luego otra vez judío siempre ha tenido gran facilidad para
componer partituras brillantes y textos inteligentes, aunque sea en idioma
ajeno.
Hasta Queen cantó en español, aunque apenas fuera un
par de versos; así, en 1982, el guitarrista Brian May quiso que uno de sus
títulos fuera ‘Las palabras de amor’; sin embargo, apenas fue más allá del
título y el verso “despacito mi amor”. Eso sí, con el inolvidable Freddy
haciendo coros.
¡Cómo olvidar a The Clash y su emblemático ‘Spanish
bombs’! (1979). Cuando en sus primeros conciertos en España iniciaban esta
pieza, se producía un irresistible y general escalofrío, tanto que el público
cantaba con el acento del difunto Joe Strummer aquello de “yo te cuero infinito, yo te acuera, oh my corazón”; y también se
entendía Fredrico Lorca, Guardia
Civil, señoritas, Costa Brava, Andalucía, Granada, mandolina, Costa Rica… Sí,
el inquieto y combativo Strummer vivió en España, así que no se cortó a la hora
de soltar algunas cosas que aprendió (dicen que cuando estaba en Granada
pronunciaba muy bien el tan hispano ¡hombre!,
cuando le ofrecían una caña).
Los no menos guerreros The Pogues hicieron algo
parecido en su divertida ‘Fiesta’ (1988). Es una canción sobre los días de idem
y borrachera que se pasan los ingleses durante el verano en España; esta vez es
en Almería, donde piden “sin gas and con leche”, alardean de que para sacudirse
la resaca “él bebe cincuenta gin-campari” y no se resisten a soltar un etílico
“no romperán mis cojones”. ¡Quiénes más expertos en el arte del trasiego sin
control que Shane McGowan y sus compadres! Por eso, a la hora de explicar ese
típico y etílico comportamiento, nada mejor que esta ‘Fiesta’.
¿Y The Beatles? Pues también osaron visitar la
lengua romance. Así, revisaron a su manera el ‘Bésame mucho’ (según la versión
del chileno Lucho Gattica), pero Paul no se compromete a ir más allá del título;
al parecer la tocaban en su prehistoria alemana y también debieron presentarla
en las pruebas para las discográficas; luego el bajista la cantó en otras
ocasiones. Asimismo, en el ‘Sun king’ (del ‘Abbey road’) embuten palabras
inconexas en español e italiano. Ah!, y dice la leyenda que en Hamburgo
cantaron ‘La cucaracha’, e incluso que existe una grabación, eso sí,
ilocalizable.
De todos modos, cuando se conecta con una canción,
no hace falta traductor: la música es lenguaje universal.
CARLOS DEL RIEGO
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