Pol Pot masacró a más de dos millones de cambodianos en tan sólo cuatro años. |
La justicia de Rumanía va a investigar a dos de los
directores de prisiones por sospecha de asesinato masivo durante la dictadura
comunista previa incluso a Ceaucescu. Lo curioso y sorprendente es que esto no
haya ocurrido antes y en todos los países que estuvieron más allá del telón de
acero; si aquellas dictaduras hubieran sido de corte capitalista miles de voces hubieran denunciado, al día
siguiente de la caída del régimen, a quienes masacraron a todos los que le resultaban
molestos, pero al ser la tiranía de izquierdas parece contar con una
benevolencia cómplice de todos aquellos que se creen de izquierdas, buenistas y
correctos políticamente.
Cuando caen los videlas, somozas y pinochets, más
pronto que tarde se busca y acusa a los responsables de la represión y la
muerte de disidentes (como es lógico y natural), se les juzga y encarcela
(desgraciadamente no a todos); hoy, en España se siguen buscando criminales de
hace décadas y se acusa a indeseables torturadores octogenarios que, a pesar de
sus edades, deberían ser llevados ante el juez, aunque esto no sirva nada más
que para hacerles pasar un bochorno. Pero asombra que nada de esto se exija
cuando se trata de investigar a los fascistas de corte comunista.
El problema es que la violencia de los fascismos
capitalistas es vista con repugnancia sin más (como es lógico), pero cuando se
trata de la de los fascismos comunistas la cosa cambia, pues se suelen negar o
minimizar las masacres y, cuando la prueba es ya evidencia, se buscan
disculpas, porqués, motivos…, ¡con decir que hay quien, a día de hoy, encuentra
argumentos para defender el régimen de Corea del Norte!
En Rumanía estaba la Securitate, en Alemania Oriental
la Stasi, en la URRS el KGB y, en fin, en todos aquellos había policías
políticas, las cuales se pasaron décadas y décadas reprimiendo al disidente con
saña, con crueldad inenarrable, pero no hay procesos para los responsables, ni
siquiera se producen denuncias contra todos aquellos que se encargaron de
borrar del mapa a quien se atreviera a levantar la voz. Se dice que hasta la
llegada de Ceaucescu la policía política rumana hizo desaparecer (tras
escalofriantes torturas) a no menos de 600.000 personas; en la DDR, en Polonia,
en Bulgaria y otros países con gobiernos títere de la URRS las cifras no serán
muy lejanas, pero nada que ver con lo que tuvo que pasar en La Unión Soviética
(sólo el ‘Holomodor’ de Ucrania se llevó a tres millones), en la China de Mao
(las cantidades deben ser aterradoras), en Cambodya (¡un tercio de la
población!). En total, estimaciones conservadoras cifran en alrededor de cien
millones de personas las sacrificadas en aras del marxismo. A pesar de todo, de
momento parece que a nadie interesa, pues cuando se habla de crímenes de esa
talla sólo se piensa en los fascistas capitalistas, no en los fascistas
comunistas (hay que recordar que el comunismo es un sistema económico más que
político, cuyo contrario es el capitalismo), sin embargo, seguro que antes o
después se empezará revisar todo lo que ocurrió en aquellas dictaduras, se
buscarán las fosas y se encontrarán los miles y miles de cadáveres de los que
dejaron su vida en los gulags, en los campos de reeducación o en las
aterradoras cárceles e ‘instituciones mentales’ de los países de la órbita
soviética. Y las cantidades serán acongojantes, aunque realmente se tenga ya
una idea bastante aproximada.
Lo preocupante es que, de momento, apenas hay
siquiera ganas de revisar e investigar los hechos, tal vez porque los hijos y
nietos de aquellos líderes comunistas ocupan hoy puestos desde los que impedir
cualquier intento de indagación, pero sin duda llegará el día en que todas las
atrocidades cometidas en nombre del comunismo, de la revolución, del
proletariado tengan la misma consideración que las cometidas en nombre de la
patria. No hay que olvidar que un asesinato es un asesinato sea donde sea, en
la Alemania Nazi o en la Unión Soviética, y ambos han de tener igual
consideración, es decir, torturar y matar son crímenes que nunca deben ser
vistos a través de un cristal ideológico. Sin embargo, los que claman contra la
impunidad sólo se refieren a culpables de un color, no a los del contrario.
Y por esa misma razón nadie gusta de ser tachado de
fascista, pero hay muchos que se autoproclaman comunistas sin ningún rubor,
cuando lo cierto es que una cosa y otra son equivalentes, son términos
sinónimos.
Por cierto, ¿dónde está el Tribunal de Derechos
Humanos de Estrasburgo?, la respuesta es fácil: escondiéndose y saliendo del
cubil para velar sólo por los Derechos Humanos de verdugos terroristas y violadores
y arrinconar los de las víctimas.
CARLOS DEL RIEGO
Sólo podría estar más de acuerdo con lo escrito, si lo hubiese escrito yo.
ResponderEliminarSuscribo lo que dices punto por punto, desde el comienzo hasta el final.
Vathelos.
Gracias. Increíblemente hay quien no lo quiere ver. Un saludo
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