La sacerdotisa y escritora Enheduana (segunda por la izquierda), que vivió hacia 2250 a d C, dirige la ceremonia de una ofrenda ayudada por tres asistentes masculinos
Hasta que no se inventa la escritura no hay constancia de nombres, y sin un nombre es imposible identificar a la persona. Por eso los primeros hombres y mujeres de que se tiene prueba documentada de su existencia (no se incluyen por tanto los bíblicos o los legendarios) son posteriores al 3.300 antes de Cristo, momento que se estima como el de la invención de la escritura, en Mesopotamia. En ese momento las personas pueden dejar testimonio de su paso por el mundo
La Historia comienza cuando aparece la escritura, como se ha dicho siempre, por lo que a partir de entonces los nombres, y por tanto las personas, comienzan a ser conocidos años, siglos o milenios después de su muerte. Las primeras mujeres que dejaron su nombre para la Historia fueron las esposas de los primerísimos faraones egipcios. Así, la esposa de Narmer (último rey del protodinástico o primero de la Dinastía 1, hacia el 3100 a d C), se llamaba Neithotep, siendo el nombre de chica más antiguo de que se tiene noticia documentada, pues está escrito en diversos objetos de arcilla, marfil y piedra en la tumba del sucesor de Narmer, Aha, con el que seguramente también se casó. También se conoce el nombre de la esposa del faraón Dier (hacia 3000 a d C), que se llamaba Meritneit. Por desgracia no se sabe prácticamente nada de sus vidas, pero sus nombres están en la Historia.
Otras reinas consortes mesopotámicas o egipcias son recordadas por su nombre, pero apenas se sabe nada de ellas. Mucho más interesante es lo que la Historia ha encontrado de Enheduana (hacia 2285-2250 a d C), la primera escritora de que se tiene noticia y muy bien documentada: era hija del rey Sargón I de Acad, quien la nombró ‘En’, sacerdotisa, por lo que su nombre aparece no sólo en inscripciones y sellos, sino en textos escritos en arcilla. Pero lo mejor es que dejó gran cantidad de obras literarias escritas en caracteres cuneiformes sobre arcilla, y siempre tuvo la buena idea de firmar cada tablilla. Se sabe que se metió en cuestiones políticas (su nombramiento como gran sacerdotisa fue una maniobra política de su padre) y que fue perseguida por ello para ser rehabilitada posteriormente. La temática de sus obras, muchas de ellas en verso, era eminentemente religiosa (no podía ser de otro modo), siendo su obra más conocida ‘Exaltación de Inana’, una de las diosas acadias. También escribió una especie de libro de himnos, ‘Los himnos del templo’, que eran leídos o cantados en los templos de Sumer y Acad años después de la muerte de Enheduana, de hecho, cientos de años después seguían recitándose sus libros en ciudades tan importantes como Ur, Lagash o Nippur. Y se sabe que durante un tiempo se la consideró casi una divinidad.
En sus obras hay muchos apuntes biográficos y profundas reflexiones, como cuando se lamenta de lo difícil que es pasar las ideas al ‘mundo de las palabras’. Asimismo, en sus textos aparecen las primeras observaciones y descripciones con carácter científico del cosmos. Enheduana está considerada el primer autor literario con obra propia de toda la Historia, y ella misma quiso que así constara: en su ‘Los himnos del templo’ escribe: “El autor de las tabillas fue En-hedu-ana. Mi rey, se ha creado algo que nadie había creado antes”; es decir, subraya el hecho de que fue ella quien escribió unos textos hasta ese momento inexistentes, lo que indica que ya tenía conciencia de autor y deseaba que quedara constancia de ello. Más de cuatro mil años han pasado y los escritores siguen mostrando inquietudes parecidas: el miedo al papel en blanco o los derechos del autor.
En la Península Ibérica hay que esperar mucho para encontrar nombres de personajes documentados, siendo el más antiguo el del rey de Tartessos Argantonio (más o menos entre 650 y 550 a d C), a quien nombran autores antiguos como Herodoto. Himilce o Imilce, hija del rey Mucro, natural de Cástulo (cerca de lo que hoy es Linares) y esposa del general cartaginés Aníbal, la cual vivió hacia 220 a d C, es una de las primeras mujeres identificadas de la península; se sabe que el poderoso Aníbal la vio en un santuario (sería sacerdotisa) y quedó hechizado por su belleza, y que siempre pedía acompañar a su marido en sus campañas bélicas, algo que en alguna ocasión consiguió. En todo caso, la ausencia de nombres de mujeres e incluso de hombres indica que la escritura (que entraría en el siglo VII o VI) no fue muy utilizada en Hispania hasta la romanización.
CARLOS DEL RIEGO
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