Según expertos, el aire en la India es veneno
No se puede negar la contaminación de tierras, aguas y aire. Es algo evidente. Sin embargo, lo peor que se puede hacer para solucionar un problema es la histeria, el pánico, que es lo que están proponiendo desde los centros de poder de (casi) todo el mundo. Así, en España (que apenas vierte el 0,7% de gases de efecto invernadero) se han propuesto medidas de chiste para contaminar menos, como quitarse la corbata, mientras los grandes contaminadores ni siquiera sopesan la posibilidad ensuciar menos
El problema de los millones de toneladas de gases contaminantes vertidos a la atmósfera es real. Y para combatirlo y aprovecharlo los gobiernos de todo el mundo utilizan, principalmente, la propagación del miedo introduciendo en la población el pánico al futuro apocalíptico a la vez que la culpan de todo…, mientras gobiernos, instituciones y poderosos en general se pasan por el forro (y ostentosamente) aquello que exigen a los ciudadanos. Por otro lado, los países más contaminantes no tienen intención de frenar sus vertidos, de modo que es absolutamente inútil que los que menos ensucian el medio ambiente sean los que más medidas restrictivas se auto-impongan.
El país que más gases nocivos vierte a la atmósfera es China, quien con unos doce mil millones de toneladas se adjudica casi el 30% del total (datos de 2018). En el segundo puesto está Estados Unidos, con más de un 13%; le siguen India con más del 7%, Rusia con un 6%, Japón un 3,5%, Alemania 2%, Irán 2%, Corea del sur 1,8%, Arabia Saudí 1,7%, Canadá 1,6%, Indonesia 1,6%... Como puede verse, sólo los cuatro primeros contaminan más que el resto del mundo, y los once máximos contaminadores son responsables de casi las tres cuartas partes del problema. España está en el gran pelotón de los que manchan menos de un uno por cien, puesto que su aportación al vertido de gases nocivos es apenas un 0,7 %. Si en España se reduce a la mitad el volumen de vertidos tal vez sólo mancharía un 0,69%, algo despreciable para el esfuerzo que supondría. También hay que tener en cuenta que las emisiones producidas cada año por barcos y aviones llegan al 1,6%, o sea, más de dos veces lo que todas las fábricas, industrias y transportes de España.
Estas cifras dejan la situación muy clara: unos pocos ensucian muchísimo y otros muchos muy poco, lo que significa que si aquellos no hacen nada por reducir sus emisiones la cosa no se solucionará por mucho que se esfuercen los que menos vierten. En otras palabras, sin un plan global el problema no se va a arreglar.
Se está produciendo una situación muy explicativa de la contradicción. España ha proscrito sus centrales nucleares, pero como tiene déficit energético compra energía a Francia, la cual vende la energía que sale de sus centrales nucleares. O sea, España (el gobierno, los gobiernos) no quiere nucleares pero sí la energía que proporcionan, España quiere estar exenta de los ‘peligros’ de las nucleares pero le parece perfecto que haya nucleares a unos kilómetros de sus fronteras… Otra muestra de hipocresía es exigir a los países subdesarrollados o en vías de desarrollo que renuncien a la energía que durante más de un siglo han utilizado los ya desarrollados para desarrollarse. Aunque la máxima desfachatez es quitarse la corbata para contaminar menos y utilizar el avión para ir a un concierto; es tan tonto como si a uno con sobrepeso el médico le aconseja hacer deporte y él se pone a jugar al tenis en la videoconsola.
Más que hipócrita es auténticamente histérica la postura adoptada por muchos de los profetas fanáticos que pretenden ‘salvar’ el planeta. Estos extremistas sectarios que se sienten ungidos por la verdad no sólo abominan de los combustibles fósiles (que son el mismísimo demonio), sino que también se muestran contrarios a las centrales hidroeléctricas porque la construcción de presas desplaza personas, anega los campos, destruye el paisaje, acaba con la fauna, modifica los cursos fluviales…; tampoco son partidarios de la energía eólica porque las palas de los aerogeneradores matan pájaros; y hay muchos que no quieren energía solar porque los parques solares ofenden al entorno y la construcción de las placas contamina muchísimo… En fin, que hay no pocas criaturas que estarían encantadas de volver al siglo XIX pero sin que se utilice la tracción animal en la agricultura o el transporte (por maltrato animal); es decir, mejor volver al Paleolítico, donde no había problemas energéticos, ni de contaminación, ni de explotación animal, ni de la Madre Tierra…
Por otro lado, el poder político (en todo el mundo) está muy cómodo con las profecías apocalípticas que anuncian grandes desgracias en un futuro próximo, ya que meter miedo al personal es la mejor manera de tenerlo controlado, sometido y dispuesto a tragar lo que sea, e incluso a llegar a la histeria colectiva.
CARLOS DEL RIEGO
Tienes toda la razón.
ResponderEliminarNos toman el pelo
Gracias. Sí, se aprovechan de que hablar del medio ambiente está muy de moda para controlar al personal. Sin la menor duda: nos toman el pelo
EliminarEstoy totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarNos toman el pelo