miércoles, 25 de mayo de 2022

HACE 950 AÑOS EL HÉROE LEONÉS VELLIDO DOLFOS MATÓ AL REY SANCHO DE CASTILLA MIENTRAS ESTABA… Y SALVÓ ZAMORA

 


Algo así debió ocurrir, si es que la leyenda y las crónicas no están equivocadas.

 

En noviembre de este año se cumplen 950 de la muerte del primer rey de Castilla, Sancho, a manos de un enemigo que lo engañó, se ganó su confianza y aprovechó la oportunidad. Ésta llegó cuando, durante el asedio a la ciudad de Zamora, tal vez inspeccionado por enésima vez sus defensas, el rey Sancho se separó del grupo de lugartenientes que lo acompañaba para ir a…, y ese fue el momento que Vellido Dolfos aprovechó para atravesarlo con una lanza

Era la Edad Media, era el año 1072, por lo que todo se pensaba y hacía al estilo medieval. Al morir el rey Fernando I de León (1065), siguiendo las costumbres godas, repartió su reino entre sus hijos pensando que así no se pelearían, aunque es evidente que no logró su propósito. Al mayor, Sancho, le dio el recién instituido Reino de Castilla; a su preferido, Alfonso (VI), le entregó el reino de más valor y prestigio, León (que otorgaba también el título de emperador); a su otro hijo, García, le concedió Galicia, y a sus hijas Elvira y Urraca les entregó las ciudades de Toro y Zamora respectivamente. Pero Sancho se propuso rápidamente ganar terreno y, con la complicidad de Alfonso, derrotó a García y tomó Galicia; a continuación se enfrentó al propio Alfonso y lo derrotó, aunque el rey de León huyó y se refugió en Toledo. Su hermana Elvira le entregó Toro sin rechistar, por lo que sólo quedaba Zamora y la irreductible Urraca (que es la del Cáliz de doña…) para que Sancho se hiciera con todo.

A principios de 1072 Sancho de Castilla y su ejército, en el que ya destacaba el espatario (jefe de la guardia) Rodrigo Díaz, el Cid, marchó contra Zamora e inició un asedio que duró algo más de siete meses. Sin embargo, los zamoranos (apoyados por nobles partidarios de Alfonso), se defendían heroicamente ante los ataques de Sancho, quien no conseguía traspasar las murallas. Pasaba el tiempo y el asedio no daba resultado, para desesperación del rey castellano.

Entonces de Zamora salió un caballero. Las cosas pudieron suceder así (¡quién sabe!):  Fingiendo escapar de la ciudad, Vellido Dolfos (Vellite Adaulfiz) se presentó en el campamento de Sancho echando pestes contra la señora de Zamora, Urraca, contra los nobles que la apoyaban y contra el propio Alfonso; seguramente diría que, a causa de su fidelidad al rey Sancho de Castilla, le habían privado de sus bienes, de sus dominios, de sus siervos, de sus privilegios de noble…, y por eso había aprovechado la circunstancia del asedio para escapar y unirse a su ‘verdadero rey’. Es posible que de ese modo, día a día durante un par de meses, con halagos y proporcionando toda la información que sobre la ciudad sin duda le pedirían los castellanos, Dolfos terminara por ganarse la confianza de Sancho y de sus caudillos.

Es posible que el 6 de octubre de 1072 el Rey de Castilla paseara por un bosque desde el que veía perfectamente las murallas de la recalcitrante Zamora. Lo acompañan el Cid y otros capitanes y lugartenientes, y Vellido Dolfos, cuya presencia en el entorno del rey es tan habitual que ya no levanta sospechas. En estas estaban cuando Sancho debió decir algo así como: “Esperadme aquí un momento, que tengo que…” (es lógico, ¿por qué, si no, se iba a separar de sus acompañantes buscando soledad?). El noble leonés vio inmediatamente que esa era la oportunidad que tanto tiempo llevaba esperando. Tranquilamente, descuidadamente, sin prisas y tal vez excusándose un momento por la misma o parecida necesidad que el rey, Dolfos se separó del grupo y fue hacia el descuidado monarca, al que vio aliviándose, en cuclillas y totalmente indefenso. Entonces, con una lanza o venablo que Sancho siempre llevaba consigo y que había soltado mientras procedía a descargar el vientre, Vellido Dolfos le metió un metro de hierro en el torso, de atrás hacia adelante. Los gritos alertaron a la guardia, pero el regicida ya cabalgaba a galope tendido hacia Zamora, consiguiendo refugiarse tras sus murallas a pesar de que el Cid le persiguió y casi lo atrapa. En la ‘Cronica del famoso cauallero Cid Ruy Diaz’ (de principios del XVI; citada por J.M. López de Uribe en ileon.com) se lee: “E el rey apartose a solazarse e a fazer lo que los omes no pueden excusar, e Vellido Dolfos (…) tirole el venablo y diole por las espaldas e saliole de la otra parte por los pechos”. Hay quien dice que Dolfos y Urraca de Zamora eran amantes, tal vez, y si no, ella no sería corta en agradecimientos y recompensas.

Para la historiografía castellana Dolfos fue un traidor, pero para la tradición leonesa fue un héroe, ya que su arriesgada maniobra hizo que el ejército real levantara el asedio y se marchara, es decir, el caballero leonés salvó Zamora. En todo caso, si ocurrió algo parecido, Sancho y sus capitanes fueron unos tontos, unos necios que cayeron en la trampa montada por un enemigo, y por tanto no cabe hablar de traición. Vellido Dolfos fue un valiente que arriesgó su vida para liberar la ciudad. Y lo consiguió. Y Alfonso volvió y recuperó el Reino de León, y además el de Galicia y el de Castilla.

Claro que, tras casi un milenio, va a ser imposible separar el mito de la realidad, la historia del cantar de gesta. Parece más que probado que Sancho de Castilla murió durante aquel asedio a Zamora (de donde viene lo de “No se ganó Zamora en una hora”), pero no hay pruebas concluyentes de que la muerte le llegara en una postura tan… incómoda.

CARLOS DEL RIEGO

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