Alice Cooper, siempre solidario
Los músicos de rock son fuente
inagotable de información, anécdotas y sucesos de todo tipo. Así, hay veces que
la fama de calavera es más que merecida y justificada, como es el caso de Jim
Morrison, que en cierta ocasión se las vio con unas monjas estando más que
‘colocao’; pero hay otras que el personaje que aparece bajo los focos no tiene
nada que ver con la persona, como pasa con Alice Cooper. Y luego está cómo
quedó el pobre Big Bopper tras el accidente
Cada persona es, dicen, un universo,
algo que se multiplica cuando la persona es una estrella del rock. Aún así, hay
rockeros disparatados, incluso en la muerte, mientras que otros son casi tan
normales como cualquier ciudadano de a pie.
Año 1968, The Doors y otros grupos
estadounidenses tocaban en Amsterdam dentro de una gira por Europa. Jim
Morrison y varios de los miembros de Jefferson Airplane paseaban por la ciudad
unas horas antes del concierto. El cantante era reconocido casi a cada paso por
sus fans holandeses, los cuales le obsequiaban continuamente con diversos tipos
de drogas, muchas legales. Ni que decir tiene que Jim aceptó encantado todos
los regalos, y para que no quedara duda, no se guardó nada, sino que en cuanto
se lo daban así lo consumía. Lógicamente, a la hora del concierto Morrison estaba
un tanto afectado… Y para empeorar las
cosas, un integrante de Canned Heat le regaló un trozo de hachís, pero como no
había tiempo para convertirlo en porros, Jim se lo zampó, se lo tragó en el
acto. El solista de The Doors, absolutamente trastornado, irrumpió en el
escenario mientras aun tocaban los Airplane y se puso a bailar durante unos
segundos, e inmediatamente cayó desmayado. Lo llevaron a un hospital dirigido y
atendido por monjas. Al despertarse y ver dónde estaba, Jim se puso colorado de
vergüenza, él, un conquistador al que no se le resistía ninguna mujer, ahora
temblaba como un pisaverde; aquellas mujeres sólo le miraban como paciente, y
ni siquiera cuando lo desnudaron para cambiarlo de ropa hicieron el mínimo
gesto. Ni sabían ni les importó (cuando se lo dijeron) que se trataba de un
cantante famoso, una estrella del rock. Pero aquella vez, para aquellas monjas,
sólo fue un paciente intoxicado por las drogas.
Para la historia del rock una de las
fechas más aciagas es el 2 de febrero de 1959, cuando The Big Bopper, Ritchie
Valens y Buddy Holly perecieron en accidente de aviación. Valens y Holly
quedaron tendidos muy cerca del avión, mientras que J.P. Richardson, The Big
Bopper, estaba a más de doce metros (el piloto seguía en la cabina). El informe
del estado del cadáver de Richardson pone los pelos de punta: su cabeza estaba
aplastada, el cráneo abierto y la mayor parte de su cerebro reposaba sobre la
nieve; resultaba imposible identificarlo, por lo que hubo que comprobar sus
huellas dactilares; ambos brazos estaban fracturados por varios sitios y con
los fragmentos astillados de los huesos asomando; el fémur, roto, también
estaba a la vista; igualmente estaban aplastadas y rotas las costillas. El
informe también indicó que vestía camisa roja y pantalón azul, y que llevaba
encima su billetera, una llave, un par de dados, varias púas de guitarra y su
anillo de boda. Holly y Valens no quedaron tan destrozados, pero sí tan muertos
como Big Bopper.
Inquietante es la apariencia en escena
de Alice Cooper, sin embargo, hace ya mucho tiempo que su vida real es mucho
más ‘normal’. Recientemente se ha propagado por las redes sociales una foto de
Cooper repartiendo comida en un refugio para niños desfavorecidos; la foto es
de hace un par de años, pero es ahora cuando se ha difundido por todo el mundo,
mostrando a una persona que nada tiene que ver con el tipo desafiante, casi
diabólico, con que solía presentarse cuando se ponía el traje de los
conciertos. Uno de los ‘tuiteros’ que comentan la foto revelaba que el tipo (original
de Detroit) siempre ha trabajado en beneficio de la comunidad, y tratando de
esquivar las cámaras y los focos: “hace eso simplemente porque es un buen tipo,
nada más”, difundió. También es sabido
en EEUU que Cooper (en realidad Vincent Furnier, de 73 años) organizaba hasta
hace poco una fiesta para niños necesitados en su restaurante de Phoenix,
‘Cooper´s Town’, pero tuvo que cerrarlo. De todos modos, nunca se olvida de
organizar una colecta anual para que los
chavales más pobres puedan celebrar la Navidad. ¿Quién se atreve a decir que el
corazón de los rockeros es tan duro como su música?
CARLOS DEL RIEGO.
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