Busto de doña Urraca de León, 'La Temeraria', primera reina de España por derecho propio y el más antiguo antecedente de Leonor de Borbón
La Princesa de Asturias, Leonor de
Borbón, acaba de cumplir 16 años. Cuando se convierta en Reina de España será
la cuarta mujer que obtiene la corona por derecho propio; antes fueron Urraca
de León, Isabel de Castilla e Isabel II
Muchas mujeres están en los libros de
Historia de España con el título de reina, sin embargo, solamente tres lo han
sido por sí mismas, por su propia legitimidad, no por ser esposa del rey o
reina regente. La cuarta será Leonor de Borbón. La lista de reyes de España es
extensísima, pues hubo amplios períodos en los que coexistían varios reinos y
reyes a la vez, ya que España aun no era una unidad política. A pesar de tantas
coronas, sólo tres mujeres accedieron al cetro por sí mismas, las tres lidiaron
con épocas agitadísimas y se enfrentaron a hombres y sucesos de enorme
trascendencia histórica. Leonor será la cuarta tras Urraca de León, Isabel de
Castilla e Isabel II.
La menos conocida es Urraca Alfónsez de
León, hija de Alfonso VI de León, ‘El Bravo’. Éste ordenó a toda la corte y a
la aristocracia jurar fidelidad a su heredera, con lo que Urraca se convirtió,
de 1109 a 1126, en la única reina por derecho propio de la Europa medieval y la
primera de la historia de España (los otros reinos cristianos de la península
eran sus vasallos). En julio de 1109 se hizo coronar ‘Urraca, reina de toda España
por voluntad divina’ (Urraka dei nutu
totius yspanie regina). Al morir pronto su primer marido, Raimundo de
Borgoña, y por cuestiones políticas, se casó con Alfonso ‘El Batallador’ de
Aragón; pensaron que uniendo los dos reinos serían mucho más fuertes frente a
los almorávides; los dos amantes de la reina opinaban, por el contrario, que no
debía volver a casarse, que ella tenía energía y carácter suficiente para
gobernar sin rey al lado. El matrimonio con el aragonés fue un desastre: se
gritaban y peleaban en público e incluso se hicieron la guerra. Dicen las
crónicas que Urraca era rebelde y caprichosa, pero también astuta, con buen
juicio y muy dada a la compañía masculina…, estaba acostumbrada a hacer lo que
le daba la gana, a escoger amantes y a tomar sus decisiones sin dejarse
influenciar; además, había sido reina de Galicia, con lo que estaba muy
habituada a mandar y ser obedecida. El caso es que El Batallador pretendía, al
casarse con Urraca, convertirse en rey de León, Asturias, Castilla, Galicia y
Toledo, pero ella, al enterarse, dijo exactamente “¡El rey soy yo!” (no la
reina, el rey). Sus disputas pasaron del palacio al campo de batalla hasta que
se separaron. Posteriormente es posible que se casara con uno de sus amantes.
Su muerte no está clara, para algunos falleció tras larga enfermedad y para otros
al dar a luz. Según los especialistas, ninguna mujer de su tiempo tuvo tanto
poder. Y nunca se dejó acobardar ni por los hombres ni por su tiempo.
Isabel de Castilla, ‘La Católica’, es la
reina (1474-1504) más conocida de España y, sin duda, una de las figuras más
decisivas de la Historia de la Humanidad. En tiempos muy convulsos, en el paso de
la Edad Media a la Moderna, Isabel defendió sus derechos, se casó con quien
quiso (no con quien estaba pactado) y tomó la corona de Castilla. Pacificó y
ordenó el reino, culminó la Reconquista y se empeñó en apoyar a un extranjero
que pretendía iniciar una aventura marítima calificada de sandez por muchos
‘eruditos’ de su tiempo, un proyecto que al final mostró al mundo un nuevo
mundo y desveló la forma y composición de la Tierra. Claro que también instauró
la Inquisición y expulsó a los judíos (costumbre habitual en aquella Europa),
todo en aras de la unidad. Su visión abierta y universal se demuestra cuando
legisló para que los indios fueran considerados súbditos de la corona igual que
los castellanos, cuando ordenó que no fueran esclavizados, cuando estableció
normas jurídicas que los protegiesen…Fue una gran mecenas y facilitó la entrada
del Renacimiento en su reino. De mente muy lúcida, siempre tuvo muy claros sus
objeticos y cómo conseguirlos; era profundamente devota, tenía una voluntad de
hierro y no le temblaba la mano si había que obrar con dureza, sobre todo a la
hora de imponer el orden. Pero Isabel fue mucho más: los historiadores subrayan
su potente personalidad, su inteligencia, su capacidad y su seguridad en sí
misma. Es falso que fuera sucia o que prometiera no lavarse hasta tomar Granada
(eso lo dijo la hija de Felipe II durante el sitio de Ostende); al revés, se
sabe que su confesor le afeaba tantos miramientos con su aspecto (o sea, era
más femenina de lo que la pintan). Con ella se inició el período de mayor
esplendor de la Historia de España y, en fin, su tremendo carácter y decisión
la convirtieron en uno de los grandes protagonistas de las Historia Universal.
No tanto puede decirse de Isabel II.
Gracias a una de las escasísimas buenas decisiones de su padre (el infausto
Fernando VII), alcanzó el trono (1833-1868) en contra del pensamiento más carca
y reaccionario. Guerras Carlistas, motines, sublevaciones y una revolución que
condujo a la Primera República Española son acontecimientos que la acompañaron
en su reinado; llamada ‘La de los tristes destinos’, hubo de abandonar el trono
y expatriarse. Fue obligada a casarse con un hombre que en la noche de bodas
“llevaba más bordados que yo”, según sus propias palabras; en todo caso, nunca
le faltaron queridos y galanes, algo que al pueblo no se le escapó, pues se
hicieron no pocas coplillas e incluso dibujos pornográficos con ella como
estrella; al parecer, sus maestros y preceptores le enseñaron todo lo necesario
para convertirse en gran experta en la materia. Dicen que era generosa y
alegre, apasionada y muy sensual, pero se pasaba los días de fiesta en fiesta y
su lista de amantes es interminable… era lo que se dice una mujer fácil. No era
culta ni le interesaban los libros o las artes, sus maneras eran más bien
ordinarias y le encantaban los perros. Por otro lado, tampoco supo darse cuenta
de la importancia de la revolución industrial, de los movimientos sociales o,
en fin, de que el Antiguo Régimen estaba liquidado. No tenía mucha personalidad,
pues hizo casi siempre lo que le decían sus adláteres, convirtiéndose en una
marioneta en manos de los intereses políticos y de sus abundantes ‘chulos’.
Asombrosas las dos primeras, poco bueno
puede decirse de la tercera. La Princesa Leonor será la cuarta reina de España
por su propio derecho.
CARLOS DEL RIEGO.
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