jueves, 23 de diciembre de 2021

LA PRINCESA LEONOR SERÁ LA CUARTA REINA POR DERECHO PROPIO DE LA HISTORIA DE ESPAÑA

 


Busto de doña Urraca de León, 'La Temeraria', primera reina de España por derecho propio y el más antiguo antecedente de Leonor de Borbón

La Princesa de Asturias, Leonor de Borbón, acaba de cumplir 16 años. Cuando se convierta en Reina de España será la cuarta mujer que obtiene la corona por derecho propio; antes fueron Urraca de León, Isabel de Castilla e Isabel II

Muchas mujeres están en los libros de Historia de España con el título de reina, sin embargo, solamente tres lo han sido por sí mismas, por su propia legitimidad, no por ser esposa del rey o reina regente. La cuarta será Leonor de Borbón. La lista de reyes de España es extensísima, pues hubo amplios períodos en los que coexistían varios reinos y reyes a la vez, ya que España aun no era una unidad política. A pesar de tantas coronas, sólo tres mujeres accedieron al cetro por sí mismas, las tres lidiaron con épocas agitadísimas y se enfrentaron a hombres y sucesos de enorme trascendencia histórica. Leonor será la cuarta tras Urraca de León, Isabel de Castilla e Isabel II.

La menos conocida es Urraca Alfónsez de León, hija de Alfonso VI de León, ‘El Bravo’. Éste ordenó a toda la corte y a la aristocracia jurar fidelidad a su heredera, con lo que Urraca se convirtió, de 1109 a 1126, en la única reina por derecho propio de la Europa medieval y la primera de la historia de España (los otros reinos cristianos de la península eran sus vasallos). En julio de 1109 se hizo coronar ‘Urraca, reina de toda España por voluntad divina’ (Urraka dei nutu totius yspanie regina). Al morir pronto su primer marido, Raimundo de Borgoña, y por cuestiones políticas, se casó con Alfonso ‘El Batallador’ de Aragón; pensaron que uniendo los dos reinos serían mucho más fuertes frente a los almorávides; los dos amantes de la reina opinaban, por el contrario, que no debía volver a casarse, que ella tenía energía y carácter suficiente para gobernar sin rey al lado. El matrimonio con el aragonés fue un desastre: se gritaban y peleaban en público e incluso se hicieron la guerra. Dicen las crónicas que Urraca era rebelde y caprichosa, pero también astuta, con buen juicio y muy dada a la compañía masculina…, estaba acostumbrada a hacer lo que le daba la gana, a escoger amantes y a tomar sus decisiones sin dejarse influenciar; además, había sido reina de Galicia, con lo que estaba muy habituada a mandar y ser obedecida. El caso es que El Batallador pretendía, al casarse con Urraca, convertirse en rey de León, Asturias, Castilla, Galicia y Toledo, pero ella, al enterarse, dijo exactamente “¡El rey soy yo!” (no la reina, el rey). Sus disputas pasaron del palacio al campo de batalla hasta que se separaron. Posteriormente es posible que se casara con uno de sus amantes. Su muerte no está clara, para algunos falleció tras larga enfermedad y para otros al dar a luz. Según los especialistas, ninguna mujer de su tiempo tuvo tanto poder. Y nunca se dejó acobardar ni por los hombres ni por su tiempo.

Isabel de Castilla, ‘La Católica’, es la reina (1474-1504) más conocida de España y, sin duda, una de las figuras más decisivas de la Historia de la Humanidad. En tiempos muy convulsos, en el paso de la Edad Media a la Moderna, Isabel defendió sus derechos, se casó con quien quiso (no con quien estaba pactado) y tomó la corona de Castilla. Pacificó y ordenó el reino, culminó la Reconquista y se empeñó en apoyar a un extranjero que pretendía iniciar una aventura marítima calificada de sandez por muchos ‘eruditos’ de su tiempo, un proyecto que al final mostró al mundo un nuevo mundo y desveló la forma y composición de la Tierra. Claro que también instauró la Inquisición y expulsó a los judíos (costumbre habitual en aquella Europa), todo en aras de la unidad. Su visión abierta y universal se demuestra cuando legisló para que los indios fueran considerados súbditos de la corona igual que los castellanos, cuando ordenó que no fueran esclavizados, cuando estableció normas jurídicas que los protegiesen…Fue una gran mecenas y facilitó la entrada del Renacimiento en su reino. De mente muy lúcida, siempre tuvo muy claros sus objeticos y cómo conseguirlos; era profundamente devota, tenía una voluntad de hierro y no le temblaba la mano si había que obrar con dureza, sobre todo a la hora de imponer el orden. Pero Isabel fue mucho más: los historiadores subrayan su potente personalidad, su inteligencia, su capacidad y su seguridad en sí misma. Es falso que fuera sucia o que prometiera no lavarse hasta tomar Granada (eso lo dijo la hija de Felipe II durante el sitio de Ostende); al revés, se sabe que su confesor le afeaba tantos miramientos con su aspecto (o sea, era más femenina de lo que la pintan). Con ella se inició el período de mayor esplendor de la Historia de España y, en fin, su tremendo carácter y decisión la convirtieron en uno de los grandes protagonistas de las Historia Universal.

No tanto puede decirse de Isabel II. Gracias a una de las escasísimas buenas decisiones de su padre (el infausto Fernando VII), alcanzó el trono (1833-1868) en contra del pensamiento más carca y reaccionario. Guerras Carlistas, motines, sublevaciones y una revolución que condujo a la Primera República Española son acontecimientos que la acompañaron en su reinado; llamada ‘La de los tristes destinos’, hubo de abandonar el trono y expatriarse. Fue obligada a casarse con un hombre que en la noche de bodas “llevaba más bordados que yo”, según sus propias palabras; en todo caso, nunca le faltaron queridos y galanes, algo que al pueblo no se le escapó, pues se hicieron no pocas coplillas e incluso dibujos pornográficos con ella como estrella; al parecer, sus maestros y preceptores le enseñaron todo lo necesario para convertirse en gran experta en la materia. Dicen que era generosa y alegre, apasionada y muy sensual, pero se pasaba los días de fiesta en fiesta y su lista de amantes es interminable… era lo que se dice una mujer fácil. No era culta ni le interesaban los libros o las artes, sus maneras eran más bien ordinarias y le encantaban los perros. Por otro lado, tampoco supo darse cuenta de la importancia de la revolución industrial, de los movimientos sociales o, en fin, de que el Antiguo Régimen estaba liquidado. No tenía mucha personalidad, pues hizo casi siempre lo que le decían sus adláteres, convirtiéndose en una marioneta en manos de los intereses políticos y de sus abundantes ‘chulos’.

Asombrosas las dos primeras, poco bueno puede decirse de la tercera. La Princesa Leonor será la cuarta reina de España por su propio derecho.

CARLOS DEL RIEGO.

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