No sólo no se investiga el caso de violación, sino que Peng sigue técnicamente secuestrada, pues en caso contrario difundiría mensajes o daría entrevistas
A nadie puede extrañar que un gobierno
dictatorial, como sin la menor duda es el gobierno chino, actúe como actúan
siempre los dictadores. Lo que no deja de ser una sorpresa es que el feminismo
calle ante una evidente demostración de machismo salvaje y criminal, como el perpetrado
por el ex ministro chino contra la tenista Shuai Peng…, aunque si se piensa
tranquilamente, tampoco es extraño, puesto que el feminismo criba los casos en
función de quién es el agresor y quién la víctima
Actualmente China es un país con
gobierno comunista, política fascista y economía capitalista. Dicho de otro
modo, el partido que manda y ordena con mano de hierro sobre casi mil
quinientos millones de personas responde perfectamente a todos los requisitos
necesarios para ser un partido-gobierno totalitario, fascista, absolutista, el
partido único, el que nadie ha votado sino que se impone por la fuerza. Y si no
hay votaciones libres para elegir gobierno y gobernantes es que hay totalitarismo.
El caso de la tenista Shuai Peng es, por si alguien tenía dudas, una
demostración evidente e irrefutable.
Pero la realidad es que el gobierno de
China se ha portado como cabía esperar, ha actuado como siempre, como todo
sistema fascistoide: cuando alguien molesta se le hace desaparecer, que es lo
que se hizo con Peng cuando ésta lanzó sus acusaciones de violación e
intimidación contra un ex alto mandatario chino. Después, ante el escándalo
mundial, los tiranos la han hecho reaparecer, pero claro, nadie sabe qué han
hecho con ella y su familia entre la desaparición y la reaparición, nadie sabe
(sólo la ex tenista) las presiones, amenazas, coacciones y chantajes que habrán
sufrido ella y su familia. Teniendo en cuenta el ‘modus operandi’ de todos los
regímenes antidemocráticos es fácil deducir el miedo que los sicarios del
gobierno chino habrán metido en el cuerpo a la jugadora para que calle, las
advertencias de represalia contra sus familiares que le habrán hecho, las
terribles consecuencias que tendría para sus padres, hermanos y allegados si no
se pliega al silencio impuesto desde Pekín. Así es como funcionan todos los que
ostentan el poder por la fuerza. Y China tiene un gobierno fascista-comunista
(términos en absoluto incompatibles, de hecho, uno es la imagen en el espejo
del otro).
La manera de actuar del gobierno chino
es la esperada. No así la respuesta del feminismo, ya sea nacional o
internacional. Apenas ha habido algún comunicado, tímido, no oficial, a través
de las redes y sin ánimo de molestar al agresor y sus protectores. Sí que han
elevado su voz, con mayor o menor energía, organismo como la ONU, la Unión
Europea, la ATP o la WTA y tenistas y deportistas de todo el mundo. Sin embargo
se echan de menos las declaraciones altisonantes y ruidosas de la ministra de
igualdad (y sus equivalentes de otros países), de otras ministras, activistas y
colectivos feministas que, en otras ocasiones, ponen el grito en el cielo antes
sucesos similares.
¿Y por qué los que otras veces claman y
se rasgan las vestiduras ahora callan? La respuesta es sencilla: porque el
agresor es nominalmente comunista, y los de izquierdas parecen tener bula para
todo. Dándole la vuelta al asunto: si la violada, desaparecida y reaparecida de
aquella manera hubiera sido una activista de izquierdas y el agresor un
político conservador, y todo hubiera ocurrido en un país europeo o en EE UU,
habría marchas y manifestaciones a diario, concentraciones y sentadas frente a
la sede del partido del agresor, quema de contenedores, insultos y amenazas
para todos los que no se sumaran a las protestas, descalificación sistemática
de quienes no se digan de izquierdas… En realidad esta actitud discriminatoria
ya se ha visto otras veces, como cuando unas chicas que mostraban banderas
españolas en Cataluña fueron agredidas sin que ninguna ministra ni colectivo
feminista dijera una palabra de condena a los matones ni de solidaridad con las
víctimas, o como cuando los violadores son inmigrantes. Esta postura demuestra
sin sombra de duda que las ‘feministas’ sólo lo son con las de su misma
ideología y contra las ideologías adversas, o sea, los derechos e igualdad que
exigen para las mujeres no son para todas, sino sólo para las que piensen como
ellas.
CARLOS DEL RIEGO.
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