The Clash terminó cuando Strummer perdió a su compañero Mick Jones, y porque no quería convertirse en vieja gloria
La vida de los grupos
musicales es como todas, tiene principio y fin, aunque algunos la estiren y
expriman hasta la última gota. Unos se separan escandalosamente, violentamente,
mientras que otros terminan sin meter mucho ruido, casi podría decirse que se
desbandan por causas naturales
Separaciones de
bandas de rock ha habido siempre y rara vez se producen tras un acuerdo
amistoso. Algunas rupturas se produjeron en medio del escándalo, como la de los
Beatles (con aquel cuerpo extraño incrustado en la banda), la de Pink Floyd
(por culpa de la egolatría infinita de uno de ellos), la de Creedence (por los
celos del hermano mayor), la de los Egales (por enfrentamientos abiertos,
incluso en escena, de sus guitarristas)…; pero también ha habido desapariciones
de bandas que se han producido sin gritos, peleas ni insultos, al menos de cara
al público.
The Clash es uno de
esos grupos que gustan a todo el mundo (o casi). Además de pioneros del punk,
la banda de Strummer y compañía estaba en primera fila en el paso de los
setenta a los ochenta, siendo una de las más importantes de su tiempo y, sin
duda, uno de los grupos más significados e influyentes. Se tiene por seguro que
la principal causa que los llevó a la separación fue el enfrentamiento entre
Mick Jones y Joe Strummer, que chocaban en lo creativo, en lo musical y en lo
personal. Cierto, pero la sentencia llegó con su último Lp, ‘Cut the crap’
(1985); para entonces Topper Headon y Mick Jones se habían largado, aquel por
drogas y éste porque la idea Clash le pareció agotada. Strummer, sin embargo,
hizo ese dudoso Lp pensando en que no
necesitaba a su viejo compañero; el resultado es un disco raro y desorientado,
con un sonido exagerado y pretencioso y unas letras estúpidas y superficiales que nada tenían que ver las
de sus temas emblemáticos. Al escuchar lo que había hecho, Joe Strummer debió
pensar “hasta aquí y nunca más”, pues nunca hubo ni amagos de regreso. Además,
su última gira fue con The Who, y al parecer Strummer consideró que se iban a
convertir en eso: en viejas glorias, algo intolerable para un punk.
Tremendos y duraderos
éxitos acompañaron a The Police durante toda su trayectoria, que tampoco fue
muy larga (del 76 al 84). Pero los roces y desencuentros entre sus tres
integrantes fueron cosa habitual desde el primer momento. Cuentan que el
considerado su mejor disco, ‘Ghost in the machine’ (1981), lo hicieron cuando
peor se llevaban entre ellos; de hecho, entre los asuntos que tratan las letras
de ese álbum y el último, ‘Synchronicity, abundan las que hablan de separación
y desencuentro. Según el batería Stewart Copeland, Sting se hizo con el control
total de la banda y actuaba de modo dictatorial: “parecía enloquecido, y nos
dejaba a todos en una habitación sin poder hacer nada” mientras él solo grababa
el ‘Ghost…’ Nunca hubo comunicado de separación. Luego se reunieron
esporádicamente para recibir premios o para hacer caja.
Un crítico afirmó una
vez que “más o menos The Smiths inventó el rock indie”. Se acepte o no, está
claro que la voz y letras de Morrisey y la guitarra y partituras de Marr
construyeron algo diferente y con mucho carácter en su lustro de vida. Contaba
el guitarrista que Morrisey se volvía cada vez “más y más desconfiado”,
especialmente en lo que se refiere a (claro) el dinero. Así, el cantante
despidió al manager y designó al propio Johnny Marr como gerente (oficio en el
que tenía experiencia). Así, el brillante guitarrista se vio “reservando
furgonetas y atendiendo a todos los detalles, incluso los más insignificantes;
de hecho, nunca he visto una gran banda de rock dirigida por un chaval de 23
años que además es el guitarrista”. Pero es que, a la vez, Morrisey se
auto-coronó líder y se hizo con todo el control artístico. “Esto fue lo que
realmente rompió el grupo”, afirmó rotundo Marr. Cuando éste se largó dando un
portazo, los demás quisieron seguir con un nuevo guitarrista, pero pronto se
dieron cuenta de que la cosa no funcionaba, ni en composición ni en sonido, por
lo que nunca más publicaron nada nuevo. El tiempo ha demostrado que Morrisey
es, además, un auténtico bocazas… que canta muy bien.
Muy de su tiempo eran
Frankie Goes to Hollywood, cuyo sonido transporta a los enloquecidos primeros
años ochenta del siglo pasado. Inolvidables son, a pesar del tiempo
transcurrido, sus irresistibles ‘Two
tribes’ y Relax’; ésta fue prohibida en la BBC, cosa que, lógicamente, la
propulsó en las listas. En 1987, después de que su segundo y último Lp,
‘Liverpool’, diera peores resultados que el anterior, Holly Johnson manifestó
abiertamente su disconformidad con el sonido, el ambiente y, en fin, con la
producción, más previsible, menos loca y mucho más cara. Las cosas llegaron a
las manos en 1987, cuando en pleno concierto en Londres, el cantante Holly
Johnson (que apenas tenía relación con el resto) y el bajista Marck O´Toole
llegaron a las manos detrás del escenario. Después de eso, Johnson se marchó
para no volver (aunque volvió para uno o dos shows, pero con el gesto torcido).
El sello discográfico (ZTT) le propuso al cantante publicar un disco en
solitario, y al negarse lo llevaron a los tribunales, que finalmente dieron la
razón al músico.
Estos grupos, que
metieron tanto ruido en las listas de éxitos y cifras de ventas, y en las emisoras
de radio y televisión, desaparecieron sin mayores aspavientos. Ingleses
refinados y repeinados.
CARLOS DEL RIEGO
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