El narcisista pesimista piensa que sólo hace mal tiempo para él
¿Cuántas veces dicen a diario los
españoles eso de “Esto sólo pasa en España”? Frases y expresiones similares se
sueltan continuamente y en todo los ambientes con la intención de señalar que
lo que sucede en la vieja Hispania es siempre malo, mucho peor que lo que hay
en cualquier otro país. Alguien inventó para esta especie de español el término
‘narcisista pesimista’, que es quien se cree lo máximo incluso en lo malo
Sí, por estas tierras se escuchan
frecuentemente afirmaciones del tipo de “¡Qué desastre, esto no hubiera
ocurrido en otro país”, o “somos un país de charanga y pandereta!” Es el sentir
de gran parte de los españoles, que han interiorizado ese convencimiento autoflagelante
de que todo lo que ha surgido, sucedido o protagonizado su país es lo peor de
lo peor. Para definir tal forma de pensar hubo quien acuñó la locución
‘narcisista pesimista’, la cual señala perfectamente a esa especie de ególatra
que tiene que ser el más, aunque, como en este caso, sea proclamar la
perversión absoluta de su propio país.
Esta perversión de la realidad y la
historia la pusieron en marcha algunos escritores, intelectuales y personas
relevantes del siglo XVIII, primero en países como Francia, Inglaterra u
Holanda y luego en España; cierto que bastante antes ya había denostadores de
todo lo español muy aplicados, pero ese sentir se dispara y explota a partir de
1714, con la llegada al trono español de los descendientes de Luis XIV, que
trataron no sólo de desprestigiar, sino ningunear y borrar todos los méritos de
los que los precedieron. La leyenda negra triunfó y triunfa porque hay muchos
españoles ‘narcisistas pesimistas’, a diferencia de lo que ocurre en otros
países del entorno. Por ejemplo Inglaterra, que impuso el racismo como ley en
todos los territorios que colonizó (de Sudáfrica a Norteamérica pasando por la
India), que participó en la trata de seres humanos con máxima crueldad (con
episodios tan vergonzosos como el del barco ‘Zong’) o que se impuso por la
fuerza contra toda lógica y razón (basta recordar las Guerras del Opio), y a
pesar de todo nunca ha tenido que combatir leyendas negras. O Francia, cuya
famosa revolución acabó con la vida de cientos de miles de franceses
discrepantes e inocentes, cuyo emperador auto proclamado invadió media Europa
del modo más sangriento (las atrocidades que cometieron en España, muchas veces
por pura diversión, así lo demuestran) y cuya acción en la América colonial fue
escalofriante (los franceses fueron los primeros que pagaban por cabelleras
indias, con precios distintos si eran de hombre, mujer o niño)…, pues tampoco
Francia se ha visto acosada por oscuras leyendas. ¿Y por qué no a pesar de
presentar tantos ‘méritos’? La respuesta es fácil: porque no hubo ni franceses
ni ingleses que asumieran textos, ideas o proclamas contrarias a su país, al
revés, rechazaron contundentemente, violentamente, todo lo que acusara a su
patria. Pero en España hubo y hay muchos españoles encantados de alinearse con
los que la señalan como fuente de males, siendo ésta una postura determinante
para que la susodicha leyenda prevalezca y se tenga por certeza histórica
contra toda evidencia.
En Francia e Inglaterra (y en Holanda,
Italia, Alemania…) tuvo mucho éxito la propaganda antiespañola. Casi es hasta
lógico que así fuera, ya que esa literatura (muchas veces procedente de grandes
autores) surgía de la envidia, del miedo y de la frustración de verse superado
por quien se tiene por inferior. La envidia viene de que España había mostrado
a todo el mundo cómo era éste, y eso es algo que la mentalidad de los
protestantes no puede asumir: ¡ser superados por un país católico y
mediterráneo!; ni tampoco Francia, por la superioridad con que siempre miró al
vecino del sur. El miedo a España también fue causa de la gran difusión de los
escritos hispanófobos, puesto que durante siglos España fue la máxima potencia,
y propagar mentiras sobre ella era una forma de sacudirse ese miedo. Y
finalmente impulsó la negra difamación el tremendo desengaño que debieron
sentir los que miraban por encima del hombro a España al verse superados por un
país tan ‘atrasado’.
La leyenda negra sigue alentando a los
‘narcisistas pesimistas’, que encuentran con nuevos ‘aportes’. Uno de los
últimos es sostener la mentira de que ‘España es el segundo país del mundo que
más desaparecidos tiene, por detrás sólo de Camboya’. Un embuste burdo y fácil
de echar abajo: en la Unión Soviética se llevaban a cualquiera de su casa y
desaparecía para siempre, como ocurrió con las purgas, el gran terror, el Holomodor…,
cuando agentes del NKVD o el KGB enviaron al paredón o a algunos de los cientos
del Gulag siberiano a millones de personas de las que jamás se volvió a saber,
simplemente desaparecieron; ¡y qué decir del Gran Salto Adelante o la
Revolución Cultural de Mao!, durante las cuales la Guardia Roja sacaba a
familias enteras de sus casas, las enviaban a los centros de reeducación o las
‘juzgaban’, ejecutaban y echaban a la fosa anónimamente, en cualquier caso
desaparecían sin dejar rastro. Y se podría continuar con los que desparecieron
del mapa a causa del imperialismo japonés, o de lo que pasó con los nativos de
Australia, EE UU o Canadá, masacrados por sus gobiernos y desaparecidos por
cientos de miles durante años. A pesar de las evidencias irrefutables, sigue habiendo
muchos españoles que, afectados por el ‘narcisismo pesimista’, defienden la
mentira de los desaparecidos.
En fin, tópicos como ‘esto sólo pasa en
España’ y similares son los agarraderos más comunes de quienes mantienen viva
la leyenda negra, los ‘narcisistas pesimistas’.
CARLOS DEL RIEGO
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