Es conducta habitual que los chimpancés y otros animales maten (y a veces se coman) a los de su especie, crías incluidas, pero no son asesinos despiadados
Una de las tendencias
del pensamiento animalista extremo es la humanización del animal, es decir,
atribuir al perro, gato o chimpancé el pensamiento o la capacidad de elección,
privilegios exclusivos del humano. A la misma altura intelectual está la
petición de otorgar personalidad jurídica a una masa de agua
Los principales
diarios de tirada nacional daban, con mínimas variaciones, una noticia que
decía: “Asesinada brutalmente una cría de chimpancé albino”. Luego contaban que
el ataque fue obra de otros chimpancés. En otras palabras, los animales que
matan a otros animales los asesinan y, por tanto, todos los carnívoros
(mamíferos, reptiles, peces, anfibios, aves, insectos, moluscos…) y muchos
herbívoros son asesinos, pues cada día matan. La nota asegura que los simios asesinos
acabarían con el bebé albino por “ser diferente o por miedo a lo desconocido”.
Todo el que tenga interés sabe que matar crías (y también adultos) es práctica
bastante habitual entre los chimpancés independientemente de su aspecto, y que
cazan a otros simios para comer y matan congéneres por territorio o por
hembras. Es decir, no mataron al albino por ser diferente (la madre también lo era)
ni por miedo a lo desconocido (no son capaces de esa abstracción), sino porque
su instinto y su bioquímica así se lo ordenaron; el chimpancé o cualquier
animal sólo hace lo que tiene que hacer, no pueden elegir matar o no matar. No
tienen los irracionales esa capacidad exclusivamente humana aunque muchos
humanos se obstinen en atribuir a los animales pensamientos y sentimientos de
hombre. Un animal no es bueno ni malo, pues para serlo hay que tener
inteligencia y conciencia para elegir, y el simio no tiene.
El león que vence al
macho de una manada lo primero que hace es matar a los cachorros para que las
hembras entren en celo. El hipopótamo mata a otros hipopótamos en sus peleas
territoriales y pisotea crías. ¿Son asesinos esos animales teniendo en cuenta
que no pueden hacer otra cosa?
El Mar Menor de
Murcia ha sido utilizado como vertedero durante mucho tiempo, por lo que sus
aguas están tremendamente contaminadas. Por ello, algunos han creído que para
protegerlo de vertidos lo mejor era exigir que esa masa de agua salada adquiera
la condición de personalidad jurídica, que viene a ser la ‘identidad jurídica
que adquiere una persona, entidad, asociación o empresa para contraer
obligaciones y llevar a cabo actividades que generen responsabilidad jurídica’.
O sea, para obtener personalidad jurídica hay que ser persona, entidad,
asociación o empresa, y la albufera murciana no es nada de eso; y tampoco puede
el Mar Menor ejercer actividades ni se le pueden exigir responsabilidades. No
es fácil entender que haya criaturas bienintencionadas, aunque erradas y
exageradas, que piensen que un depósito de agua tiene que tener personalidad.
Más eficaz sería exigir leyes más duras y fuertes multas contra todo el que
vierta residuos, sean industriales, sanitarios, personales…
Hace un tiempo una
juez argentina sentenció que cierto orangután debía ser considerado ‘persona no
humana’, aunque no explicó en qué consistía tal cosa. Seguramente el
pensamiento animalista esté convencido de que humanizar a los animales les
proporciona condición humana, y por tanto consideración, protección y derechos
humanos (aunque no deberes ni responsabilidades). Por la misma razón hay quien
cree que dotando de personalidad a una cosa se la protegerá mejor. Sin embargo,
ni animales ni cosas serán nunca personas ni tendrán personalidad.
Hay veces que la
inteligencia divaga, fabula, y conduce al pensamiento a conclusiones bienintencionadas
pero ilógicas, razonamientos que contradicen las propias bases de la razón.
CARLOS DEL RIEGO
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