El fanatismo que ocupa la mente de algunos les hacen ver gigantes donde sólo hay libros
En Canadá han quemado públicamente ejemplares de los
tebeos de Astérix, Tintín y Lucky Luke. En Inglaterra un tipo denunció al
conductor de un tren porque se dirigió a los viajeros con un “señoras y
señores”, considerándose él ‘no binario’ y, por tanto, no incluido en el
saludo. Y en otro lugares de occidente hay personas que se sienten medio
persona y medio gato o medio perro, y exigen ser considerados ‘transespecie’.
Ven gigantes donde sólo hay molinos
Como casi todo el mundo sabe, don Quijote se echó al
mundo para buscar entuertos que desfacer. Pero al no encontrarlos, él se
imaginaba ver a malvados gigantes, ejércitos amenazadores y majestuosos
castillos cuando ante él sólo había molinos, rebaños de ovejas y fonduchos para
arrieros. Esto se conoce incluso sin haber leído la genial novela. Lo que nadie
podía sospechar es que unos cuatrocientos años después aparecieran malos
imitadores del ingenioso hidalgo, los cuales creen ver racistas y machistas
donde sólo hay tebeos y saludos tópicos.
Al más puro estilo nazi, unos docentes canadienses
decidieron que cómics publicados hace décadas debían ser quemados públicamente
por mostrar dibujos y bocadillos (lo que dice el personaje del cómic) que
insinúan racismo, sexismo, machismo, supremacismo… Es estúpido explicar que la
ficción es ficción, pero aún así puede afirmarse que pocos héroes imaginarios
son tan antirracistas, solidarios y luchadores por los oprimidos como Tintín; y
pocos personajes jamás dibujados serán tan ingenuos como Obélix. Pero unos cuantos
iluminados (e iluminadas) se sintieron seres justicieros, mesías de la única
verdad admisible, y arremetieron contra los libros, y luego se fueron (seguro)
henchidos de la satisfacción de haber hecho justicia ejecutando a los perversos
libros. La lástima es que las páginas impresas, a diferencia de los molinos, no
tienen aspas para defenderse.
Pronto se verán en la pira Shakespeare, pues Otelo es un machista
celoso que mata a su esposa, y además es moro, lo que demuestra el racismo del
autor; y Mark Twain, ya que el malo de ‘Tom Sawyer’ es el Indio Joe, es decir,
demoniza al nativo de EE UU; o el propio Cervantes, un hombre violento que tomó
parte en sangrientas batallas y ridiculizó y demonizó a los desfavorecidos en
‘Rinconete y Cortadillo’… Por poner tres ejemplos bien dispares.
También hace unos días se hizo con algunos titulares una
persona que denunció al maquinista del tren porque saludó a los viajeros con un
aséptico “señoras y señores”. El problema es que el fulano o fulana en cuestión
se declara ‘no binario’, de modo que no se sintió saludado y sí ultrajado, por
lo que presentó demanda, la cual, seguramente, tendrá escaso recorrido. A pesar
de ello, la compañía de transportes pidió disculpas y prometió utilizar
‘lenguaje inclusivo’, lo que significa que acepta bajarse los pantalones ante
la perspectiva de que los ofendiditos que están a la búsqueda de molinos le
monten una campaña en las redes. Cualquiera puede sentirse lo que quiera
(faltaría más), pero su sexo le dice lo que es, aunque se diga binario,
trinario o cuaternario… Pronto elevarán su voz los ‘transespecie’, que son los
que se sienten medio humanos y medio gatos, o medio serpientes, y exigirán que
se les tenga en cuenta y se les añada cuando se hable de señoras, señores, no
binarios…
Este tipo de persona, en fin, debe experimentar una
adictiva sensación de superioridad moral cuando descubre y desvela a la
sociedad que el rebaño de ovejas es, en realidad, un peligroso ejército al que
hay que combatir con el fuego o con las redes sociales. Como alguien dijo
alguna vez, cuando no se tienen verdaderos problemas se buscan, y se
encuentran.
Seguro que no tardarán en arremeter gritando algo
parecido a “¡Gente descomunal y soberbia!”, o a “¡Non fuyades cobardes e viles
creaturas...!”
CARLOS DEL RIEGO.
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