En los siglos en que
la Inquisición extendía su poder por Europa los inquisidores estaban siempre a
la búsqueda y persecución del hereje que se atreviera a cuestionar los dogmas.
Hoy los dogmas son otros, pero los nuevos inquisidores están igualmente
obsesionados con acusar de machismo, racismo, supremacismo blanco…a quien diga
una palabra fuera de sitio. Y ya han dado el siguiente paso: no se conforman
con delatar a los blasfemos de hoy, sino que los buscan en los siglos e incluso
milenios pasados
Hace unas semanas un
profesor estadounidense cuestionó el estudio de los clásicos griegos y latinos,
ya que, afirmó, venían a ser un apoyo intelectual al supremacismo blanco.
Sorprende que alguien informado y leído acuse de tal disparate a personas que
vivieron hace más de dos mil años, cuando no existían esos conceptos y, por
tanto, no podían caer en tales delitos.
La última muestra del
avance de la inquisición ideológica procede de Oxford, Inglaterra. Resulta que la
famosa universidad pretende modificar el programa de música, puesto que ciertos
autores y ciertas partituras están “relacionados con el colonialismo y con la
supremacía blanca”. Así, sostienen estas luminarias que estudiar sólo música de
Mozart, Behetoven o Schubert es estudiar “música europea blanca del período
colonial y esclavista”; además, denuncian que estudiar “música europea blanca
causa gran angustia a los estudiantes de color”. Por si la burla no fuera
suficiente, sugieren que al lado de los Mozart y Behetoven se estudien autores
negros de pop o rap (que dicho sea de paso, no puede considerarse música porque
no se puede pasar a partitura). En otras palabras, el hecho de haber vivido en
la época colonial convierte en cómplice de colonialismo a todo artista (o
personaje relevante) que pisara la tierra entonces. Claro que también puede
decirse colonial a la expansión mongol, romana, visigoda, árabe... y a todas
las invasiones que en la Historia han sido, empezando por la del Homos Sapiens
(¡supremacista él!).
Es asombroso que
desde centros del saber estén pretendiendo adecuar el pasado al presente y
juzgarlo con las normas, leyes y conceptos de hoy; es como si uno aparca en
lugar permitido y, una semana después, en ese mismo sitio se coloca la señal de
prohibido aparcar, pero entonces llega la multa por aparcar en lugar prohibido…
Pero a diferencia de
los inquisidores de la Edad Media, los modernos inquisidores sí conocen los
Derechos Humanos. Por eso resulta desconcertante que los quebranten sin el
menor rubor. Así, una activista holandesa llamada Janice Deul se rasgó las
vestiduras y clamó al cielo cuando se encargó la traducción de los libros de
una poetisa negra llamada Amanda Gormann a un hombre blanco (igual le ocurrió
al que iba a traducirla al catalán). La tal Janice y sus fanáticos exigían con
gritos, insultos y amenazas que ese trabajo se encargara a una mujer, negra y
activista (de su ideología, claro), lo que equivale a exigir que se violen
Derechos Humanos tan fundamentales como los que dicen que no se puede
discriminar a nadie en función del color de su piel (ellos discriminan a
quienes no sean negros), ni por su sexo (ellos discriminan a la mitad de la
humanidad), ni por sus creencias (ellos discriminan a quienes no piensen como
ellos). En resumen, los modernos inquisidores, al igual que los del Medievo, no
respetan los Derechos Humanos; hay dos diferencias, los medievales no podían
cumplirlos por un pequeño detalle, no existían, y hoy los inquisidores atacan
desde las redes.
Otra muestra de la
inquisición ideológica. Los gobernantes de Baleares decidieron que los nombres
de marinos del XVIII-XIX eran franquistas; y también se ha aplicado tal
calificativo a personajes como Los Reyes Católicos, El Cid o Don Pelayo… Resulta
difícil cómo se puede ser cristiano antes de Cristo o marxista antes de Marx. Pocos
empeños pueden ser más estériles que juzgar el pasado: no se puede cambiar, no
se puede borrar por mucho que se intente y no se puede castigar.
Pronto alguien empezará
a elaborar un índice de pinturas y esculturas machistas, racistas,
colonialistas, fascistas, supremacistas, antiecológicas, antianimalistas,
homosexófobas, heteropatriarcales…, y no se librarán ni las pinturas de
Altamira. Y luego será el turno para don Quijote…
CARLOS DEL RIEGO
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