Una película o cualquier obra de arte no es un libro de Historia ni una guía moral, ni tampoco racista |
Nuevamente vuelve a
primera plana el asunto del racismo en el cine (concretamente se señala ‘Lo que
el viento se llevó’), pero parece que esto es sólo el principio. Así, no deberá
extrañar que pronto muchas obras de arte sean acusadas de racistas, machistas,
homosexfóbicas… Sin embargo, la pieza artística no puede ser racista o machista,
ya que no es un ente pensante, pero sí puede expresar esos sentimientos, lo
cual no quiere decir que la película o la novela se sientan superiores a personas
negras o a mujeres
La obra de arte no
puede ser racista ni antirracista. Sí puede reflejar o manifestar racismo, pero
eso no equivale a que sea racista, principalmente porque no será decisión de la
obra de arte (como si fuera un ente pensante que elige ser esto o aquello),
sino de su autor, es decir, el autor puede expresar racismo en sus obras sea él
racista o no, pero éstas no tendrán culpa ni podrán ser acusadas de ese delito.
Por otro lado, una novela, una película, una pieza musical o una pintura no es
un libro de Historia ni una guía moral, no tiene la obligación de mantener
fidelidad histórica respecto a los hechos que narra ni ser ejemplo ético. Es
por tanto un disparate con tintes inquisitoriales la calificación de ‘Lo que el
viento se llevó’ como película racista o amable con la esclavitud, entre otras
cosas porque la trama principal va por otro lado.
El arte siempre estará
sujeto a interpretación. Así, cuando el rock & roll hizo su aparición fue tachado
de música demoníaca, e incluso algunos grupos como Iron Maiden fueron acusados
de incluir mensajes satánicos en sus discos, juzgados por ello y absueltos.
Tanto en la Alemania Nazi como en la Unión Soviética se quemaban en hogueras
públicas obras de arte calificadas como ‘arte degenerado o ‘arte burgués
capitalista’ y, por tanto, peligroso para la única verdad admisible, nazi en un
caso y comunista en otro. De igual modo ocurrió en los tiempos de la
Inquisición, cuando muchos libros fueron repudiados por heréticos, prohibidos,
quemados. Y todo esto sucedió (sucede) porque alguien interpreta la
manifestación artística según sus criterios y mentalidad, y decide que es una grave
amenaza para la Humanidad.
En realidad cada uno ve
e interpreta la película, la novela o la pintura según lo que lleve dentro. Por
ejemplo, cuando una persona normal ve unas fotos de unos niños jugando en la
piscina lo interpreta como imágenes familiares, sin embargo, para un pederasta
se trata de fotos pornográficas… Así, quien califica de racista, machista u
homosexfóbica una película es que, de alguna manera, alberga esos sentimientos,
ve en ella lo que lleva dentro, y se manifiesta más fervorosamente combativo
contra la pieza sospechosa para no resultar él mismo sospechoso; es como los
judíos conversos en la España del XVI, que eran mucho más intransigentes contra
los sospechosos de herejía que los ‘cristianos viejos’ para evitar que las
sospechas cayeran sobre ellos.
‘Lo que el viento se
llevó’ se estrenó en 1939, hace más de ochenta años. Muchos de los que hoy la
acusan de racismo o de presentar una visión edulcorada del racismo son personas
de edad que vieron la película hace veinte, treinta o cuarenta años, sin
embargo, aunque la habrán visto muchísimas veces, nunca antes habían dicho que
era un filme racista ni tolerante con el racismo, nunca se les había ocurrido
tal cosa, jamás lo habían pensado; en otras palabras, parecen haber descubierto
ahora sus pecados, sólo ahora, cuando la ola de puritanismo inquisitorial dice
cómo hay que pensar y, así, la juzga y la sentencia. Lo mismo ocurre con las
pelis de dibujos de Disney, que después de millones de visionados han sido
halladas culpables de machismo; choca que nadie se diera cuenta de ello hace cuarenta
años, y que los acusadores, aunque la vieran mil veces, no encontraran antes el
delito. Sí que hubo racismo cuando en la entrega de los Óscar colocaron detrás a
Hattie McDaniel, la criada negra, para que no se la viera mucho.
Los guardianes de la
verdad absoluta, los espíritus puros y libres de todo defecto se piensan los
únicos legitimados para decidir qué es malo y qué bueno, qué peli u obra de
arte no es suficientemente antirracista o feminista. Y quien lo discuta es un…
CARLOS DEL RIEGO
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