Varios monstruos como este, de más de 30 toneladas, pasaron por encima del cuerpo de Max Goa, linchado en las calles de París junto a su esposa |
El 19 de agosto de
1944 las tropas aliadas entraron en París, liberándola de los nazis tras cuatro
años de ocupación. Durante varios días los ejércitos victoriosos desfilaron por
las calles entre gritos de júbilo de los parisinos. Se temía, sin embargo, que
quedaran francotiradores para sembrar el pánico. El día 25 Max Goa y su esposa,
Madeleine, fueron confundidos con los tiradores, apaleados y linchados; a Max
lo echaron bajo las cadenas de un tanque, a Madeleine la tirotearon.
La alegría por la
liberación convivía en aquella Francia con el odio y deseo de venganza contra
los que habían colaborado (mucho o poco, directa o indirectamente) con el
invasor. Las llamadas Fuerzas Francesas del Interior (FFI) se habían formado en
los meses anteriores a la liberación para apoyar a los ejércitos aliados; el
problema es que muchos presos comunes, ladrones, asesinos y matones de todo
tipo habían encontrado en ellas acomodo e incluso redención. Una vez que se
fueron los nazis, las FFI se dedicaron a buscar sospechosos de
colaboracionismo, y era suficiente cualquier acusación para que el presunto se
convirtiera en culpable, no había que probar ni juzgar. A veces lo tiroteaban sin
más, otras veces los fusilaban después de torturas y palizas; también se dieron
casos de acusados que fueron juzgados legalmente y absueltos de todo cargo,
pero a los que las FFI asesinaron de todos modos. Evidentemente, gran cantidad
de aquellos linchamientos fueron por causas que nada tenían que ver con los
alemanes, y también se probó la falsedad de muchas acusaciones después de la
muerte de los desdichados.
Un caso espantoso,
atroz, bestial, fue el del matrimonio Max y Madeleine Goa. Él era técnico dental
y ella regentaba un café en París. El día 25 también ellos celebraban el
acontecimiento en su piso de la avenida de Italia. Entonces sonó lo que parecían
tiros. Max tomó su telescopio, salió al balcón y empezó a mirar, buscando al
tirador. Abajo, alguien vio el aparato, lo confundió con un fusil y gritó
“¡allí, es él, el tirador!”. Los FFI levantaron la vista y divisaron el objeto
negro y largo. Entraron en el edificio y subieron las escaleras enfurecidos.
Entraron en casa de los Goa y, antes de que pudieran decir nada, les cayó tal
paliza que apenas podían abrir la boca. No se necesitaba ninguna prueba o
testimonio: eran traidores asesinos. Los bajaron a la calle, recibiendo
patadas, puñetazos y escupitajos de todos los que esperaban su paso al bajar
las escaleras. Una vez en medio de la multitud el odio se multiplicó, no había
superficie corporal suficiente para recibir todo lo que les caía. Entonces, los
FFI arrojaron el maltrecho cuerpo de Max, aún vivo, bajo las cadenas de un
tanque Sherman que pasaba a gran velocidad. Luego pasó otro, y otro… Allí quedó
una horripilante ‘sanguinolenta papilla humana’, según un testigo.
¿Y Madeleine? Fue
llevada al centro de tortura que se había montado en el Instituto Dental
Georges Eastman. Un grupo de FFI se constituyó en tribunal de una burda
mascarada a la que llamaron juicio; la condenaron a muerte, pero ella, a pesar
de haber recibido palos y palos, insultos y todo tipo de vejaciones, no perdía
la cara a sus agresores, les devolvió los insultos, se burló, se rio de ellos.
Algunos la tildaron de loca. Finalmente, unos días después del asesinato de su
marido, la colocaron frente al pelotón de ejecución. Madeleine les sacó la
lengua y les dio la espalda segundos antes de recibir tres balazos.
El piso del matrimonio
fue registrado concienzudamente mientras eran linchados. Un FFI informó que no
se había encontrado ni rastro de armas, municiones, cartucheras o cualquier
cosa relacionada.
Luego se supo que Max
pertenecía al SFIO (Sección Francesa de la Internacional Obrera), que él y ella
formaban parte del servicio médico del Frente Nacional, que habían acogido,
escondido y cuidado a numerosos judíos y a aviadores aliados derribados durante
la ocupación. Incluso Max formaba parte de las mismísimas FFI. Eran patriotas y
miembros de la resistencia.
Este vergonzoso
episodio (tan parecido a los sucedidos durante la Revolución Francesa) está
bastante oculto, de hecho no tiene entrada en Wikipedia. Y a pesar de este y muchos
otros sucesos similares de franceses contra franceses, jamás se han acusado a
sí mismos de cainitas, a diferencia de otros…
CARLOS DEL RIEGO
terrible !!
ResponderEliminarSi, aterrador. Muchas gracias
Eliminar