La inconfundible y fina estampa del dúo en una de sus últimas actuaciones, en 2010, contrasta con lo mal que se llevaban entre ellos |
Era enero de 1970 cuando Simon & Garfunkel publicaban su último Lp de estudio, ‘Bridge over troubled waters’, y también ese año deciden separarse. Desde entonces han regresado varias veces, aunque siempre sin más intención que dar unos conciertos, publicar disco en vivo y sacar una pasta, pues sus canciones siguen teniendo un gran tirón comercial y emocional. Sin embargo, ellos siempre mantuvieron una relación de puro enfrentamiento
No está la
trayectoria de Simon & Garfunkel plagada de grandes titulares, escándalos,
locuras y otros comportamientos excesivos típicos de las estrellas del rock,
sin embargo, sí que presentan todos los celos, inquinas, desconfianzas y
suspicacias que suelen aparecer en toda relación de pareja, ya sea artística,
personal o profesional.
Cuando se piensa en
tan inconfundible dúo automáticamente se les coloca en el estante del
‘folk-rock’, aunque ellos jamás se sintieron cercanos al folk. Su álbum de
debut, ‘Wensday morning 3 AM’ (1964) fue completamente acústico, casi todo
guitarra y voz, fácilmente encuadrable en el folk-rock que se abría camino en
Usa; pero la cosa no funcionó y las ventas fueron decepcionantes a pesar de que
ya incluía el clásico ‘The sound of silence’. El desastre los dejó cerca de la
separación, pero el año siguiente un avispado productor, Tom Wilson, se dio
cuenta de que a los locutores de radio les gustaba y radiaban dicho tema, así
que pensó que, con otro aire, tal vez podría tener posibilidades. Sin consultar
a nadie, Wilson empezó a trabajar, tomó la canción y le añadió batería, bajo y,
claro, guitarras eléctricas. La nueva mezcla gustó tanto que rápidamente se
pusieron a trabajar en un segundo Lp que la incluyera. El éxito fue inmediato y
ya nunca los abandonó.
Siendo el compositor,
Paul Simon ha desarrollado una carrera mucho más amplia y exitosa que su
compañero. Y aunque nunca fue un tipo polémico y dado a llamar la atención,
Simon llegó a ser repudiado por la ONU y la ANC. Fue en 1987 cuando se vio en
su lista negra por haber grabado parte de su álbum ‘Graceland’(1985) en Sudáfrica, un país que entonces tenía un
régimen racista (el ‘apartheid’) y estaba excluido de todas las organizaciones
internacionales, de manera que todo el que tuviera algún tipo de relación con
ese país era boicoteado, señalado como colaborador del racismo. Esa etiqueta
era muy negativa para Paul, así que explicó que grabó allí tratando de dar a
conocer la cultura autóctona y que, además, nunca actuó ni nunca actuaría…,
ah!, eso es otra cosa, debieron pensar
los paniaguados de la organización, y le levantaron el castigo. Pura
hipocresía.
Paul, que se ha
casado tres veces (la primera con Carrie Fisher, la princesa Leia en La Guerra
de las Galaxias) perdió una millonada cuando, hacia 1998, estrenó un musical
para Broadway que fue un completo fracaso y que apenas estuvo un par de meses
en cartel.
Como es sabido, Paul
y Art nunca se llevaron lo que se dice bien, y con el paso los años la inquina
fue creciendo hasta convertirse en verdadero odio. A Paul le fastidiaba
enormemente que hubiera muchos que pensaran que él era, simplemente, el que
componía las canciones de Art: “Llegué a la conclusión de que yo podía escribir
y cantar sin necesitar a Art”; dijo el bajo del dúo; y también le fastidiaba enormemente
que los productores dieran todo el protagonismo vocal al otro, sobre todo en
los temas de más éxito. También se recuerda una jugarreta que Paul hizo a Art
cuando aun se llamaban Tom y Jerry (en los 50): al parecer, después de que un
disco no tuviera repercusión, y sin decir nada al compi, firmó un contrato con
una disquera para iniciar su carrera en solitario, cosa que no debió sentar muy
bien a alto del dúo. Pero echaron pelillos a la mar y volvieron a ser un grupo.
Cuando el final estaba cerca se tiraron los trastos a la cabeza escandalosamente:
“¿Ese estúpido quiere separarse?, debería ser yo quien tendría que haberse ido
antes (…) se cree Napoleón”, disparó Garfunkel. En las posteriores reuniones quedó
clara la animadversión que se mantenían; en la de 1993 llegaron a hacerse
faenas el uno al otro en escena, en plena actuación. En fin, la lista de
desencuentros, insultos y menosprecios entre ellos es larguísima. Se llevaban
como el perro y el gato, como los Tom y Jerry de los dibujos.
Es fácil conjeturar
que Garfunkel envidiaba la capacidad de Paul para componer, y éste las
cualidades vocales de aquel. El caso es que en 2010 el alto con pelo de
escarola estuvo a punto de perder la voz. Él mismo contó que se atragantó
mientras comía marisco, quedándose enganchado en su garganta un trozo de langosta;
la cosa pareció terminar cuando el trozo de crustáceo fue extraído, pero no,
apenas podía tragar y sentía fuertes dolores en la garganta. Fue al otorrino y
éste descubrió que una de sus cuerdas vocales se había quedado rígida, lo que
significaba que no podría cantar, pues sólo le salían bien las notas altas y
las bajas, pero no podía con las intermedias; tuvieron que cancelar toda una
gira. El tipo no se rindió, comenzó a reeducar la voz, a entrenarla, poco a
poco, hasta que recobró toda su capacidad cuatro años después. Se dice que no
ha vuelto a comer crustáceos.
En todo caso, la vida
más allá del escenario de Garfunkel es más… original que la de Simon. Es un
apasionado de la caminata, va andando a todas partes, sobre todo si su destino
está lejos. Cuentan que esta afición le surgió en los primeros ochenta, en
Japón, cuando descubrió el ‘placer’ de desplazarse siempre a pie. Así, en 1983
se inventó el ‘Walk across America’ (fue Garfunkel, no Forrest Gump) y se fue
de costa a costa en el coche de San Fernando, un rato a pie y otro andando;
claro que se tomó su tiempo, unos catorce años le llevó llegar de este a oeste.
Y luego repitió en Europa, desde Irlanda a Turquía, trecho que concluyó en
2014.
Otra de las pasiones
de Art es la lectura. Y contarlo. En su página web aparece un listado de todos
los libros que ha leído en las últimas cinco décadas y otro con sus títulos
preferidos; incluso se leyó un diccionario de 1664 páginas. En fin, el cantante
se ha devorado, desde 1968, 1299 libros. El primero y el que encabeza su lista
de favoritos es ‘Les Confessions’, del indeseable pervertido Jean Jacques
Rousseau.
Por si fueran poco
cercanas a la estrella del rock esas aficiones, Garfunkel es también profesor
de Matemáticas. Al separarse en 1970 Paul inició su carrera en solitario, pero
Art decidió enseñar Geometría. Se cuenta que, en 1971, harto de que sus alumnos
sólo vieran en él un cantante famoso les dijo que sí, que había logrado grandes
éxitos cantando, “pero ahora no vamos a hablar de eso sino de Matemáticas, y al
terminar el curso hablaremos de la música y la fama”. La treta funcionó y los
chavales le hicieron caso, así que al finalizar el curso les regaló un par de
canciones. De todos modos no tardó ni un año en volver a los escenarios.
Tras más de diez años
separados, se reunieron en 1981 para dar aquel multitudinario concierto en el
Central Park de Nueva York del que salió un magnífico Lp en vivo. Entonces
estuvieron a punto de recuperar el dúo y grabar nuevo disco como Simon & Garfunkel.
Pero las rencillas personales no desparecen así como así. Paul declaró que
“deseaba estar presente cuando Art grabara sus voces, puesto que si no me
gustaba no lo iba a consentir”. Garfunkel, por su parte, deseaba estar él solo,
sin Paul presente, al grabar sus sesiones. Ninguno de los dos cedió. Según un
directivo de la compañía, “Paul quería afirmarse como líder del grupo y Art no
soportaba las ínfulas del otro, así que éste renunció al proyecto”, dejando a
su ex con los temas hechos pero sin disco; los lanzó más tarde en solitario,
‘Heart & bones’, pero ya no era un disco de Simon y Garfunkel y fracasó
comercialmente.
Sus canciones siempre
resultan acariciadoras, voz dulce, melodía armoniosa y delicada, ambiente
suave…, todo lo contrario de la relación entre ellos.
CARLOS DEL RIEGO
Estaba escuchándoles ahora mismo en una recopilación de grandes éxitos y me acorde que el viernes en la radio dijiste que escribirías sobre ellos....
ResponderEliminartambién escuchare a los carpenters, por lo que comentaste el mismo día de Karen y su voz, hace siglos que o los escucho
me asombra tu memorión y me quito el sombrero ante ti chaval....
pero si echamos un pulso... seguro que te sigo ganando je je je
Gracias amigo Bolas, un abrazo. Ah, eso habría que verlo, jajaj
EliminarJAJAJAJA, Eso había que verlo Bolas. Abrazo
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