La ruptura de Eagles fue muy sonada y se produjo en pleno concierto. |
Hay veces que la separación de grandes bandas de rock se ve venir, mientras otras sorprenden a todos. Y las causas son idénticas a las que se observan en otros ámbitos, ya sea el familiar, el empresarial, el político…, es decir, en el fondo, las grandes estrellas responden a impulsos, estímulos y pasiones tan corrientes como las de cualquier ciudadano. En fin, el glamur se suele quedar en el escenario, desaparece cuando se apagan los focos. Tal vez la separación más célebre, más analizada y revisada sea de la de los Beatles, que tuvo un poco de choque de egos, discrepancias profesionales, influencias tóxicas del exterior… Pero también se han dado otras desbandadas que merecen ser recordadas.
Como
muchas veces ocurre, hay grupos de sonido refinado y elegante cuyos miembros se
llevan poco menos que a matar. Uno de ellos es el californiano Eagles, cuyo
rock suave y repulido contrasta con las ásperas relaciones que mantenían
algunos de sus miembros. Su final fue sonoro e inaudito. Antes de un concierto
que dieron para recaudar fondos para un senador estadounidense, al darle las
gracias la esposa de éste a cada de ellos, Don Felder respondió “de nada” y
luego, entredientes pero lo suficientemente alto, “supongo”. Este desplante le pareció
fatal a Glenn Frey, que se lo reprochó allí mismo, cosa que a Felder no debió
parecerle muy bien. Luego, durante el concierto, en pleno escenario, entre
coros, estribillos y solos, se fueron diciendo indirectas y directas uno al
otro. Cerca del final Frey, guitarra y voz, le dijo algo así como “jódete, dentro de tres
canciones, cuando termine el show, te voy a patear el culo, amiguito”. Y Felder,
también guitarra y voz, replicó “perfecto, pero yo no puedo esperar tanto”.
Luego, en los camerinos la cosa no llegó a las manos, aunque Felder, rabioso,
destrozó una guitarra. Más tarde, el bajista, Timothy Smith , llamó a Frey para
preguntarle qué tal, a lo que el músico respondió que el grupo ya no existía.
Hasta que catorce años más tarde hubo reunión, y más tarde aún Felder, fue
despedido, los denunció, hubo problemas de dinero, juicios… Y hace tres años
Frey murió. Un final vulgar para uno de los grupos más selectos.
Las
principales enfermedades que suelen llevar al cierre a una banda de rock son
las relacionadas con el dopaje y el bebercio, aunque las enfermedades
corrientes también pueden acabar con un grupo. Los neoyorquinos Blondie se
vieron obligados al cese a causa de una dolencia común…, aunque rara. A
comienzos de los ochenta, con el grupo en sus máximos de ventas y popularidad,
al compositor y guitarrista (y pareja de Debbie Harry) Chris Stein le fue
diagnosticado pénfigo, un mal inusual que afecta a la piel y provoca ampollas
muy dolorosas en la boca, en la garganta, en los pulmones… Stein tuvo que coger
una baja indefinida y el grupo se deshizo, aunque ella se quedó a su lado (“no
hice nada raro, era mi compañero”), declaró la cantante posteriormente.
Afortunadamente la variedad que afectó a Chris no era de las más severas, de
modo que en unos años y con un tratamiento de esteroides el músico pudo volver
a la actividad (afortunadamente no hay control antidoping en el rock &
roll). A finales del pasado siglo, y con la enfermedad bajo control, Blondie se
rehízo y regresó a escena, pero habían perdido un tiempo precioso.
The
Clash es un grupo que gusta y cae bien a (casi) todo el mundo. Sus incendiarias
canciones, que nunca perdieron rabia y agresividad aunque ya no fueran
estrictamente punk, exigían un enorme esfuerzo tanto en lo artístico como en lo
que afecta a la integridad y credibilidad. Tanto desgaste pasó factura y a
mitad de los ochenta el viaje de The Clash se interrumpió brusca y
definitivamente. En 1999, tres años antes de morir, el principal ideólogo de la
banda, Joe Strummer, explicó que llevaban años de agotadora actividad y “todos
estábamos muy cansados, y además, yo notaba que me estaba quedando sin ideas y
sin energía”. Pero hay más, en 1982 hicieron una gira con The Who, que se
despedían (volverían años después, claro); el caso es que a Joe no le gustó
verse en lo que alguno calificó como ‘el circuito de la nostalgia’ y señaló que
“ver a The Who al final de su vida y ver lo que nos esperaba me hizo pensar”,
en fin, que no quería que The Clash se convirtiera en un viejo dinosaurio. Su
frase final es concluyente: “nos estábamos convirtiendo en nuestros padres”.
Cierto que hubo problemas entre sus miembros, pero la causa final de la ruptura
fue la sólida raíz punk que permanecía en la mente de Joe Strummer. Claro que,
de haber seguido vivo, la radicalidad se hubiese atenuado y The Clash hubiera
tenido una segunda oportunidad.
Una
desbandada absurda fue la de los británicos The Zombies. Resulta que hacia
1968, y a pesar de su sonido estiloso y excelentes melodías, en Inglaterra eran
un fracaso; de hecho, Rod Argent contó que vivían gracias a que daban muchos
conciertos cobrando muy poco. Hasta que se cansaron de no ver recompensa al
esfuerzo y se separaron. Entonces descubrieron que fuera de su país habían
tenido mucho éxito, en Estados Unidos, en Alemania, en Francia, incluso en
España: ¡en su casa es donde menos caso les habían hecho! Un año después les
ofrecieron un millón de dólares por dar una gira por Usa, pero para entonces
“ya habíamos emprendido caminos separados”, explicó Argent. Sin duda, hoy esto
hubiera sido imposible.
Los
Everly Brothers se cansaron de serlo. Un día de 1973 Don le dijo a Phil que el
siguiente ‘show’ sería el último, puesto que estaba harto de ser un ‘Everly
brother’; a la hora del concierto se presentó tan borracho que alguien de la
organización trató de interrumpirlo, cosa que enfureció tanto a Phil que se
marchó de escena rompiendo guitarras. Curiosamente, ebrio, Don se quedó y
terminó él solo. Fue el fin…, excepto en ocasiones excepcionales, como cuando
Paul Simon los reunió para que tocaran con Simon & Garfunkel; era 2003 y
Simon afirmó que llevaban años sin verse, y que se encontraron en el
aparcamiento poco antes del primer concierto. Está claro, estaban hartos.
Curioso
es el hecho de que grupos con integrantes abiertamente enfrentados continuaran
como perfectos profesionales (Ramones, Rolling Stones).
CARLOS
DEL RIEGO
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