Siempre rodeado de teclados, Rick Wakeman rindió tributo y convirtio en música a cada una de las seis esposas de Ernique VIII.jpg |
En
menor medida que ellos, cierto, pero desde que la escritura dejó atrás la
prehistoria, o sea, desde que se empezó a dejar constancia de hechos,
pensamientos o personas, siempre ha habido nombres de mujer reclamando
protagonismo. Muchas permanecen en la cultura popular, de modo que no podrá
extrañar que el rock & roll (perfecto representante de esa cultura) haya convertido a algunas en objeto de grandes
y señaladas composiciones.
No
hace falta ser un ratón de biblioteca para saber de la corta peripecia vital de
Juana de Arco, un personaje con gran peso histórico en la Europa Medieval y
cuyo nombre es reconocido en cualquier parte; mística y guerrera, acaudilló
ejércitos franceses en la Guerra de los Cien años pero, como es sabido, fue
quemada por hereje por los ingleses. Son varias las canciones que la tienen
como personaje principal, entre ellas hay dos del mismo grupo, Orchestral
Manoeuvres in the Dark, que en 1981 le dedicaron ‘Joan of Arc’ y acto seguido
‘Maid of Orlenas’ (La doncella de Orleans). Ambas tienen un aire melancólico
muy típico en este dúo identificado con el más cadencioso techno-pop; la
primera ofrece un texto enigmático que habla de una “muchachita católica
enamorada”, que “todo lo que tiene que hacer es decir las palabras correctas”;
la segunda, que alcanzó mucho mayor éxito, también tiene una letra misteriosa y
espiritual en torno al corazón de Juana y de su disposición a entregarlo todo,
hasta su vida, por mantener sus convicciones. Son evidencias de que su nombre ha
vencido al paso del tiempo.
Los
cuadriculados y mecánicos Karftwerk subrayaron el mérito de la descubridora de
la radiactividad, Marie Curie, en su emblemática ‘Radio-Aktivität’ (1975). La
atmósfera que el grupo alemán logró en este tema causó gran impacto en aquel
momento, e incluso su escueta melodía se quedó para siempre en la memoria de
los que tuvieron la suerte de descubrirla en su día. Habitualmente parcos en
los textos (no en vano su propuesta se basa en el mayor protagonismo de la
máquina), Kraftwerk se refiere a la señora Curie como la científica que enseñó
al mundo ese fenómeno que “está en el aire para ti y para mí”. Aunque
mencionada casi de refilón, nadie necesitó nunca preguntar quién era esa señora
que, hay que recordarlo, es doble Premio Nobel.
Mujeres
típicamente estadounidenses también protagonizan títulos emblemáticos. Poco
conocida es la historia de la llamada ‘Rose of Cimarron’, una chiquilla de 15
años llamada Rose Dunn que se unió a una banda de forajidos en el viejo oeste;
tiraba de colt, manejaba el lazo, montaba a caballo como uno más y seguramente
tomó parte en más de un tiroteo junto a un famoso pistolero, George ‘Bitter
Creek’ Newcomb, de quien fue pareja; lo curioso es que fueron los hermanos de
Rosa, convertidos en cazarrecompensas, los que liquidaron a Newcomb y cobraron
los 5.000 $; ella, que no tuvo que ver en la refriega, abandonó la mala vida,
se casó y vivió hasta la vejez. Esta cinematográfica vida fue convertida en la deliciosa canción ‘Rose of
Cimarron’ por el grupo estadounidense Poco en 1976; el más evocador y elegante
country-rock arropa las cálidas voces que transportan a los días de caminos
polvorientos, de fogatas y soledad. Aunque no fue la única, la Rosa tuvo tanto
coraje y los arrestos como sus compinches masculinos.
Por
otra parte, la voz rasposa de la cantante estadounidense Kim Carnes escaló alto
en las listas en 1981 con una canción, Bette Davis’ eyes’, que recordaba a
algunas de las grandes estrellas de los años dorados de Hollywood; por ahí
aparecen históricas del cine como Jean Harlow o Greta Garbo, mujeres fatales
que, junto al hechizo de los ojos de Bette Davis, “te harán rodar como un dado”
y, en fin, serás un pelele en sus manos. Las grandes divas del cine siempre
mostraron carácter y personalidad poderosa, y rara vez fueron juguetes en manos
de los hombres, más bien al contrario.
Charlotte
Corday ha pasado a la Historia como la asesina de Jean Paul Marat. El bilioso,
vengativo y sanguinario revolucionario, conocido como ‘El amigo del pueblo’,
era un entusiasta de la guillotina, señalando cada día a los candidatos al
cadalso (monárquicos o revolucionarios moderados), elaboraba listas negras,
elogiaba ejecuciones en masa como la ‘Masacre de septiembre’ y, en fin, nunca
dejaba de exigir sangre y cabezas en sus violentísimos textos. Charlotte tenía
25 años cuando entró con engaños en casa de Marat, que estaba tomando un baño;
ella le enunció una lista de diputados fugados, él (según una versión) dijo:
“todos estarán ante la guillotina antes de una semana”; sin mediar más palabra,
la joven le clavó un cuchillo en el corazón; no parece necesario apuntar que la
justiciera Charlotte Corday acabó en la guillotina. El escocés Al Stewart le escribió
una canción en 1993; es una preciosa melodía presidida por un piano en la que
el cantante y compositor se refiere más al fantasma de Charlotte que a ella
misma, acechando en la noche, vestida de negro, paseando por el pasillo y
buscando el perdón. Casi siempre el magnicida es hombre, casi siempre…
Cabe
en este somero recorrido por piezas del rock que rememoran a mujeres que
dejaron su huella en la Historia el monumental ‘The six wives of Henry VIII’, Las
seis esposas de Enrique VIII, que el virtuoso teclista inglés Rick Wakeman
publicó en 1973. Este rey ha pasado a la historia como un sátrapa que se casaba
y al poco cortaba la cabeza a su esposa, sin embargo, la realidad es que ‘sólo’
cortó un par de cabezas, las de Ana Bolena y Catalina Howard (que además eran
primas). El álbum que Wakeman dedicó a esas mujeres es instrumental, cada
esposa tiene su propia pieza y, según él mismo explicó, responde a sus propias
percepciones acerca de cada una, todo ello con el barniz del rock sinfónico y
progresivo tan característico de aquellos años. Sea como sea, el artista hace a
lo largo del álbum un deslumbrante despliegue de dominio de todos los
instrumentos de teclado que estaban disponibles: sintetizadores varios,
melotrón, órgano eléctrico, piano electrónico, piano de cola, órgano de iglesia
y clave.
Mujeres,
Historia y rock también están interconectados.
CARLOS
DEL RIEGO
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