El almirante ha sido degradado en muchos lugares de América. |
Además
de todos los razonamientos mil veces expuestos, esa retirada de honores a
Colón, acto que en el fondo tiene intención de ningunear méritos a
protagonistas españoles de la Historia y reconvertirlos en delincuentes (por
envidia, complejos, prejuicios o ideologías absolutas), esos actos de
degradación, pues, chocan con dos cuestiones: el disparate de valorar el pasado
con ojos de hoy y, por otro lado, no aceptar que los indios americanos eran terriblemente
violentos con sus semejantes antes de que llegaran las naves españolas.
Con
acciones de este tipo se pretende juzgar la Historia, y no sólo eso, sino que
en ese juicio se sienta en el banquillo a personas y hechos de hace siglos
exigiéndoles valores actuales. Aunque parezca innecesario, hay que recordar que
los que antes llegaron a América (empezando por Colón) se conducían por un
pensamiento todavía medieval, o sea, no pueden exigírseles valores y conductas
que no aparecieron hasta siglos después: no es lógico aplicárseles una especie
de retroactividad moral. Asimismo, es un ejercicio de hipocresía abominar de
los excesos de los conquistadores de hace 500 años (cualquiera de los que hoy
los critica, de haber estado allí entonces, hubiera actuado igual que ellos) a
la vez que no se pronuncia un solo reproche a los estadounidenses que acabaron
con los indígenas que poblaban lo que hoy es USA, un país que ya estaba en la
Edad Contemporánea y donde se conocían la democracia y los derechos humanos, e
incluso se ejercían…, en algunas partes. Por no hablar del tema de la
esclavitud y la segregación racial que de hecho estuvo en vigor en USA hasta
hace unas décadas.
Los
que adoptan este tipo de posturas (que suelen ser seres cargados de prejuicios
e ignorancia) consideran intolerable la violencia que ejercieron los recién
llegados sobre los autóctonos; sin embargo consideran aceptable la que ejercían
éstos entre ellos, que objetivamente era muchísimo más sangrienta y cruel, pues
su pensamiento estaba mucho más retrasado, no existía nada parecido al derecho
y lo único que prevalecía era la fuerza y el terror (y no hay que juzgarlos por
ello). Así, las palabras del promotor y máximo defensor de la destitución y
humillación del almirante, Mitch O´Farrel (que al parecer tiene de indio lo que
lo que Trump de comunista), son prueba evidente de su ignorancia y mala fe; el
tal habla de “las atrocidades cometidas por Colón y sus hombres” y del “proceso
violento de dominación y esclavitud que ejerció sobre los indios”. Sin embargo,
antes de que aquellos tres pequeños navíos aparecieran, había pueblos indígenas
(por ejemplo los aztecas) que tenían sometidos a todos los que estaban a su
alcance (tlaxcaltecas, totonacas, olmecas…), a los que sin duda dominaron con
extrema violencia y esclavizaron hasta la muerte, llevando a cabo atrocidades
escalofriantes, entre las que eran habituales arrancar el corazón palpitante a
la víctima del sacrificio, cortarlo en trozos, comerse unas partes y dar el
resto a los animales; pese a ello nadie pide quitar la estatua de Moctezuma.
Por ello, ¿por qué hechos parecidos tienen tan distinta consideración?
Está
claro, en fin, el sectarismo ignorante de este ‘indio’, pues es indiscutible que
quien acabó de modo sistemático y planificado con los indígenas fue su país,
Estado Unidos, sus gobernantes y su población blanca, hecho que prueba la
población residual de amerindios estadounidenses y la abundancia en el resto
del continente; se estima que en Hispanoamérica hay unos 400 grupos étnicos
distintos en constante crecimiento, y un total (en 2014) de 50 millones de
norte a sur (en muchos países son la mayoría), mientras que en Estados Unidos
rondan los 2 millones pudriéndose en las reservas. Ven la paja en el ojo ajeno
y no la viga en el propio.
En
fin, da la sensación de que todos estos jueces de la Historia estuvieran
convencidos de que lo mejor sería que América siguiera aislada, que nadie
hubiera llegado allí nunca, que los indios continuaran masacrándose y
sacrificándose unos a otros, que permanecieran en el Neolítico y al margen del
resto del planeta. Es como si pensasen que, sin Colón e Isabel de Castilla, el
continente seguiría hoy desconocido para europeos, asiáticos y africanos. Sin
embargo, aunque el marino no se hubiera embarcado, no hubiera pasado mucho tiempo
antes de que barcos ingleses, holandeses, franceses…, o chinos o japoneses, arribaran
a aquellas costas. Si esto hubiera ocurrido, todo habría sido muchísimo peor,
como nos demuestra la historia colonial de esos países.
CARLOS
DEL RIEGO
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