Las sectas son ejemplo de creencia disparatada.. |
El
azar, la circunstancia, las condiciones de cada persona influyen de modo
determinante en su vida, en sus creencias, en su modo de pensar, y así hay
gentes que, por diversas razones, están dispuestas a dejarse convencer casi de
cualquier cosa. Existen poblaciones (hoy ya muy pocas) que no tienen acceso más
que a lo que el poder les permite, por lo que su conocimiento de la realidad es
totalmente falso; el caso más evidente es el de Corea del Norte. En entornos de
libertad y democracia, sin embargo, a la larga la manipulación termina por
destaparse (aunque siempre hay excepciones); a pesar de ello, no son pocas las
personas que, a fuerza de atender siempre y exclusivamente a las mismas fuentes
de información, pierden la perspectiva, caen en los trucos de quienes manejan
los medios y terminan por creer sólo aquello que están acostumbrados a
escuchar; y también están los que carecen de interés y curiosidad y nunca se
preocupan por enterarse de las cosas.
Por
ejemplo, estos días ((VII-17) se ha conocido una investigación que concluye
que casi un cuarto de estadounidenses cree
que el 4 de julio se celebra su independencia de México, de Alemania, de
Francia…, incluso alguno dijo que de Brasil, de China, de Rusia. Otro trabajo
reciente explica que un siete por ciento de yanquis, 16 millones, pensaban que
la leche chocolateada procede de vacas de color marrón. Y aun se recuerda
cuando, poco antes de que se pusieran de moda, muchos docentes de Usa no sabían
que los dinosaurios no vivieron a la vez que los humanos. Son muestras de
ignorancia procedentes de la falta de interés por todo aquello que no sea
estrictamente necesario para el vivir diario.
Luego
está el caso del personal que se ha dejado convencer, o ha sucumbido al
bombardeo propagandístico sistemático, hasta creer ciegamente en una idea que
pasa por encima de toda lógica, de toda posibilidad real. Tal se está
comprobando en Cataluña, donde hay no pocos catalanes convencidos de que toda España
subsiste gracias a ellos, y que las demás regiones estarían condenadas al
hambre en caso de que Cataluña deje de enviar dinero… Poco importa que los
números demuestren lo contrario, incluso los de su propio gobierno autonómico,
de manera que cuando se les presentan datos matemáticos irrefutables replican,
con convicción absoluta, que todo eso forma parte de un engaño, de un
gigantesco montaje en el que participan todos los que no concuerdan con su
idea. Y no hay forma de que cambien su percepción por más razones, pruebas y
argumentos que se aporten. Es este un caso de gentes que, teniendo acceso a
toda la información, rechazan aquello que esté en contra de su creencia.
En
el terreno de la política abunda mucho la especie de pensamiento que tiende a la
certidumbre más exclusiva, la cual reduce todo a blanco o negro, bueno o malo,
nosotros y el resto; lógicamente, este maniqueísmo no admite los tonos grises
ni las discrepancias, y ni siquiera sopesa la posibilidad de que tal vez
existan otras visiones, otras opiniones tan válidas como las suyas. Por
ejemplo:
Varias
ciudades españolas acogen cada año la ‘Feria del libro marxista’, que es, como
puede suponerse, una romería de exaltación de la causa (es inimaginable una
feria del libro fascista, pero sí comunista a pesar de que los perjuicios
ocasionados por uno y otro son equiparables). En este entorno el pensamiento
más extendido es que todo lo malo que la historia atribuye al comunismo es
falso, un invento, una manipulación de los poderes capitalistas; y por la misma
causa proclaman escritores, oradores y público de esta feria que el sistema de
campos de concentración soviético, el gulag, es una fantasía creada por el
escritor Aleksandr Solzhenitsyn, y ello a pesar del enorme caudal de testimonios
de primera mano, libros, imágenes, documentos... (y es que, a diferencia de los
campos nazis, los soviéticos no fueron liberados, así que no se ha podido
entrar a investigar); igualmente no son pocos los entusiastas del
marxismo-leninismo que sostienen vehementemente que Lenin era poco menos que un
espíritu puro aunque, entre otros muchos de sus elocuentes textos, se les
muestre un telegrama fechado el 10-VIII-1918 que dice “colgad de manera que
todo el mundo los vea a cien kulaks (propietarios), ricos y chupasangre para
que al verlo la gente tiemble y se diga: matan y seguirán matando”; y algo
parecido ocurre con los fans de Stalin, al que el negacionismo comunista
atribuye un desconocimiento total de las purgas, del Gran Terror, del
‘holomodor’ ucraniano, de los juicios masivos, de las deportaciones al gulag,
de los trabajos forzados en la tundra helada, del exterminio de judíos,
cristianos, homosexuales, cosacos…, por increíble que parezca hay quien está
convencido de que Stalin era un pobre hombre que no se enteraba de lo que
hacían quienes estaban a su alrededor… En fin, que el negacionismo no es
patrimonio exclusivo de los simpatizantes más irredentos del nazismo, los
cuales mantienen que las imágenes del holocausto están todas manipuladas, así
como que los testigos mienten y que todo es una confabulación ‘judeo-comunista’
(uf); no es extraño, por tanto, que el comunismo recorra el mismo camino…, no
podía ser de otro modo, ya que en sus modos son calcados. Son evidencias de que
el fanatismo expulsa la razón.
Y
hay más modalidades de creencias disparatadas, como la que cuestiona las
vacunas o les atribuye efectos perversos en un complot de farmacéuticas,
gobiernos, médicos…; o la que ‘tiene pruebas’ de que las Torres Gemelas fueron
derribadas por orden del gobierno estadounidense; o la de que no llegaron a la
luna en 1969. Este género de creencia es el conspiranoico.
Desgraciadamente, en fin, ocurre con
frecuencia que el ser racional prescinde de la razón para adherirse a un modo
de pensamiento. Distinto es el asunto de las creencias en el más allá en
cualquiera de sus formas, o la fe en la existencia de extraterrestres, pues
todo ello es, desde un punto de vista exclusivamente científico, imposible de
probar o de negar con los actuales conocimientos.
CARLOS
DEL RIEGO
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