Leadbelly (con su guitarra de 12 cuerdas) pasó muchos años en la cárcel, y supo captar y transmitir lo que allí se siente. |
En
los últimos tiempos se está viendo cómo peces gordos de diversos sectores tienen
que hacer el hatillo para disfrutar de una habitación con la taza del wáter al
lado de la cama. Esto le puede pasar a cualquiera (nunca se sabe qué vendrá
mañana), incluyendo las grandes figuras del rock que, siempre dispuestas a
desafiar a la autoridad, también pueden contar historias carcelarias de primera
mano. Y como es lógico, el tema ha seducido a no pocos de los que escriben rock
& roll con excelentes resultados (en realidad, la privación de libertad ha
sido tema recurrente en gran parte de los autores que, a lo largo de la
historia, han escrito bajo cualquier modalidad literaria).
La
lista de ex-presidiarios que triunfaron en los templos del rock es larga, y los
motivos por los que ingresaron también son variados. Aunque estrictamente no se
le puede encuadrar en el género, sí puede decirse que el bluesman Leadbelly pertenece
a la estirpe del rock; enormemente dotado para la música, el hombre tuvo varios
y graves tropiezos que lo condujeron al trullo no menos de tres veces, la
primera en 1915: por asalto, homicidio e intento de homicidio penó 2, 7 y 4
años; allí dio forma a un tradicional de penitenciario que, al parecer, ya
cantaban otros presos, el magnífico ‘Midnight Special’, al que Leadbelly añadió
versos. Versioneada hasta el infinito (inolvidable la de los Creedence), el
tema es evidente: cada día te levantas sabiendo que todo será igual que ayer y
que habrá poca comida, pero más vale no quejarse porque el que manda puede
buscarte más ruina; también aconseja no armar bronca, pues el sheriff te
pillará, sus ayudantes te humillarán y, antes de que te des cuenta, estarás en
la trena; a pesar de todo siempre podrás soñar con el ‘Especial de Medianoche’,
un tren imaginario que te lanza luz y que viene a ser la esperanza de recobrar un
día la libertad.
Mucho
después, algunos de los que triunfaron en ese derivado del blues que es el rock
& roll supieron por experiencia propia de qué iba aquella canción. Como el
ya eterno Chuck Berry, quien por llevar en su coche a una menor de un estado a
otro con fines dudosos se comió unos 20 meses, aunque ya conocía el trullo, por
robo, desde su juventud. La insuperable blueswoman Billie Holliday pencó, al
menos, 10 meses por drogas, aunque de haber vivido hubieran sido más, ya que
fue arrestada en su lecho de muerte… Por la misma causa estuvo en el maco Ike
Turner 19 meses, aunque deberían haberle caído 19 años por el infierno al que
sometió a su esposa Tina. El gran productor Phil Spector, colérico y de gatillo
fácil, está actualmente cumpliendo 19 años por asesinar a una actriz. El
pervertido Gary Glitter (que no debería salir jamás) pasó primero 9 meses,
luego 3 años y actualmente cumple 16 (desde hace 2), siempre por lo mismo, por
pederastia. Muy conocido es el caso de Sid Vicious, quien, en libertad
provisional bajo fianza por la muerte de su novia, agredió brutalmente a una
persona, lo que le llevó a la cárcel durante un par de meses, pero apenas unas
horas después de salir… David Crosby cumplió nueve meses por posesión de armas
y drogas; Keith Richards estuvo dos meses, y su cómplice Mick Jagger apenas un
par de días, ambos por asuntos de drogas. Y no se pueden olvidar los nueve días
en los que Paul McCartney conoció los calabozos japoneses a causa de la
marihuana (seguramente tras chivatazo de Yoko). Hasta el siempre elegante David
Bowie supo qué era eso durante unas horas, por lo mismo, por posesión de
sustancias prohibidas.
Johnny
Cash grabó todo un Lp en la cárcel, y aunque no fue preso, tocó varias veces
para los internos, algo que, según él, significó experiencia determinante en su
vida; asimismo, ‘El hombre de negro’ quedó tan impresionado que firmó emotivas
canciones sobre la prisión, entre ellas la excelente ‘Folsom prison blues’; con
un delicioso sabor country, habla de todo lo que añora el que está encerrado,
oye el tren y se imagina a la gente que puede ir y venir con libertad…, y todo
por no hacer caso a su madre cuando le aconsejaba que se alejara de las armas.
Hablando
de canciones de la cárcel, imposible no recordar el ‘Jailhouse rock’ de Elvis,
que muestra una prisión donde todo el mundo canta y baila el rock, hasta el
punto de que uno quiere escapar aprovechando la distracción, pero el compañero
le dice que ni hablar, que prefiere quedarse y disfrutar. También de los años
cincuenta es el poderoso rythm & blues ‘Riot in cell block number 9’, o
sea, motín en el bloque 9, compuesto por Leiber y Stoler y con múltiples
versiones (sensacional la de Blues Brothers y apabullante la de Commander Cody);
la cosa va de eso, de una revuelta en la penitenciaría, la cual no cesa aunque
algunos guardias amenazan con la silla eléctrica…, hasta que al final, los
gases lacrimógenos hacen que todo el mundo vuelva a su celda.
El
gran Sam Cooke escribió en 1960 ‘Chain gang’ después de ver una cadena de
presos forzados a tirar de pico y pala en las cunetas de la carretera; envuelto
en un elegante tono soul y con elocuentes ruidos metálicos, expresa la
desesperación de los condenados, que lamentan la dureza del trabajo, las
carencias, la sed…, pero sobre todo, la ausencia de la mujer. En clave
sicodélica y con un ambiente luminoso, The Zombies se pusieron en la piel del
preso que escribe a su amada ante su inminente liberación con ‘Care of cell
44’. Y los irlandeses Thin Lizzy hablaron de la obsesión del prisionero,
fugarse, en su ‘Jailbreak’, un clásico del hard de los setenta; se oyen rumores
de fuga, de jaleo, así que más vale estar lejos de los guardias, de las
sirenas, de los perros..., dice.
Es
curioso que, en general, apenas hay letras en las que el reo proclame su
inocencia y lo injusto de su reclusión (una es el Hurricane’ de Dylan), al
revés, casi todas hablan de opresión, ausencias y monotonía, pero asumiendo el
castigo. El talego, en fin, es fuente de emociones, y por tanto de rock &
roll, que a veces puede hablar de ello en primera persona.
CARLOS
DEL RIEGO
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