Manu Chao, casi siempre alegre y saltarín, mostró su cara más pesimista en 'Mentira'.. |
Ya en el siglo IV antes de Cristo Aristóteles
demostraba que la mentira era cosa corriente: “El castigo del mentiroso es no
ser creído ni cuando dice la verdad”; desde entonces se han expresado infinidad
de pensamientos y escrito sobre el asunto desde todos los puntos de vista
posibles, incluyendo el que encuentra el engaño casi como un aliciente, por
ejemplo el escritor galo Anatole France: “Sin mentiras la humanidad moriría de
desesperación y aburrimiento”. Sí, es un tema que siempre está de actualidad (¡son
tantas las paparruchas que se difunden a diario!) y, por tanto, da mucho de sí,
de modo que así lo han entendido los autores del planeta del rock, que han
tratado desde la gran patraña hasta la mentirijilla, ya fuera en clave de amargura
o desde una posición amable; de todos modos, la mayor parte de las mentiras que
aparecen en las partituras adscritas a este estilo tienen que ver con enredos y
desengaños amorosos.
La magnífica ‘Suspicious minds’
(¿alguien la cantó mejor que Elvis?) considera el asunto desde el que sufre una
injustificada desconfianza de su pareja, es decir, no habla de la mentira, sino
de la sospecha de la mentira; así, muestra al enamorado que se queja de que
ella siempre está viendo rivales en todas las mujeres; “si una vieja amiga
aparece, veré desconfianza en tus ojos”. La potente y dulce voz del rey
deslumbraría aunque cantara la peor y más cargante sintonía publicitaria, pero
precisamente en esta canción está verdaderamente glorioso; no puede extrañar
que cuando la lanzó su autor, Mark James, en 1968, no pasara nada…, pero unos
meses después la tomó Elvis y la convirtió en número uno y en un clásico
imperecedero, de esos que cuando empiezan a sonar acaparan irremediablemente la
atención.
Aunque para visión negra del asunto ahí
está esa penosa y triste ‘Mentira’ de Manu Chao. En su aclamado álbum
‘Clandestino’ (1998), el hispano-francés cantaba a modo de obsesiva letanía la
omnipresencia de la mentira: “Mentira la mentira, mentira la verdad, mentira lo
que dice, mentira lo que da, mentira lo que hace, mentira no se borra, mentira
no se olvida, mentira nunca se va”, y terminaba con versos tan pesimistas como
“todo es mentira en este mundo, todo es mentira, la verdad”. No es casual la
inclusión de una voz que da noticias en
torno al calentamiento global o la del trocito de la doliente tradicional
mexicana ‘Llorona’. Es una de las letras más negras de un músico tendente a la
algarabía, un texto en el que, con un ritmo liviano y pausado, expresa la total
desconfianza en esta sociedad.
Otra cosa es el ‘Little lies’ de
Fleetwood Mac. Con su brillante y característica facilidad para construir melodías
tras su renacimiento en Estados Unidos, en 1987 publicaron esta pieza que bien
podría traducirse como ‘Mentirijillas’. Al igual que muchos otros éxitos de la
banda, el asunto va de las siempre tormentosas relaciones entre sus
integrantes. La voz solista habla de quien prefiere escuchar “dulces
mentirijillas” antes que la verdad, puesto que “no pudiste disimularlo”. Es una
forma resignada y teatral de aceptar el engaño: “fijé un día para creerte”, así
que “dime dulces mentiras pequeñas”. Aunque el tono de voz de Christine Mcvie es
siempre apasionado, el tema transmite la sensación de que, bueno, estas trolillas
al final tampoco tienen tanta importancia.
El recordado e inconfundible JJ Cale
escribió ‘Lies’ para su segundo Lp, ‘Really’, en 1973. En un entorno de esa
variante del country llamada ‘bluegrass’, Cale usa de su susurrante textura
vocal y el acostumbrado arreglo sereno, dos de sus señas de identidad, para
conseguir otra cautivadora partitura. Aunque aparentemente simple, la pieza
ofrece una elaborada y adornada construcción, quedando el texto (que no la
parte vocal) como un componente más del ornato. Así, apenas se escuchan tres
tercetos y otros tantos coros, con apenas un par de pensamientos: “Puedo ver a
través de esas mentiras, mentiras, mentiras”, o “lo veo en tus ojos, mentiras,
mentiras, mentiras”.
Los Bee Gees proporcionaron al asunto un
ritmo irremediablemente bailable en su ‘Jive talkin´’. De hecho ésta pertenece
al Lp ‘Main course’ (1975), que es casi como el anuncio de la fiebre sabatina
por el baile disco que vendría poco después. Sorprende el perfecto acoplamiento
del ritmo discotequero, con sus arreglos de teclado y viento, y la melodía cien
por cien pop; asimismo se intuyen los primeros falsetes. El título es algo así
como ‘forma de hablar’, pero refiriéndose a decir mentiras. La letra, a pesar
del tono vivaracho, no deja de ser afligida, doliente: “Con tu forma de hablar
me dices mentiras (…) ya estás con tus fantásticas mentiras, dejando que me
vean como a un tontorrón”. Con este título volvieron al estatus de superventas
y empezaron su dominio de las pistas de baile.
Muchas, muchísimas más canciones de la
raza del rock o de alguna de sus subespecies hablan de la trola, ya sea con
acento más profundo o con actitud más intrascendente. Lógico, hay tanto de
donde tomar ejemplo…
CARLOS DEL RIEGO
No hay comentarios:
Publicar un comentario