lunes, 5 de septiembre de 2016

CUANDO LOS INTRUSOS SE ATREVEN CON EL ROCK.Una de las últimas grabaciones que realizó el recién fallecido cantante y compositor mexicano Juan Gabriel fue una correcta versión del ‘Have you ever seen the rain’ de los Creedence. Otros ajenos al rock también se han atrevido, con deficientes resultados.

A diferencia de otros cantantes ajenos al rock, el fallecido Juan Gabriel sí que hizo con buena nota una de un clásico del género.
Autor de nada menos que ¡1.500 canciones!, el célebre artista accedió a participar en el disco ‘Quiero Creedence’, un álbum publicado hace unas semanas en el que diversos grupos y solistas de origen hispano se atrevían con la banda californiana. Realizada con verdadera admiración y personalidad, Juan Gabriel es una auténtica excepción en ese escabroso terreno de la versión de clásicos del rock hechos por cantantes extraños a este género. Y es que, aunque no es algo muy habitual, hay veces en que nombres reconocidos en el mundillo de la ‘canción ligera’ se aventuran a hacer suyas partituras que, realmente, tienen tan poco que ver con su estilo que, por regla general, la cosa desemboca en auténticas catástrofes que mueven a la hilaridad o a la vergüenza ajena.

El mencionado recopilatorio ‘Quiero Creedence’ presenta una selección de piezas fáciles de reconocer por quienes vibraron con el grupo de John C. Fogerty, pero también por quienes las han conocido décadas después de la desaparición del cuarteto. Así, además del fallecido Juan Gabriel, en ese curioso elepé están Los Lobos, Andrés Calamaro, Bunbury, Salvador Santana (sí, el hijo de Carlos) acompañado por Juanes, el dúo formado por Bill Gibbons (el de ZZ Top) y La Marisoul (cantante de La Santa Cecilia) y otros. Una sorprendente y heterogénea mixtura de grupos que, individualmente, tienen muchos padres y madres, pero que han encontrado un cariñoso nexo en los Creedence. En mayor o menor medida todos tienen base en el rock o sólidas conexiones con éste. Todos excepto Juan Gabriel, un prolífico artista que apenas tuvo relación con la música rock, pues siempre se movió por las aguas de la ranchera y la balada romántica.

El ‘Divo de Juárez’ no se limitó a hacer una fotocopia más o menos coloreada, más o menos retocada del siempre sugerente ‘Have you ever seen the rain’, sino que escribió una nueva letra y, ¡cómo no!, le dio su toque, la vistió con su estilo, le proporcionó un nuevo corazón…, ¡y al mismísimo John C. Fogerty le encantó!, tanto que se deshizo en elogios para la versión y para el propio Juan Gabriel. Convertida en ‘Gracias al sol’, la pieza modifica con solidez y personalidad la intención original, quitándole hierro y haciéndola más amable. El resultado es notable y no desentona en su repertorio.

No se puede de decir tanto de otras ocasiones en las que cantantes de diversos pelajes  practican sin rubor el intrusismo en géneros musicales que les son ajenos, que no han asimilado y, por tanto, no comprenden. Un caso célebre y paradigmático lo protagoniza el cantaor El Príncipe Gitano. Cuando se empieza a escuchar la ‘traducción’ que hace del clásico de Elvis ‘In the ghetto’ es casi imposible evitar la chanza al comprobar esa pronunciación, esa dicción del inglés pasado por el deje flamencoide y el tonillo agitanado que exhibe el cantante valenciano; después se pasa a un sentimiento de vergüenza ajena, a una especie de sonrojo en carne propia que el cantante no siente; y finalmente el oyente puede verse invadido por una sensación molesta, un deseo de que acabe pronto este vapuleo a Elvis y al rock & roll en general. Eso sí, puede haber criaturas amantes del estilo del cantaor que disfruten de lo lindo con tal interpretación.

Algo parecido (trasplantar espíritu rock al mundo rumbero) hicieron Los Gipsy Kings cuando adaptaron ‘Hotel California’ de los Eagles a su dicharachero estilo. Buena voluntad y cierto estilo en la elaboración, un resultado final más redondeado, incluso más ‘feeling’ que el anterior, pero la cosa no termina de funcionar; es algo así como colocarle las alas del avión de los hermanos Wright a un Jumbo 747: fracasará, se estrellará. Esta versión, sin embargo, tuvo recorrido y alcanzó un moderado éxito.
Imperdonable fue el destrozo que Enrique Iglesias hizo con el clásico del pop español ‘Chica de ayer’. Su entonación blandurria y pretenciosa, su impostura y afectación, su pronunciación pretendidamente chulesca, el mal gusto a la hora de enlazar tanto versos como palabras (en directo es algo verdaderamente horroroso), los calamitosos arreglos y coros que rozan el crimen…, son razones más que suficientes para que ‘esta cosa’ pueda ser calificada como auténtica falta de respeto, como un verdadero insulto. Es, sin la menor duda, una de las cumbres del mal gusto, una zafiedad sólo al alcance de quien no se da cuenta de que un caballito de tiovivo no puede participar en un concurso hípico. 

Poco menos es el ‘Blame it on the boogie’ de The Jacksons que el mexicano nacido en Puerto Rico Luis Miguel retituló ‘Será que no me amas’. Baste señalar algo evidente: Luis Miguel no tiene lo que tenía Michael Jackson…

Aunque más cercano a los ambientes del rock (¿en serio?), también puede recordarse un ‘Walk on wild side’ de Lou Reed que Albert Pla convirtió en ‘El lado más bestia de la vida’. La traducción tiene mucho que ver con el original, pero ahí se quedan los méritos del catalán, ya que esta revisión carece de gracia y de cualquier cualidad artística, con lo que la pieza del neoyorquino se convierte en algo vulgar, ordinario. Transfigura el original “tu, turú…” de las ‘coloured girls’ en un (aunque le pese) españolísimo “lolai, lolailo”; la brillante melodía queda oscurecida por falta de aptitudes y la interpretación está exenta de armonía, o sea, este individuo no canta un pimiento; y es que incluso para cantar a los ambientes más sórdidos o para hacer burla hay que hacerlo con un mínimo de chispa, de ingenio…, de eso que aquí (sólo aquí) se conoce como salero. Eso sí, hay gente a la que le gusta esta bruta visión de la canción… Para eso están los colores. 

Hay otras muchas, pero para no pasar un mal y vergonzoso rato, mejor dejarlo aquí…

CARLOS DEL RIEGO


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