The Sweet, rock comercial con el encanto del exceso. |
Hay que diferenciar lo comercial sin
más, o sea la música ligera, la canción española, la balada romántica y
melodramática…, de lo que podía ser rock y a la vez ‘comercial’, que es de lo
que se trata aquí. El caso es que, entonces, para evaluar lo comercial de un
grupo no se tenía tan en cuenta si había vendido mucho o poco (que también),
sino si se emitía con frecuencia en las ‘radiofórmulas’ o si el estribillo era
tan pegadizo que no había manera de esquivarlo. Sí, tildar a una banda de ser
comercial equivalía a sacarla de ese selecto mundillo que se había formado en
torno al rock. Sin embargo, con la amplia perspectiva que proporciona el
tiempo, no pocas de aquellas bandas que fueron estigmatizadas con este
sambenito se han vuelto más que respetables, y algunas de sus canciones han
alcanzado la categoría de clásicos…, algo que resulta comprensible si se tiene
la maldad de compararlos con la música comercial del siglo XXI.
Cierto que el concepto de lo ‘comercial’
es dificilísimo de definir y delimitar, puesto que hay bandas históricas de
máxima talla artística que han vendido millones y han sonado hasta en la cola
de la pescadería; y es que, en realidad, ahí está lo verdaderamente difícil:
crear canciones con talento e ingenio que, además, tengan la propiedad de
atraer al gran público (fuera del rock un buen ejemplo es Mozart, cuyas
melodías son tan populares que las puede tararear cualquiera y, a la vez, nadie
diría que son comerciales). El rock comercial destrozaba oídos en los coches de
choque en los primeros 70, de hecho, algunos de aquellos discos de rock simple
y sin pretensiones alcanzaron un éxito relativamente mayoritario a causa del
volumen con que impactaban en los usuarios de ésta y otras atracciones de feria.
Asimismo, en las salas de ‘recreativos’ (donde los billares y futbolines) y en
muchos bares había instalados los ‘jukebox’, aquellas máquinas que a cambio de
una moneda (de un duro, unos tres céntimos de euro) te dejaban escoger y
escuchar un par de canciones; en la lista de títulos siempre había unos cuantos
singles perfectamente encuadrables en el rock comercial. Muchos fueron los
grupos de esta variante cuyos dos o tres primeros singles entraban en aquellas máquinas de discos (que pronto
desaparecieron).
Pueden citarse, por tanto, docenas de
bandas y el doble de canciones que entonces eran rock comercial. Por ejemplo
los holandeses Shoking Blue, cuyo ‘Venus’ pasó de ser una pieza del rock más
comercial y despreciado por los puristas del género a una melodía mil veces
reinterpretada y que ha visto docenas de versiones desde su aparición, en 1969;
en su momento álgido alcanzó el número uno de las listas de un montón de países
(Usa incluido), y ha vuelto a visitar esos lugares varias veces en las décadas
siguientes. Su melodía sencilla y embelesadora ha permitido que, a pesar de
haberse escuchado miles y miles de veces, nunca se hace cargante. Además, esta
formación de estética hippy y psicodélica regaló otra canción difícil de
olvidar, el ‘Never marry a railroad man’, en español ‘Nunca te cases con un
ferroviario’; posiblemente con una carga melódica más brillante que la
anterior, su tono entre melancólico y casi suplicante resulta irresistible, de
modo que si se escucha una vez, volverá, y no será posible apartarla de la
mente…
Otro grupo que construyó piezas
fácilmente catalogables como rock comercial fue el británico Christie, que en
1970 sacudió las listas de dos docenas de países con su contagioso ‘Yellow
river’. Sencilla y tremendamente contagiosa, fue ofrecida a The Tremeloes, que
no la vieron con buenos ojos, así que Jeff Christie (autor y líder de la banda)
la recuperó e incluso aprovechó las bases que aquellos ya habían grabado para
conseguir un éxito global. ¡Y cómo sonaba en los coches de choque, y cómo la
machacaban en las máquinas de discos! Al poco publicaron otro single de éxito,
‘San Bernardino’, que proponía nuevamente un ritmo fácil y una melodía que
entraba muy fácil. Y aun volvieron a las listas con otro single que por aquí se
pinchó casi hasta que sangró, el emblemático ‘Iron horse’, una canción potente
y arreglada con estilo, con cadencia muy dinámica y secuencias melódicas que se
integran en el oído como el oxígeno en los pulmones.
No puede olvidarse a otros símbolos del
rock comercial, algunos con sonido más ‘chicle’ como The Monkees o The Archies,
y otros con arquitectura rocosa como Gran Funk, brillantes constructores de
melodías como Bread o, ya en los ochenta, maestros del heavy más ligero y
pensado para el negocio como los suecos Europe.
Cuando irrumpió el glam-rock
aparecieron cantidad de grupos que combinaban una estética excesiva y aparatosa
con canciones de muy fácil digestión, temas sin complicaciones pero eficaces
tanto en la radio como en vivo, discos que aparecían, sonaban sin cesar y
pronto eran reemplazados por otros. Así surgieron, además de grandes divos del
rock en general, nombres de menor alcance que gozaron de sus momentos de gloria
y regalaron títulos que, pasado el tiempo, tienen más chicha de lo que entonces
parecía. Así, se pueden recordar cantidad de bandas, entre ellas las dirigidas
por aquellos fabricantes de éxitos que eran Nick Chinn y Mike Chapman, (que
competían con otras figuras como Vanda y Young o el inagotable Giorgio Moroder).
Una de ellas era The Sweet, que lograron dos exitazos que todavía resuenan,
como la encendida ‘Ballroom blitz’ o la pegajosa ‘Fox on the run’, auténticos
emblemas de su época que, sin embargo, no desentonan nunca. ¡Y qué decir de la
tosca, gritona y a la vez hechizante propuesta de Slade!
Todas esas (y unas cuantas más) sonaban
a volumen brutal en los setenta del siglo pasado en casi todas las atracciones
de todas las ferias, en bares y billares, e incluso tenían presencia en las
listas de éxito que radiaban las emisoras con ‘radiofórmula’. Sí, era rock comercial,
facilón en muchos casos pero, por muy raro que parezca, es innegable que
aquellas canciones sobreviven sin problemas fuera de su contexto histórico. ¿Ocurrirá lo mismo con el rock, comercial o no, de hoy?
CARLOS DEL RIEGO
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