El dinero ha sido causa de problemas y fuente de inspiración para los autores de pop y rock desde los primeros momentos. |
El dinero es el principal motivo de corrupción en la
esfera de los poderosos (política, banca, industria), pero en realidad se
detecta en prácticamente cualquier entorno, aunque a distinta escala. Por
tanto, el mundo del rock no podía librarse de su poder envilecedor. Y es que el
anhelo de pasta ha sido causa de violentos enfrentamientos, rupturas y feos
procesos judiciales, ya sea entre los propios músicos o con los representantes
y sellos discográficos por el medio (Creedence Clearwater Revival o el propio
Springsteen, por ejemplo, saben de eso). Por ello, no puede extrañar que en
torno a la pasta se hayan escrito infinidad de canciones. A la memoria de todo
el que se pasee por ese mundo de vez en cuando llegan, inmediatamente,
canciones como el evocador ‘Money’ de Pink Floyd, el desvergonzado ‘Money for
nothing’ de Dire Straits o incluso el ‘Mone money’ de la película ‘Cabaret’.
Pero el inventario de títulos que giran en torno a este tema es más amplio,
muchísimo más. Aquí va un pequeño ramillete de significativas canciones que
tratan este escabroso y, sin embargo, tan humano asunto.
Sonado fue el caso de The Beatles y su sello Apple
Records. Tras la muerte de Brian Epstein, la discográfica estaba prácticamente
en bancarrota, así que John encargó el arreglo de las cuentas al estadounidense
Allen Klein, un auténtico ‘tiburón’ del que Paul nunca se fió; y no estaban
desencaminadas sus sospechas, puesto que Klein les hizo firmar un contrato
(Macca se negó) por el que él se quedaba con el 20% de los beneficios que
obtuvieran en los tres años siguientes. Una vez deshecho el grupo Klein ‘echó
una mano’ a George en la organización del festival pro Bangladesh, pero los
números nunca estuvieron claros, nunca se supo cuánto llegó a los beneficiarios
y cuánto a los bolsillos del escualo (que también se las tuvo con los Rolling
Stones). Al parecer, John le escribió en 1974 el tema ‘Steel & glass’
(‘Acero y vidrio’), en el que dice lindezas como “bueno, tu boca grazna
mientras suelta mentiras”. Y Paul, aun en vida de The Beatles, le dedicó la
magnífica, la preciosa ‘You never give me your money’ incluido en el ‘Abbey
road’; en ella muestra su rechazo a los buitres que se lanzan a los despojos: “Tú
nunca me das tu dinero, sólo tu divertido papel, y en medio de las
negociaciones te vienes abajo”. George también aportó a los ‘fabulosos cuatro’
algunas canciones memorables con la panoja como protagonista, como ‘Taxman’, en
la que protestaba por el hecho de que hacienda se le llevara la mayor parte del
producto de su trabajo: “Uno para ti y diecinueve para mí, porque soy el
recaudador de impuestos (…) si conduces coche te cobraré por la calle, si te
sientas te cobraré por la silla (…), si das un paseo te cobraré por los pies”.
El ‘Free money’ (‘Dinero gratis’) del rompedor
primer álbum de Patti Smith, ‘Horses’, tiene una pequeña anécdota detrás. Según
contó la propia artista, el tema está inspirado en su madre, que siempre estaba
fantaseando con ganar a la lotería y hacía listas de lo que haría con el dinero:
desde una casa a la orilla del mar hasta generosas obras de caridad; sin
embargo, la ilusa señora ¡jamás compraba el boleto!
La estupenda ‘Money (that´s what I want)’ fue un
enorme éxito en 1960 en la voz de Barret Strong (luego se hicieron múltiples
versiones); el caso es que la firmaron él, Berry Gordy (fundador de Tamla
Motown) y Janie Bradford, pero tres años después se eliminó su nombre de los
créditos, pues Gordy declaró que Strong había aparecido como co-compositor por
un error de imprenta; el tipo siguió peleando en los juzgados hasta que en 1987
Strong volvió a figurar entre los autores…, pero al año siguiente los
tribunales decidieron volver a desposeerlo de los beneficios que genera esa
pieza. No hay forma de saber si se los merece o no, aunque echando un vistazo a
la gran cantidad de éxitos que firmó junto a Whitfield no da la impresión que
fuera torpe en esos menesteres… El asunto que trata la pieza en disputa viene a
ser algo así como que las cosas buenas son gratis, como el amor, pero “lo que
yo quiero es dinero”.
El pop y el rock español también han hablado sobre
el particular. A veces de un modo ingenuo, como en el añejo ‘Si yo tuviera una
escoba’ (1965) de Los Sírex, que apostaban por suprimir la guita en aquellos
versos: “Lo que haría yo primero, barrería yo el dinero, que es la causa y el
motivo de tanto desespero”. Décadas después, los heavys Obús subrayaban la
supremacía de los billetes en su ‘Dinero dinero’ (1982): “Construyes, destruyes
el universo con tu poder”.
Por último, resulta imposible no mencionar la
llamada ‘Gran estafa del rock & roll’, ‘The great rock & roll swindle’,
la película en la que el engreído y oportunista Malcom McLaren explicaba cómo
sacó un montón de pasta a las discográficas a costa de Sex Pistols: tras firmar
un contrato se presentan a los medios entre tacos e improperios para todo el
mundo, la compañía rescinde el contrato y paga indemnización, y luego repetir,
siempre repetir.
Sí, el vil metal, como otros deseos y pasiones que
trastornan y confunden a la persona, es fuente continua e inagotable de
inspiración y, a la vez, causa de ruines enfrentamientos.
CARLOS DEL RIEGO
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