El auténtico Custer se parecía poco al que presentó Hollywood |
El cine es engaño y trampa, es su esencia, como en el
ilusionismo. Sin embargo, hay casos en que la seducción exige incluso modificar
la verdad y traicionar a los protagonistas de la Historia. Y no se trata sólo
de anacronismos como el del romano que luce reloj. En no pocas ocasiones muchas
personas llegan a conocer a un personaje histórico a través del cine. Por ello,
sucede que algunas licencias que se toman guionistas y directores para adornar
o dar mayor dramatismo al guión, son consideradas como hechos históricos por
buena parte del público, que asimila inocentemente estas mentirijillas.
Los casos abundan. Uno de los más reconocibles es el
de la supuesta envidia criminal de Salieri a Mozart en la película ‘Amadeus’. Pero
como es sabido, Antonio Salieri no sólo no tuvo que ver en la caída del genio,
sino que más bien parece que éste y su padre se obsesionaron de modo enfermizo con
el italiano al conseguir éste un puesto que Mozart deseaba. El monstruo del
pentagrama llegó a acusarlo del fracaso en Viena del estreno de una de sus
obras…, cuando el acusado estaba en París.
Una engañifa muy buena tiene al Cid como prota. Hubo
un tiempo en que en España se dio por cierto que el héroe medieval español por
excelencia había ganado una batalla después de muerto; la realidad es que esta
creencia procede de ‘El Cid’ (1961, Anthony Mann), en la que atan el cadáver
del caballero al caballo para hacer creer a los moros que está vivo y es poco
menos que inmortal, y así los sarracenos huyen despavoridos. El hecho es falso
como el bigote de Groucho. Sin embargo, Rodrigo Díaz a caballo y blandiendo el
espadón debía ser aterrador. Y el cine agradece estos cuentos.
Igualmente Hollywood ha distorsionado la figura del
capitán Bligh. En varias películas sobre el motín del barco Bounty aparece como
un vengativo, cruel y estúpido comandante, presentándose el famoso motín como
un acto de legítima defensa, de justicia. Así, en la peli, William Bligh ordena
sangrientos y continuos castigos, flagelaciones y ejecuciones (“¡pasadlo por la
quilla!”), es malhumorado, sádico y enfrentado a todo el mundo. Pero la verdad
es que el capitán era más amigo de dar el sermón, la regañina, que de fustigar y,
mucho menos, de ejecutar; es más, era culto y se preocupaba por el bienestar de
su tripulación (según diarios, crónicas y memorias). Finalmente fue absuelto
con honores en el proceso que investigó la pérdida del barco. ¿El motín?, lo
más probable es que, tras cinco meses de placeres y holganza en Tahití, los
marineros (vagos, exigidos y mal pagados) no estuvieran dispuestos a volver al
trabajo y el aislamiento, por lo que decidieron regresar al paraíso y echarse
nuevamente en brazos de las tahitianas. Piénsese: o disfrutando del trópico con
nativas amistosas y sin dar golpe o fregando la cubierta… Claro que las pelis
atraen más con un buen malo.
Lo contrario ocurre con el general Custer. Clásicos
del cine lo muestran como heroico y sacrificado al frente del Séptimo de
Caballería, pero la cosa no fue así. Orgulloso y soberbio hasta lo impensable,
la vida de sus soldados le importaba un pito: la brigada que mandó en la
batalla de Gettysburg batió todos los récords de bajas, por no hablar de sus
asaltos a los poblados indios. La célebre derrota de Little Bighorn fue, sin
duda, causa directa de sus desmedidas vanidad y ambición. No sólo cometió el
error de dividir sus fuerzas ante un enemigo numéricamente superior, sino que
rechazó llevarse unas ametralladoras que hubieran sido definitivas porque lo
retrasarían, y él no quería correr el riesgo de que otro llegara antes y se
llevara la gloria. El nieto de un soldado que sirvió a sus órdenes declaró que
su abuelo le había confesado que el general había sido la peor persona que
había conocido en su vida… Pero los estadounidenses tienen sus héroes y gestas
y no son escrupulosos si hay que falsear la cosa.
El caso de Juan ‘Sin Tierra’, Ricardo ‘Corazón de
León’ y Robin Hood está asimilado por todos: el primero es el malo y los otros
dos los buenos. La verdad es distinta. El rey Ricardo, que apenas sabía inglés
y no pasó en Inglaterra más de seis meses durante su reinado, se presenta como
el héroe de la historia, cuando en realidad estuvo siempre ‘de viaje’, y mucho
menos preocupado por su reino y sus súbditos que por hacer buenas migas con
Saladino; según un especialista, “fue mal hijo, mal marido y mal rey, pero gran
soldado”. Juan (que sí, trató de usurpar el trono…, como todos los hermanos e
hijos de reyes de su época) se encargó del gobierno de Inglaterra y sus
posesiones francesas mientras su hermano estaba de parranda, quitó impuestos al
pueblo, se enfrentó a los aristócratas y firmó la muy avanzada (para ser 1215)
Carta Magna. Robin Hood, en fin, era un nombre común para los asaltadores de
caminos; alguno podría ser el que menciona la leyenda, pero no coincidió en el
tiempo con Juan y Ricardo.
Falsificación semejante se hizo en ‘Braveheart’. En
ésta, Robert Bruce traiciona a William Wallace en favor del rey Eduardo I; sin
embargo, la Historia afirma que Bruce engañó al monarca inglés, se unió a la
rebelión y la continuó cuando Wallace renunció. Claro que para llegar a ser rey
de Escocia no dudó en engañar, traicionar y asesinar, como hacía todo el que podía
en aquel entonces, a comienzos del siglo XIV.
Hay muchos otros casos de licencias históricas en el
cine, pero ¡qué sería del cine si sólo fuera Historia!
CARLOS DEL RIEGO
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