La boxeadora trans Imane Khelif
Lejos de estar cerca una solución, el asunto de los deportistas trans se enreda y empieza a volverse peligroso. Ya no se trata sólo de la evidente superioridad de quien ha alcanzado la madurez física como hombre y compite con mujeres que han crecido como mujeres, sino que la autorización para que una persona con sexo masculino compita con personas de sexo femenino empieza a volverse peligroso para la integridad física de las que nacieron mujeres
Una boxeadora australiana, Ebani Bridges, ha declarado que no peleará con una púgil trans: “Es algo así como si Mike Tyson se declara mujer y se presenta a pelear con una chica”. Una boxeadora mejicana, Brianda Cruz, peleó con una argelina trans, Imane Khelif, y tras su rápida derrota declaró: “Desde el primer instante sentí que estaba fuera de mi alcance. Sus golpes me hacían muchísimo daño; nunca en mis trece años de boxeadora había notado algo semejante, ni cuando tuve chicos como sparrings”.
Casi a diario se tienen noticias semejantes, puesto que ya no es que un nadador se declare nadadora (y en los vestuarios exhiba ante todas unos … como el caballo de Santiago) o que un atleta trans exija competir en las carreras de chicas. El problema es que los deportes de contacto están ya inmersos en la controversia, lo que significa que la superioridad física masculina va a ser un riesgo cierto para el físico de ellas.
En un partido de rugby femenino en Canadá uno de los equipos presentó a una jugadora trans, llamada Ash, que se define como persona no binaria y se identifica como mujer. A mitad de la primera parte Ash ya había mandado al vestuario a tres rivales con distintas lesiones. El árbitro, al ver la situación, optó por expulsar al jugador-a. Las chicas que sufrieron y chocaron contra sus más de cien kilos dijeron cosas como: “Las jugadoras de rugby no estamos acostumbradas a sentir que nos ha atropellado un autobús en el campo (…) El golpe que sentí cuando me placó me dolió durante una semana”. Otra: “Tiene mucha más fuerza bruta. Hay mujeres que son igual de grandes que él, pero ninguna chica pega así”. Otra: “En el rugby hay choques todo el tiempo. Las piernas de Ash son enormes y fuertes, igual que su cuerpo, y cualquier entrada suya sigue pasándote factura días después”. En fin, está claro que un tipo de 1.75 y cien kilos que juega con chicas es, ante todo, un abusón que en cualquier momento dice que se siente chaval y quiere competir en infantil.
También causó bastante revuelo en Carolina del Norte, EE UU, un caso similar. Resulta que se permitió que un jugador trans jugara con chicas un partido de voleibol. En una jugada, la joven trans remató y la bola percutió en la cabeza de una rival (llamada Payton McNabb) con tal violencia que le provocó una conmoción cerebral y pérdida de conocimiento, y meses después padece parálisis parcial del lado derecho del cuerpo, problemas de visión, dolores de cabeza constantes…, además de ansiedad y depresión.
“Permitir que hombres biológicos compitan con mujeres biológicas es muy peligroso, y si se sigue así un día habrá desgracias irreparables”, dijo Riley Gaines, nadadora y activista que lucha contra las disposiciones que permiten a deportistas trans competir con mujeres biológicas (y que fue agredida cuando intentó dar una charla sobre el asunto en la Universidad de San Francisco).
CARLOS DEL RIEGO
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