Los clásicos, los héroes van desapareciendo sin que haya atisbo de talento capaz de tomar el relevo |
Apenas ha pasado una semana desde la muerte de David
Bowie; en todo el mundo se han sucedido los homenajes, declaraciones,
retrospectivas y análisis de lo más sesudo sobre la importancia y la figura del
artista; también sobre su talento y su influencia en el terreno musical, así
como sobre sus innegables aportaciones a la cultura de la sociedad occidental.
Sin duda, el personaje lo merece, pues se trata de un creador fértil, atípico,
mutante, imprevisible, enigmático. Tanto es así que la reflexión sobre Bowie
conduce inevitablemente a la pregunta ¿hay alguien a día de hoy, enero de 2016,
que esté a su altura como para tomarle el relevo?, ¿algún músico de pop, rock y
similares nacido en los últimos cuarenta años puede presentar la cuarta parte
de sus méritos?
No será necesario recordar los nombres de los ‘monstruos
asustadizos’ de este negocio en los tiempos heroicos; pero sí parece oportuno
señalar, por el contrario, que desde 1990 (y aun antes) no ha aparecido nada
que pueda compararse al ya legendario cantante. Y es que, en realidad, Bowie
nunca era Bowie. Lejos de los focos era David Jones, y cuando estaba sobre el
escenario era el Mayor Tom, el Hombre que vendió el Mundo, Ziggy Stardust, El
Delgado Duque Blanco, Aladin Sane…, el Héroe. Por eso su figura es inimitable,
absolutamente singular.
Esto se relaciona directamente con su horizonte
siempre abierto, siempre dispuesto tanto a explorar como a reconocer a otros y,
¡cómo no!, a recapitular. Así, escribió un montón de canciones para sus colegas,
y cantó las de los demás sin prejuicios ni vanidades. Por ejemplo, escribió
piezas sobre o con referencias a Dylan, Lou Reed (más de una), Jagger, Marc
Bolan, Warhol, Lennon, Jacques Brel…, hasta compuso pensando en tipos como
Nietzsche o Lovecrafft. Todo aquel artista que tuviera algo que aportar, todo
lo que le rodeaba podía servirle de inspiración, pero no de un modo evidente o
tópico, sino enigmático, incierto, ambiguo. Constantemente estuvo, asimismo, al
lado (para ayudar, para colaborar) de otros significados colosos del rock, como
Iggy Pop (¿de dónde sacaría lo de Ziggy?) o el mencionado Lou Reed, tipos
siempre al borde del abismo a los que animó, produjo, coreó, orientó. Y nunca
se le cayeron los anillos si había que reconocer el talento de otros, cosa que
hizo con todas las de la ley en su brillante ‘Pin ups’, en donde reconocía su
pasión por aquellos músicos y aquellas canciones que le dieron impulso y
estímulo; todo son emocionados homenajes, versiones ejecutadas con gran respeto
por la melodía original (no necesitaba retorcerla) y que, sin embargo, poseen
nueva personalidad; dicho sea de paso, ¿alguien ha detectado el tributo que
hace a Keith Moon en su visión del ‘Anyway, anyhow, anywhere’? Inútil parece,
por otro lado, recordar la lista de ‘superhombres’ con los que compartió
micrófono y los ‘perros de diamante’ que esparcieron ‘polvo de estrellas’ sobre
sus obras (mención especial para Mick Ronson).
Imposible referirse a esta auténtica ‘rareza
espacial’ sin mencionar su querencia por los enigmas y las ambigüedades, ya
fuera sobre su sexualidad, la intención de sus canciones, su salud, sus ojos o incluso
sobre si los Stones escribieron ‘Angie’ pensando en su esposa Angela. Elegante
y refinado, permitía e incluso alimentaba la duda como si fuera un ‘hombre de
las estrellas’ que no quiere contarlo todo.
Dicho lo cual, es preciso volver a la reflexión
inicial: ¿Hay alguien por ahí que, nacido después de 1975 (más o menos),
presente todas esas capacidades, virtudes y talento artístico? ¿Quién se atreve
a señalar alguna joven figura del pop o el rock que con 25 años haya creado las
maravillas incluidas en los álbumes que Bowie ya había hecho públicos en 1972?
¿Puede decirse que a día de hoy existen autores con la amplitud de ingenio del
líder de las ‘Arañas de Marte’? En fin: no hay altura suficiente para sustituir
a ‘héroes’ de estos tamaños, ni aunque fuera ‘sólo un día’.
Ha muerto David Jones, ‘cenizas a las cenizas’.
Ahora lo que hay es un ‘Hombre-estrella esperando en el cielo’.
CARLOS DEL RIEGO
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