domingo, 9 de febrero de 2025

EL TRIUNFO EN LA II GUERRA MUNDIAL NO FUE MÉRITO EXCLUSIVO DEL “GLORIOSO” EJÉRCITO ROJO

 


Gran parte de los tanques soviéticos que entraron en Berlín eran Sherman M4 donados por EEUU

 

En mayo del presente 2025 se cumplen ochenta años de la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial. Los rusos se atribuyeron el mérito casi en exclusiva, e incluso hoy muchos de sus simpatizantes así lo dicen y llegan a afirmar que sus ejércitos fueron ‘gloriosos'. Pero no fue tanto

 

El final de la sangrienta y genocida tragedia ideada y ejecutada por los nazis se escenificó en la Batalla de Berlín, en abril de 1945. Como es sabido, Stalin quería que su ejército llegaran el primero a la capital germana: deseaba a toda costa apuntarse esa victoria simbólica; y además exigía que el fin del nazismo coincidiera con el 1 de mayo, Día de los Trabajadores. Este empeño supuso la muerte innecesaria de miles y miles de soldados. Aún hoy existe la opinión de que fueron los ejércitos soviéticos los verdaderos y casi únicos artífices de la victoria, los que realmente inclinaron la balanza hacia el lado de los aliados. E incluso se llega a calificar a las tropas estalinistas como ‘glorioso y heroico ejército’. Lo que ocurrió de verdad dista mucho de esas creencias.

 

Como es sabido, el arrollador avance soviético por el Este en los últimos meses de la guerra fue enormemente facilitado por la tremenda escasez de munición, combustible, armamento, vehículos, pertrechos y suministros de todo tipo que padecían la Whermacht, las Waffen SS y demás fuerzas alemanas. En aquellas últimas semanas cada cañón alemán sólo disponía de un par de proyectiles por día, apenas había combustible, no se podían reponer blindados, artillería pesada, aviones, transportes, vehículos... Tal escasez se debía al constante, sistemático y eficacísimo bombardeo llevado a cabo por la aviación inglesa y estadounidense, que destruyó fábricas de armamento pesado y ligero e instalaciones industriales de todo tipo, refinerías, depósitos, almacenes y, en fin, cualquier construcción relacionada con la maquinaria bélica nazi. Con el factor de las escaseces del ejército enemigo a su favor, los soviéticos pudieron avanzar muy deprisa y sin la resistencia que cabía esperar.

 

Determinante fue también la Ley de Préstamo y Arriendo, a través de la cual Estados Unidos abasteció a la URSS (y a las otras potencias aliadas) con ingentes cantidades de equipo y maquinaria de guerra; a la Unión Soviética le ‘cayeron’ once mil millones de dólares en suministros y equipo militar. Significativo es que los generales y altos mandos entraron en Alemania en vehículos Studebaker, Dodge y Chevrolet. Es fácil deducir que si la Wehrmacht hubiera contado con la potente industria bélica germánica al cien por cien, y si EEUU no hubiera ‘aflojado’ los $, las cosas hubieran sido distintas, la guerra se hubiera alargado y las bajas multiplicado.

 

Lo de ‘glorioso y heroico’ ejército tampoco es exacto ni de lejos. Muchos soldados rusos, bielorrusos, ucranianos, georgianos… escribieron a sus familias desde el frente, contando en sus misivas que gran parte del día estaban ebrios (el vodka formaba parte de la ración del soldado, y cada vez que llegaban a una población lo primero que hacían era buscar alcohol). Las tremendas cogorzas de la soldadesca provocaron todo tipo de calamidades; así, muchos conductores borrachos provocaron numerosos accidentes con muertos, incluyendo un general; hay que tener en cuenta que se transportaron tropas por cientos de miles, y con beodos al volante…   

 

Tampoco se puede decir que el saqueo brutal y destructivo sea algo glorioso, y fue de tal magnitud en ciudades y aldeas, casas, hospitales o cuadras, que hubo quien envió a su casa de la estepa rusa hasta las lunas de ventanas y escaparates, es más, durante los últimos días de la guerra vagaban por entre los escombros de Berlín niños ucranianos y rusos tratando de hacerse con cualquier despojo. Peor fueron las violaciones masivas, colectivas, despiadadas e indiscriminadas, y no sólo contra las alemanas (‘acontecimientos extraordinarios’ o ‘fenómenos vergonzosos’ eran eufemismos usados por el NKVD). Los episodios documentados son interminables: niñas y ancianas, embarazadas o monjas fueron atrozmente violadas. Cuentan testigos que en aquel Berlín no había ni una sola ventana con cristales, pues todos estaban reventados por bombas y tiroteos, y por eso las noches eran aterradoras, ya que en todas partes se escuchaban los gritos desesperados, escalofriantes, de las mujeres que estaban siendo violadas por grupos de borrachos con uniforme (algunas se entregaban al primero de ellos prometiendo convertirse en su amante a cambio de defenderla de los otros). Además, empapados en alcohol, no se detenían en nacionalidades: muchas mujeres liberadas de campos de concentración fueron atrozmente violadas a pesar de que gritaban “¡soy judía!, ¡soy polaca!, ¡soy francesa!” e incluso “¡soy rusa!”; una de éstas, Klavdia Malashenko, declaró a Tsygankov, subjefe del departamento político del 1º Frente ucraniano: “Esto no es una liberación, nos tratan de modo terrible y nos hacen cosas espantosas”. En el llamado ‘Balcón del Báltico’ (Pomerania y Prusia Oriental) una comisión de médicos calculó que fueron violadas más de un millón de mujeres, muchas en grupo (una desdichada fue forzada por 23 soldados); el diez por cien murió a causa de las heridas y muchas se suicidaron. No es este un ejemplo de ejército glorioso.

 

Sí es cierto es que los soviéticos sufrieron más bajas que ninguno de los aliados, pero no todas por fuego enemigo. Para Stalin lo único importante eran los objetivos, no los medios ni las bajas. Por eso azuzó a sus generales y mariscales (Zhukov, Konev, Rokossovsky) para que compitieran por llegar antes al búnker de la cancillería; como todos querían ser los primeros, algunos avanzaron sin avisar a sus ‘competidores’, de modo que fueron atacados por otras tropas soviéticas que los tomaron por alemanes… Por otro lado, cada destacamento, división, batallón o grupo de batalla tenía sus comisarios políticos con ametralladoras apostados a retaguardia, para disparar a cualquier soldado que retrocediera, dudara o no combatiera con suficiente ardor. Y no hay que olvidar que en años anteriores fueron purgados sargentos, tenientes, capitanes… con experiencia en combate, y fueron sustituidos por afines al partido sin conocimiento ni experiencia, los cuales dirigieron los ataques sin saber cómo, sin estrategia, ni plan, ni previsión. No todas las bajas soviéticas cayeron por fuego enemigo.

 

Las barbaridades nazis no justifican las soviéticas. Ningún ejército fue glorioso.          

 

CARLOS DEL RIEGO

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