jueves, 4 de mayo de 2023

IDEOLOGÍA ANTIHUMANA, LO ÚLTIMO Y MÁS EXTREMO DE LAS CORRIENTES ECOLOGISTAS

 


 Esta señora que parece va a morder el cuello del calvo, se llama P. McCormack y quiere que todo integrante del género humano sea eliminado en beneficio del planeta

Una de las características de una parte del pensamiento del siglo XXI es el extremismo, llevar las ideas más allá de cualquier razón y, por tanto, pensar que todo es sacrificable para conseguir hacer realidad esa idea; y ello independientemente de que el objetivo sea deseable o no. Uno de los terrenos donde más abunda el fanatismo más ciego es en el ecológico, en el ambientalista, donde ya hay quien propugna la extinción del ser humano como única forma de preservar plantas y animales irracionales

 Cuestiones como esta muestran que el bienestar y la ausencia de preocupaciones vitales que se ha conseguido en las democracias occidentales mueven a muchas personas a buscar obsesivamente problemas que solucionar; es decir, no son pocos los occidentales bien situados económica y socialmente que se buscan problemas típicos de quien no tiene verdaderos problemas. La idea más extrema que se ha planteado es la que propugna que lo mejor para las plantas y los animales irracionales, lo mejor para el planeta, es la extinción de la Humanidad. Pero también hay otras, como la que practicaba la esposa de Gandhi, que no comía carne (claro) ni vegetales que hubiera que arrancar, cosechar o coger del árbol, nada, ella sólo comía lo que ya estaba en el suelo y cuyo destino era la descomposición…

 La idea es que los seres humanos se destruyan a sí mismos en beneficio del planeta, de las plantas y de los animales irracionales (ante esto cabe preguntarse por qué los irracionales han de tener más derecho a la vida que los racionales). En otras palabras, los fanáticos extremistas del medio ambiente han llegado a la conclusión de que la Humanidad no es sostenible, y por tanto tiene que dejar de existir (aunque ninguno de ellos quiere ser el primero…), y por ello plantean que es preciso elegir entre Naturaleza y Humanidad, y ya han tomado su decisión a favor de la primera. 

 La escritora y profesora australiana Patricia MacCormack es la autora del libro de cabecera de esta corriente: ‘El manifiesto antihumano: activismo para el fin del Antropoceno’ (2020). En este panfleto desquiciado (propone disparates) y fascistoide (su fin es matar) exige “el fin de todo lo humano, conceptualmente y como especie”. Y para conseguir ese propósito, esta individua que encarna el pensamiento hitleriano, estalinista y maoísta, propone “la desaceleración de la vida humana mediante el cese de la reproducción (…)  el suicidio y la eutanasia” (vuelve a plantearse aquí la pregunta ¿por qué no da ejemplo y ella es la primera que libera al planeta de su propia existencia?).   

 Dejando sentado que esta forma de pensar (¿) es una barbaridad insostenible desde cualquier punto de vista ético o moral, caben otras consideraciones. Por ejemplo, puede afirmarse que quienes exigen la muerte de todo ser humano hubieran estado encantados en Auschwitz y serían entusiastas de las cámaras de gas, serían defensores de los gulag soviéticos, de los campos de reeducación maoístas…, lo cual conduce al fascismo más sanguinario y genocida, pues exige la muerte de todo el que tenga genes humanos. También podría asegurarse que los anti-humanidad también son anti-naturaleza, ya que el Hombre es un producto de la Naturaleza y, por tanto, tratar de suprimirlo es un auténtico pronunciamiento, un alzamiento contra Natura. Por último, es evidente que esta gente rechaza totalmente los Derechos Humanos, ya que el primer derecho es la propia vida. Lo dicho: puro nazismo; a propósito, Hitler también amaba a los animales, como demuestra el hecho de que sólo mostró verdadero cariño por sus perros, y promulgó la primera ley animalista de la historia, y era vegetariano…, aunque hizo lo imposible por matar a millones y millones de personas. Él estuvo cerca de conseguir lo que exigen los anti-humano, lo que lleva nuevamente a la equiparación de unos y otro. Y como, llegado el momento, los nazis no dudaron en suicidarse, la analogía parece más que apropiada, oportuna.

 En resumen, los anti-humanidad desean la muerte para toda persona, con la eutanasia, el suicidio y la esterilización como herramientas. Es otra evidencia de que la ideología, por bienintencionada que sea, termina por embrutecer, nublar la razón y esclavizar a la persona.

 CARLOS DEL RIEGO

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