Julio Mazarino, modelo de corrupto, modelo de político
Una nueva sentencia de los tribunales españoles condena a políticos por corrupción. En realidad no es una sorpresa. Y es que política es sinónimo de corrupción, como se viene demostrando desde hace milenios en todas partes. El cardenal francés Mazarino podría dar lecciones de corrupción
La política es el poder, pero también es corrupción, la cual no consiste sólo en meter mano en la caja. También se es corrupto cuando se coloca a amiguetes, familiares, compañeros de partido…, cuando se distribuyen a voluntad y sin supervisión subvenciones, ayudas, financiaciones…, cuando se aceptan sobresueldos, dietas, viajes, pluses para vivienda o transportes, fondos adicionales, regalos…, cuando se aprueban concesiones o fondos para tal partido, sindicato o gran colectivo a cambio de apoyos y favores políticos…, cuando se utilizan los medios y recursos del estado (dinero público) en beneficio propio o del partido… Sí, las modalidades de la corrupción son infinitas (incluyendo hacer la vista gorda), sobre todo cuando se tiene poder suficiente. Así se demuestra mirando la Historia, en la que aparecen infinidad de políticos (o quienes poseen el poder) absolutamente manchados por la corrupción. Es inevitable: el político es corrupto en función de la cantidad de poder que acumule y del tiempo que lo acumule.
Hace unos 5.200 años unos sumerios ‘inventaron’ la escritura, puesto que sólo apuntando se podía saber quién había pagado los tributos y cuánto; seguramente los funcionarios del palacio y los sacerdotes del templo se quedarían con su parte, e igualmente otros ‘políticos’ que tuvieran acceso a los tributos. Unos milenios después, en el año 60 antes de Cristo, Craso formó con César y Pompeyo el Primer Triunvirato; inmensamente rico, Craso había hecho gran parte de su fortuna con la especulación fraudulenta de terrenos, y cuando tomó su parte de poder su patrimonio se disparó. En España, el Duque de Lerma, valido de Felipe III desde 1598, acumuló todo tipo de títulos nobiliarios, distinciones, cargos y sueldos, nombró y destituyó a conveniencia y, en fin, acumuló tanto que al saber que el rey lo iba a destituir se hizo nombrar cardenal para así no ser juzgado.
Son sólo tres ejemplos de la infinita
lista de políticos corruptos de la Historia (que equivale a la de políticos),
pero ninguno se acerca al nivel de perversión, ambición, avaricia, astucia y
egoísmo del cardenal Mazarino. Nacido en Italia, primero fue consejero y mano
derecha del Papa, y luego se naturalizó francés; en 1642 accedió al cargo de
Ministro de Estado (sucediendo al cardenal Richelieu) del rey Luis XIII de
Francia, aunque según casi todos los historiadores Julio Mazarino era quien
mandaba y ordenaba en el país vecino, y así siguieron las cosas incluso cuando
asumió el trono Luis XIV. Durante los 18 años que actuó como dueño de Francia,
Mazarino trincó por todas partes hasta acumular una fortuna fabulosa,
incalculable.
Pero el cardenal Mazarino sólo quería
una cosa: más. Se hizo nombrar jefe del aprovechamiento de aguas y bosques de
varias regiones, quedándose con todo lo que abonaban los campesinos y
pobladores de Ham, Marie, La Fere o Saint Gobain. Sus fincas, terrenos y
bosques eran minuciosamente explotados (madera, ganado, caza, pesca) sin
descuidar la gestión ni perdonar un céntimo.
CARLOS DEL RIEGO
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