sábado, 14 de junio de 2025

ANÉCDOTAS Y SUCESOS DEL MUNDO DEL ROCK EN 1970

 


 Festival de la Isla de Wight en 1970, con más público que Woodstock

Han pasado cinco decenios y medio, toda una vida. El año que puso fin a la prodigiosa década de los sesenta dejó abundantes hechos y sucesos en el mundillo del rock & roll, tantos como para no ser olvidado. No sólo vio discos inmortales, separaciones históricas y muertes de iconos del rock sino que también fue pródigo en anécdotas y episodios pintorescos, hilarantes e incluso trágicos.   

 

Puede decirse que en 1970 el rock & roll había llegado a su mayoría de edad…, a pesar de que no tenía más de quince años. Las herramientas, estructuras y características propias del estilo estaban ya bastante fijadas, de modo que el rock estaba preparado para acoger las nuevas formas que, a lo largo de los años setenta, iban a presentarse y desarrollarse. Fue 1970 el año de la traumática separación de los Beatles (y de la publicación de su último disco), con acusaciones y responsables, desprecios y señalamientos. También a finales de aquel año murieron dos leyendas, dos nombres que ya están en los altares del rock: Jimi y Janis. Y sucedieron muchas otras cosas que, pasado tanto tiempo, parecen olvidadas…

 

Por ejemplo, a pesar de que el nuevo género musical tenía personalidad y empezaba a ser acogido por el sistema (aunque para la gran mayoría de la población seguía siendo nuevo, muy ruidoso y poco recomendable), no dejaba de provocar escándalo. Nombres tan importantes como John Lennon, Jefferson Airplane o los mencionados Hendrix y Joplin fueron multados e incluso detenidos por blasfemias, conductas y expresiones soeces y obscenas, tanto en el escenario como en la calle. Claro que la realidad dejó las cosas en muy poco, pues con unos cientos de dólares todo se solucionó.

 

Hablando de Jefferson Airplane, en abril su cantante Grace Slick fue invitada por Tricia Nixon, hija del presidente estadounidense Richard Nixon, a una fiesta de té nada menos que en la Casa Blanca. La vocalista se presentó en la fiesta con el activista político Abbie Hoffman, quien estaba siendo juzgado por conspirar para provocar disturbios en la Convención Nacional Demócrata de 1968; de hecho, Hoffman fue acusado por el gobierno Nixon, aunque luego el juicio contra los Siete de Chicago fue declarado nulo. Slick y Hoffman planeaban cargar con una fuerte dosis de LSD la taza de Nixon. Pero no llegaron a ver al presi, puesto que Slick fue reconocida (curiosamente Hoffman no) al estar en la lista del FBI y fue invitada amablemente a largarse.

 

No hacía mucho que se había celebrado el histórico Festival de Woodstock (1969), que para entonces ya había adquirido estatus de leyenda. Sin embargo no todo era tan bonito. Así, en enero del 70, Max Yasgur, el propietario de la granja de Bethel (Nueva York), el lugar donde tuvo lugar el festival, fue demandado por los granjeros vecinos, que le exigieron 35 de los grandes por los daños causados por aquella marea humana en sus terrenos.

 

Se tiene el de Woodstock como el espectáculo del rock que más gente congregó, pero los datos desmienten la afirmación. Y es que a finales de agosto de 1970 se celebró el Festival de la Isla de Wight (Inglaterra), en la granja East Afton Farm. Aquí se reunieron en torno a 600.000 personas, con lo que supera en casi cien mil a Woodstock (cifras estimadas) y se convierte en el festival de rock más grande de todos los tiempos. Allí tocaron Jimi Hendrix, The Who, The Moody Blues , Chicago, The Doors, Ten Years After, Leonard Cohen, Ritchie Havens, John Sebastian (de Lovin’  Spoonful), Jethro Tull, Emerson, Lake & Palmer, el jazzman  Miles Davis o la cantante folk Joan Báez. Además de la impresionante cifra de asistentes, el cartel era ya una muestra de la versatilidad y de las infinitas posibilidades del rock.

 

El cantante de The Kinks, Ray Davies, se metió una auténtica kilometrada en 1970 por causas que hoy serían incomprensibles. En junio The Kinks estaba de gira por EEUU, pero Ray se vio obligado a hacer un viaje de ida y vuelta de Nueva York a Londres (9.600 kilómetros de nada), interrumpiendo la gira. Y todo para regrabar una única palabra; su nuevo single, ‘Lola’ incluía la marca Cocacola, pero su discográfica le dijo que si no quitaba ‘cocacola’ la canción sería prohibida por la BBC, así que el tipo voló a Londres sólo para cambiar ‘cocacola’ por ‘cherry cola’. Y luego volvió a EEUU. Pero es que en noviembre del 70 tuvo que tomar otro avión urgentemente para Londres para volver regrabar; el tema ‘Apeman’, nuevo single, incluye la frase “La contaminación del aire me nubla los ojos”, que, decían, suena demasiado a ‘jodido’, ‘colocao’… Cosas de los sesenta.

 

El deterioro mental de Jimi Hendrix no anunciaba nada bueno. En julio tocaba en su ciudad natal, Seattle, pero salió tan colocado que no dejó de insultar y menospreciar al público, terminando el concierto con gritos, abucheos y jaleo. Y en septiembre ( el día 6, menos de dos semanas antes de su muerte), durante la que fue su última gira por Europa, Jimi fue abucheado en escena por el público alemán, pues tardó horas en comparecer y dio una actuación desconcertante, con paradas a mitad de canción, palabrotas, insultos e incluso fallos y olvidos de la letra. Desgraciadamente no vivió mucho más.

 

También a finales de 1970 The Doors ofrecen su último concierto con Jim Morrison, en Nueva Orleans, Luisiana. Al terminar, los otros miembros deciden no volver a tocar en vivo a causa de lo impredecible de la conducta de Morrison, que siempre salía a cantar completamente borracho.

 

Triste suceso fue el que protagonizó el baterista de The Who, Keith Moon, quien en enero atropelló mortalmente a su chófer con su Bentley, al salir de un bar (¡cómo no!) mientras intentaba escapar de una muchedumbre. En el juicio quedó demostrado que la muerte fue accidental.

 

La de los sesenta fue una década tan loca como prodigiosa.

 

CARLOS DEL RIEGO

viernes, 6 de junio de 2025

BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, EL EMBUSTERO MÁS ACEPTADO DE LA HISTORIA

 


 Bartolomé de las Casas mintió (como en casi todo) al ocultar los sacrificios humanos, la esclavitud o el canibalismo que había en América

Aunque no fuera esa su intención, Bartolomé de las Casas se convirtió en el más dañino, eficaz y duradero enemigo de España ‘gracias’ a su obra ‘Brevísima relación de la destrucción de las Indias’ (1552). Todos los enemigos de la potencia entonces dominante utilizaron tal libelo para compensar su envidia, sobre todo ingleses, holandeses y franceses. Increíblemente hoy sigue teniéndose como referencia histórica (incluso para muchos españoles) a pesar de las evidencias que demuestran que ese libro es una sucesión de mentiras   

 

No hay actualmente ningún historiador, autor o especialista mínimamente riguroso que no señale como una variada exposición de mentiras, exageraciones y falsedades la ‘Brevísima’ de Bartolomé de las Casas (1474 u 84-1566). Fijándose en las más evidentes es incomprensible que aún haya criaturas que le den credibilidad y lo señalen como un historiador fiable; de hecho, todos los expertos en el asunto le niegan cualquier valor historiográfico.

 

Para empezar, el fraile luego obispo dejó escrito que los indios eran seres mansos que desconocían la violencia y se asombraban ante la de los conquistadores. Es absolutamente imposible que de las Casas no supiera que todos los pueblos de América estaban entonces en peramente guerra unos con otros; es imposible que no supiera de las redadas que daban los reinos dominantes contra los dominados en las que secuestraban hombres y mujeres; no es posible creerse que este señor, que estaba allí entonces, no supiera de los fines de esos secuestros (decenas de miles al año): esclavitud (sexual en el caso de las mujeres), sacrificios en los que se arrancaba el corazón a la víctima en vivo para ofrecerlo a los dioses, y finalmente la antropofagia, práctica muy habitual en Mesoamérica. No hay forma de que fray Bartolomé desconociera todo esto; es como si un historiador estadounidense de los años sesenta no supiera nada de la guerra de Vietnam… Es decir, ocultó deliberadamente una gran parte de la verdad, lo que convierte lo que cuenta en una gran mentira.

 

Embustes de tamaño cósmico son sus narraciones de las atrocidades y matanzas. Cuando un cronista narraba un hecho aportaba datos y detalles; por ejemplo ‘llegamos a una aldea que llamaban tal, era el día de tal (de San Lorenzo, de la Ascensión de Nuestra Señora, de Pascua, de Adviento…), íbamos al mando de tal (Cortés, Alvarado, Olid…), llovía mucho o hacía mucho calor, el cacique del pueblo se llamaba tal… Así lo hicieron todos los que vivieron y escribieron de primera mano sobre aquellos sucesos, desde Bernal Díaz del Castillo hasta fray Toribio de Benavente (Motolinía), pasando por Bernardino de Sahagún o el propio Hernán Cortés en sus ‘Cartas de relación’ dirigidas al emperador Carlos. Como es lógico, cuando alguien narra un hecho nunca deja de aportar ese tipo de datos y referencias. Sin embargo, a pesar de que de las Casas suele comenzar la ‘descripción’ de las matanzas con un rotundo “Yo vide”, es decir, “yo vi”, jamás señala dónde sucedió ni una sola de esas masacres, ni el pueblo ni la región ni sobre qué tribu o poblado se perpetró; igualmente ni una sola vez especifica cuándo, en qué fecha o temporada o estación del año vio aquello; nunca precisa quién fue el capitán que ordenó la escabechina ni proporciona ni un solo nombre de soldado, de fraile o de español que estuviera allí o tomara parte en el episodio que cuenta… Ni tampoco subraya quiénes eran los indios aliados que iban en la expedición, pues cualquier contingente de españoles viajaba siempre acompañado por cientos o miles de indios enemigos de los aztecas. Es, en fin, absolutamente incomprensible e increíble que se presente como testigo ocular y no sea capaz de especificar ni un solo detalle acerca de quién, cuándo o dónde. La conclusión es que no presenció nada, sino que se limitó a soltar mentira tras mentira, confiando en que nunca nadie lo descubriría.

 

Y como suelen hacer todos los mentirosos, a veces suelta mentiras innecesarias. Por ejemplo cuando afirmó que “en la isla la Española hay más de treinta mil ríos, doce de ellos tan caudalosos como el Duero, el Guadalquivir o el Ebro”. Esto es una trola monstruosa que no tiene ningún sentido, puesto que en esa isla (ocupada hoy por Haití y República Dominicana) no hay ni un centenar de ríos contando arroyos y cursos no permanentes. Y el más largo, el Artibonito, es un tercio del Duero y su caudal es alrededor de la séptima parte del río castellano. ¿Por qué se inventaría de las Casas una patraña semejante?..., sobre todo teniendo en cuenta que no apoyaba ninguna de sus afirmaciones y no tenía necesidad de explicar la hidrografía de la isla. Es la típica trola de un embustero terco y pertinaz que no puede dejar de mentir.

 

En cuanto a la cantidad de muertos, comienza señalando doce millones, luego lo eleva a quince millones y finalmente afirma que los españoles mataron con sus lanzas y espadas a unos veinticinco millones de indios (si el fraile trolero hubiera vivido más habría elevado la cifra a cientos de millones). Ni con ametralladoras ni con cámaras de gas, ni dedicando todo el día a matar podrían haber alcanzado tales cantidades. Además, el hecho de que en lo que fue la América Hispana la población de indios y mestizos esté hoy entre el 75% y el 90% desdice las afirmaciones de Fray Mentira. Y por último, si se dedicaron a matar, ¿por qué construir más de mil hospitales, otros tantos colegios, cincuenta universidades…?, todo abierto a indios, españoles y mestizos, como indican los estatutos de fundación de cada centro.   

 

Asimismo, Bartolomé de las Casas se comportó de un modo hipócrita y despectivo con los indios. Jamás se fue a convivir con ellos a sus poblados, nunca se interesó por aprender sobre las culturas, sus historias, sus costumbres, sus idiomas; al contrario, cuando viajaba (según otros cronistas contemporáneos que sí dan datos de cuándo, quién y dónde) llevaba no menos de una docena de indios porteadores para su gran equipaje (“viajaba como un marqués, como un gran señor”, dijo de él Motolinía) y luego ni siquiera les pagaba ni un céntimo. Además, de las Casas pidió por escrito al emperador que trajera negros de África para aliviar el trabajo de los indios…        

 

Todo esto es innegable, evidente, indiscutible. Y aun así existen muchas personas (incluyendo españoles) que lo citan como si fuera un historiador riguroso y fiable. En realidad de las Casas fue un gran embustero, falsario y manipulador, no un historiador. Fueran cual fueran sus intenciones, el fin no justifica los medios.  

 

CARLOS DEL RIEGO

viernes, 30 de mayo de 2025

JANIS JOPLIN, HACE 55 AÑOS SE APAGÓ UNA VOZ IRREPETIBLE

 


Janis Joplin

 

El año 1970 vio cómo desaparecían tres enormes figuras de la historia del rock: el 3 de septiembre cayó Alan Wilson, de Canned Heat, el 18 del mismo falleció Jimi Hendrix, y el 4 de octubre se fue Janis Joplin, los tres con 27 años. No salieron de la década de los sesenta. La voz de la cantante tejana es una de las más reconocibles del universo rock, y se ha escrito y hablado mucho sobre ella, sobre su vida, sus adiciones, su pensamiento y, sobre todo, sus canciones. Es momento de recordar algún detalle de aquella enorme artista

 

Quien conozca mínimamente el universo del rock tendrá en su memoria las actuaciones de Janis en Monterrey Pop y Woodstock, así como algunos de sus títulos emblemáticos. Pero tal vez no sean tan conocidas algunas curiosidades y sucesos que también ayudaron a convertirla en una auténtica leyenda.

 

Por ejemplo cuando fue arrestada en noviembre de 1969 en Tampa, Florida, al terminar un concierto. El motivo fue delirante: en cierto momento el público estaba tan entusiasmado que empezó a bailar en los pasillos, en sus sillas, en cualquier espacio del recinto; la policía exigió que dejaran de bailar e incluso instó a Janis a que pidiera al personal que se sentara, a lo que ella, lógicamente, se negó, es más, respondió a los polis: “Dejen en paz a esta gente”, y no se conformó, porque dedicó unas cuantas groserías y palabrotas a los uniformados, quien al terminar el concierto la detuvieron acusada de “utilizar lenguaje vulgar e indecente”. La ficharon y la liberaron una hora después. Finalmente todos los cargos fueron desestimados al considerar el juez que ese lenguaje entra dentro de la libertad de expresión.

 

Es sabido que nunca fue fan de los Rolling Stones, pero no tanto por su música como por ser súbditos de la Reina de Inglaterra. Mark Farner (de Grand Funk) era amigo íntimo de Janis y la recuerda bebiendo y despotricando contra la ‘invasión británica’: “Decía que esos tipos no eran verdaderamente libres porque nacen sujetos a la corona…, ¡nacen imbéciles! Nosotros somos libres y ellos no. En otra ocasión íbamos en un helicóptero que inmediatamente iba a ser usado por los Rolling Stones y Janis estaba muy atareada untando los asientos de chocolate para que Jagger y compañía se pringaran bien los pantalones”. Pero a finales de 1969 fue a verlos al Madison de Nueva York (también estaba entre el público Jimi Hendrix); Ike & Tina Turner eran los teloneros, y Janis, con una buena trompa, se invitó a subir al escenario al final para cantar y bailar; fue alrededor de un minuto y desafinó lo suyo (se había trasegado el Mississippi), pero el público la aplaudió a rabiar. Visto lo visto, los Stones le hicieron llegar el recado de que ni se le ocurriera intentar lo mismo con ellos en escena.        

 

Es casi seguro (así lo afirman los que estaban allí) que tuvo relaciones íntimas con Jim Morrison, con Jimi Hendrix, con Kris Kristofferson, con la estrella del fútbol americano Joe Namath… y también con chicos (y chicas, pues su amiga Peggy Caserta afirmó haber sido su amante) ajenos a la fama. Con todos compartió cama y enormes y larguísimas borracheras: con Kristofferson se pasó tres semanas enlazando una con otra…

 

Lo peor es que además de beber como un cosaco, Janis se metía heroína sin control, algo que preocupaba mucho a sus amigos y compañeros de banda. Ella intentaba dejar el polvo, pero al parecer estaba por todas partes; se sabe que había quien la invitaba, entre bastidores, antes y después de los conciertos. Decidida a dejar la droga, se fue a Brasil a comienzos de 1970 para disfrutar con el carnaval, pero se quedó allí varios meses; tuvo tiempo de que la echaran del hotel por bañarse desnuda en la piscina y para recorrer parte del país haciendo dedo. Y la cosa funcionó, porque volvió a casa limpia y así se mantuvo un tiempo…

 

Estuviera como estuviera, nunca dejaba de ser una cantante: actuaba casi continuamente y se pasaba horas grabando en los estudios. Por eso sabía apreciar a otras cantantes de blues que la precedieron; no sorprende que en agosto de 1970, enterada de que la gran Bessie Smith (muerta en accidente de tráfico en 1937) yacía en una tumba sin lápida, costeó junto a la activista pro derechos civiles Juanita Green una lápida en la que se lee: “La mejor cantante de blues nunca dejará de cantar”.

 

Corría el mes de septiembre de 1970. Para dejar de meterse caballo (o al menos para meterse menos), bebía más y más, pero cuando comenzó a grabar su último Lp, ‘Pearl’, tomó la pésima decisión de volver a la heroína para dejar de beber, pues el exceso de alcohol afectaba mucho a su voz y las resacas la dejaban hecha polvo en el estudio. Había grabado dos composiciones propias, la imparable ‘Move over’ y la deliciosa ‘Mercedes Benz (ésta a la primera toma), así como el ‘Me & Bobby McGee (de su amigo Kris Kristofferson) y la explosiva ‘Cry baby’. El día 3 a las 11 de la noche, al sentirse cansada, todos decidieron que la última canción del Lp, ‘Bured alive in the blues’, que ya estaba terminada a falta de grabar la voz, la grabara el día siguiente. Janis estuvo un rato escuchándola, se fue a tomar unas copas con los colegas y finalmente se fue, sola, a su hotel. Se metió la droga, bajó a comprar cigarrillos, volvió a su habitación… y fue encontrada muerta, con sangre en el suelo del golpe que se dio al desmayarse, unas horas después. Su manager, tras esperarla horas en el estudio fue al hotel y allí la encontró…

 

La canción se publicó tal como estaba, sin su inconfundible voz. Los excesos se han llevado a tantos talentos…

 

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 22 de mayo de 2025

HASTA CINCO VECES PALESTINA RECHAZÓ LA PARTICIÓN DEL TERRITORIO PARA SER UN ESTADO

 


Con esas herramientas es imposible el acuerdo y la paz

 

Desde los años treinta del siglo pasado se han hecho hasta cinco propuestas reales y firmes para que palestinos y judíos se repartieran el territorio y, así, formar cada uno su propio estado. Mientras que los judíos estuvieron de acuerdo en casi todos los casos, los palestinos rechazaron obstinadamente toda posibilidad de tratado, pues consideraban que conceder cualquier derecho territorial a los judíos era impensable

 

Quienes más se interesan y más saben de este enrevesado asunto son capaces de retroceder en el tiempo hasta, más o menos, el siglo XIII o XIV antes de Cristo. Se sabe que los filisteos (de donde surgirá el término palestinos y Palestina, latinización de términos griegos, arameos…) llegaron desde el Egeo por esa época; se sabe que lucharon contra diversas tribus hebreas, que estaban ya allí o llegaron poco antes o poco después. Siempre vencían los filisteos, pues tenían armas de hierro, mucho más eficaces que las de bronce de los hebreos… En los siglos y milenios posteriores aquella tierra fue escenario de infinitos enfrentamientos.

 

Ya en el siglo XX, en 1917, se proclama la Declaración Balfour, que proponía la fundación de un estado judío en Palestina, que entonces formaba parte del Imperio Otomano. Posteriormente, ante la imposibilidad de que judíos y palestinos acercaran mínimamente sus exigencias, se produjeron varios intentos por parte de la comunidad internacional de redactar posibles acuerdos que siempre incluían la formación de un estado palestino. Desde los primeros momentos los judíos aceptaron dividir el territorio y crear dos estados, puesto que estaban convencidos de que lo primero es tener un estado y luego, con el tiempo, ya irá creciendo y tomando forma. Desgraciadamente los palestinos no aceptaban nada si se quedaban allí los judíos, les daban igual las propuestas.

 

En enero de 1937, Hajj Amin Husseini, el Mufti de Jerusalén, que se erigió en el plenipotenciario palestino, rechazó tajantemente la propuesta de la Comisión Peel británica liderada por Lord Peel, en la que ofrecía el establecimiento de dos estados en Palestina, uno para árabes y otro para judíos. Éstos aceptaron, pero no hay acuerdo si una parte no quiere.

 

En noviembre de 1947 la ONU propuso otro plan de partición (resolución 181), el mismo Mufti se negó a adoptar la propuesta de partición de la ONU que ofrecía establecer dos estados, uno judío, el otro árabe, con un área de control internacional en Jerusalén y Belén. Inglaterra, que tenía entonces el mandato sobre la zona, se retiraría el año siguiente y, un par de meses después, ambos estados serían reconocidos. El plan incluía el respeto por los dos cultos y por las minorías. Los judíos colaboraron en todo con la ONU, pero los árabes con el Mufti a la cabeza, se dedicaron a boicotear cualquier reunión y, por supuesto, no aceptaban nada que incluyera la presencia de judíos en la zona.

 

El sucesor del mencionado Mufti Husseini fue Yasser Arafat, representante de la Autoridad Palestina en la Cumbre de Paz de Camp David en julio del año 2000; Ehud Barak fue el diplomático judío y Bill Clinton el anfitrión. Hubo algún acuerdo, pero sólo de buenas intenciones: evitar la guerra, evitar acciones unilaterales…, pero en el fondo nada. Arafat proclamó que no se les daba lo suficiente, y los judíos que no podían ofrecer más. Clinton dijo que el fracaso de las conversaciones se debía a la obstinación de Arafat, que nunca hizo ninguna propuesta ni contraoferta ni nada que buscara acuerdo. En todo caso Yasser Arafat rechazó cualquier acuerdo que incluyera el Estado de Israel, e incluso se negó rotundamente a reconocer su existencia.

 

En noviembre de 2001 se celebró la Conferencia de Taba (Península del Sinaí, Egipto). Nuevamente el presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, rechazó la propuesta de paz que habría establecido un estado palestino en Cisjordania y la Franja de Gaza con Jerusalén Este como capital; hay que dejar claro que en esta ocasión Israel exigió no devolver los asentamientos judíos en Jerusalén Este. Saeb Erekat, el negociador palestino, dijo que ambas partes estuvieron muy cerca de llegar al entendimiento, pero el fin de la presidencia de Clinton y la candidatura de Barak a la presidencia de Israel dejó todo en el aire; y todo se convirtió en papel mojado con la llegada de Ariel Sharon a la presidencia israelí.

 

Finalmente, en 2008, Mahmoud Abbas, entonces presidente de la Autoridad Palestina, rechazó otra propuesta de paz del primer ministro israelí, Ehud Olmert. Esta proposición volvía a ofrecer un estado palestino en Cisjordania (prácticamente toda) y la Franja de Gaza, con Jerusalén Este como capital. Otra vez estuvieron cerca de llegar a un acuerdo, pero los grupos terroristas palestinos lo boicotearon, lo rechazaron y amenazaron a sus propios representantes si se llegaba a firmar algo con los judíos. 

 

En todas esas ocasiones Palestina pudo aceptar las condiciones (por malas que les hubieran parecido) y conseguir un estado propio, con representación, voz y voto en la ONU y en todos los organismos internacionales. Y a partir de ser y presentarse como una nación, un país, un estado soberano, podrían continuar mucho más eficazmente con sus reivindicaciones, exigiendo derechos y demandando territorios mediante la diplomacia. Pero cualquier acuerdo exigía el reconocimiento de Israel, y antes que pasar por ahí los palestinos están dispuestos a no tener nunca una patria reconocida internacionalmente.

 

Desgraciadamente los que mandan actualmente en Palestina, la organización terrorista Hamás, prefieren cualquier cosa, cualquier situación, cualquier guerra antes que convivir con los judíos, los cuales suelen responder con dureza desproporcionada y ciega (y en su momento también recurrieron al terrorismo con grupos como Irgun o Stern). Y con estas condiciones es imposible cualquier acuerdo que conduzca a la paz.       

 

CARLOS DEL RIEGO

viernes, 16 de mayo de 2025

UNO DE LOS MEJORES AÑOS DE LA HISTORIA DEL ROCK: 1975

 


Queen en la gira de 1975

 

El año 1975 es un año de excelencia en cuanto al rock & roll se refiere, sin duda. Ha pasado ya medio siglo y, sin embargo, resulta casi imposible señalar otro año que haya dejado tanto y tan perdurable. La enumeración de discos memorables que vieron la luz en el 75 es kilométrica, aunque algunas piezas mantienen toda su frescura, su encanto, su chispa

 

Y es que la lista de discos convertidos en clásicos de leyenda que se publicaron aquel año puede dejar boquiabierto a cualquier aficionado, sobre todo si se mira desde hoy con la perspectiva que proporcionan las cinco décadas transcurridas desde entonces.

 

Eran los tiempos dorados del rock. Extendido por todo el planeta, aún no era otro producto de consumo más, es decir, los amantes de este género formaban casi una cofradía, una hermandad no prohibida pero sí un tanto despreciada, marginada; es más, los miembros de la tribu del rock se sentían muy cómodos, orgullosos de ser vistos como bichos raros, como ‘peludos sin vacunar que llaman música a ese ruido’. En aquel momento, tanto los grupos de rock como sus incondicionales todavía estaban como rodeados de un halo de rebeldía, pues el sonido grueso tan típico del género repelía a los condescendientes y acomodados al sistema. Era el rock una forma de distinguirse, de sentirse diferente. Esa música había superado su adolescencia, pero aún conservaba la ingenua arrogancia juvenil y se había convertido casi en una forma de afrontar la vida. Y otra razón más, los discos de vinilo o las recién aparecidas cintas de casete eran las únicas formas de tener rock en casa (rarísimas eran las emisoras de radio que se atrevían a difundir alguna pieza con sonido rock), lo cual indica el rito casi sagrado que significaba ir a comprar el elepé o el single, luego escucharlos en casa mientras se escudriñaba hasta la última letra de los créditos y las portada para, finalmente, mostrar la nueva joya a los amigos ‘correligionarios’. La era dorada del rock.

 

Diez lustros atrás las musas de la Fender y la Gibson debieron irradiar toneladas de inspiración sobre los creadores de rock, pues la relación de discos históricos aparecidos al cumplirse los tres cuartos del siglo XX es asombrosa. Y aun se escuchan y se venden. Son, en fin, referencia.     

 

The Queen había llamado la atención con su anterior disco, pero entonces lanzaron una de las cumbres de la historia del rock, el insuperable ‘A night at the Opera’. Contenía innovaciones sorprendentes, atrevimiento, virtuosismo, creatividad, talento…, fue un auténtico impacto que entonces dejó descolocados a muchos y tanto tiempo después sigue provocando profundas sensaciones; ¿quién puede resistirse a esa prodigiosa rapsodia? 

 

Bruce Springsteen también estaba en ascenso, pero no fue hasta la publicación de ‘Born to run’ que el mundo supo de él. La fuerza irresistible del rock lucía en todos sus matices, y el poderío sencillo y sin dobleces de ‘The Boss’ llegaba para quedarse; en ese momento entró en el Olimpo. En ese momento empezó a ser ‘El Jefe’ (apodo que le viene de cuando, en sus inicios, él era el encargado de repartir el dinero con el resto de la banda).

 

Pink Floyd estaba en la cima. Tanto en el plano comercial como en el artístico había llegado a la cara oscura de la luna con un disco que parecía insuperable. Sin embargo, con ‘Wish you where here’ se mantiene en la excelencia, regala piezas inmortales y, de paso, reivindican la retorcida personalidad de su fundador. Ojalá estuvieran aquí, ojalá siguieran así.

 

También Neil Young estaba muy bien situado en el negocio. Había formado parte de lo que se llamaba un supergrupo (con Crosby, Stills y Nash) tras militar en bandas heroicas, y ya había demostrado gran facilidad y talento para crear ambientes intensos y, a la vez, sosegados. Entonces lanzó ‘Zuma’, un disco en el que brilla su destreza para el country y deslumbra su granítica percepción del hard-rock. El extenso ‘Cortez the killer’ acusa al conquistador y elogia a (Mocte) Zuma, aunque el propio Young especificó años después que no sabía de la historia más que cuatro tópicos (en España se tituló ‘Cortez Cortez’ en uno de los últimos actos de la ya agonizante censura).

 

Led Zeppelin estaba igualmente en su mejor momento tras la fantástica acogida de sus dos discos anteriores (sobre todo el ‘IV’). Ahora se atrevían con un doble LP, ‘Physical graffiti’, cuya portada mostraba un edificio con ventanas que podían abrirse y mirar dentro… Heavy rock en su sentido más estricto, con piezas para el recuerdo y (¡cómo no!) acusaciones de plagio.

 

Kraftwerk había inaugurado una nueva posibilidad: una visión tecnológica, casi mecánica y robótica del rock con su anterior disco. Este año confirmó la aparición del techno con el inquietante ‘Radio-Aktivität’. La fórmula no parecía muy complicada: sonido aparentemente frío pero mucho más cercano de lo que parece, melodías simples pero con más alma que lo que muchos lograron ver, y letras muy directas con versos casi independientes. Esa peligrosa radioactividad (“está en el aire para ti y para mi”) resultó irresistible para muchos, que quedaron contaminados para siempre entre aquellos irreales sonidos sintetizados. Nadie, ni ellos mismos, imaginaron la múltiple influencia de su ‘descubrimiento’.

 

Y hay más, muchos más discos editados en el 75 que han traspasado la barrera del tiempo. ‘Crisis? What crisis?’, se preguntaba Supertramp. Bee Gees anunciaban la fiebre con un excelente y trepidante ‘Main course’. El gran Bob Dylan dejaba otra muestra de genio con ‘Bood on the tracks’ (su decimoquinto álbum). Patti Smith adelantaba la explosión del punk con el deslenguado ‘Horses’. Los inconfundibles barbudos ZZ Top dejaban claro que todo en Texas tiene una personalidad poderosa, como demuestra el potente y divertido ‘Fandango!’. Los ingleses Camel exhibían la elegancia del rock con su ‘The snow goose’. Los Eagles dejaban para la eternidad el delicioso ‘One of these nights’. David Bowie se volvía funk con ‘Young americans’.  Y no son todos, la lista podría ser interminable.

 

La nostalgia invadirá a quien estaba allí, pero todo se puede disfrutar hoy.

 

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 8 de mayo de 2025

80 AÑOS DEL (INDISCUTIBLE) SUICIDIO DE HITLER

 


El sofá sobre el que Hitler y Eva Braun se suicidaron_ en el brazo y el asiento se ven las manchas de sangre

 

Se cumplen estos días ochenta años de la muerte de Adolf Hitler y el fin del nazismo. Volverá a hablarse y discutirse sobre si el Führer se suicidó o si consiguió huir; supuestos ‘informes’ diversos y las típicas teorías de la conspiración animan a mucha gente a seguir manteniendo la idea de que escapó a Sudamérica, donde murió de viejo… La verdad, según testigos, pruebas y especialistas, es que se quitó la vida el 30 de abril de 1945

 

Una de esas teorías sostiene que llegó a Colombia “en buenas condiciones físicas y mentales” y que allí vivió sin ser reconocido hasta su muerte en 1971 (había nacido en 1889). El hecho de que fuera quemado su cadáver y de que fueran los soviéticos (expertos manipuladores de la realidad) quienes llegaran antes al lugar da pie a que muchos se inclinen a pensar en la conspiración. Contra la tesis de que el dictador nazi consiguió escapar se oponen las investigaciones y conclusiones de los máximos especialistas, que no dudan de que se suicidó tras ordenar que quemaran sus restos, pues temía que, como le ocurrió a su colega italiano, su cuerpo fuera objeto de escarnio público y colgado boca abajo en la calle. Conviene, por tanto, recordar algunos hechos irrefutables.

 

Desde 1936 el médico personal del tirano era el dudoso Theo Morell, un tiparraco seboso, muy sucio y maloliente, oportunista y aprovechado. El caso es que este elemento anotaba en su diario todas las dolencias de su paciente así como la abundante medicación que le proporcionaba. Desde hacía años, el enfermo Hitler sufría problemas gástricos, tal vez producto de su tendencia al vegetarianismo; además, a partir de los tratamientos del orondo matasanos, sus dolencias se multiplicaron: dolores de cabeza y de oídos, problemas serios de visión, mareos, severos desarreglos y espasmos intestinales con terroríficas flatulencias (este particular le venía de antaño, y si dejó de comer carne es porque creyó que comiendo sólo vegetales el olor no sería tan nauseabundo), sudoración extrema, hipertensión y, en su último año, problemas cardiacos e infarto (septiembre del 44), tenía la piel color ceniza, le temblaba toda la mitad izquierda del cuerpo y estaba extraordinariamente débil.

 

Además del deterioro físico, desde finales de 1944 mostraba un desarreglo mental evidente: sufría unos temibles ataques de ira en los que gritaba y gesticulaba de modo demencial, acusaba a todo el mundo en medio de una excitación neurótica e incontrolada, movía sobre los mapas fichas que representaban ejércitos que ya no existían (cosa que sabían los que estaban a su alrededor) y, en sus últimas semanas, mostraba síntomas claros (temblores) de padecer neurosis espasmódica.

 

El inefable Theodor Morell, para tratar de ‘combatir’ este catálogo de patologías, se mostraba muy espléndido a la hora recetar y suministrar todo tipo de compuestos, medicamentos y drogas a su terrible paciente: metanfetaminas para ‘estar en forma’ (cuentan que, tras una toma masiva, mantuvo una reunión con Mussolini en la que no dejó de hablar durante tres horas) y somníferos para dormir, estricnina, abundante cocaína y opiáceos, codeína, diferentes barbitúricos…, además de los mejunjes que el poco recomendable médico le preparaba, los cuales contenían desde testosterona de toro hasta extractos de placenta, de músculo cardiaco o de próstata (para combatir la depresión, decía Morell), belladona (planta muy tóxica que se usó hasta el siglo XIX contra diversos dolores) e incluso le suministró la bacteria escherichia colli… En total, el genocida ingería unas 30 pastillas diarias y recibía cuatro o cinco inyecciones.

 

La decadencia física y mental del genocida nazi era cada vez más evidente para todos. Un oficial de su Estado Mayor describió el aspecto de Hitler en sus últimos días en el búnker del Reichstag con bastante precisión: “Caminaba de un lado a otro lenta y trabajosamente, inclinando el cuerpo hacia delante y arrastrando los pies; parecía tener problemas para mantener el equilibrio. De la comisura de sus labios casi siempre goteaba saliva”. El 1 de marzo (un mes antes de su fin)  se acercó a uno de los frentes, a las afueras de Berlín; un oficial que lo tuvo al lado comentó: “Se bajó con dificultad del vehículo, encorvado, apoyándose en un bastón. [...] Habló roto, con la mano que aún le obedecía sosteniendo la otra, que le temblaba notablemente”. Las últimas imágenes de Hitler, cuando saludaba a oficiales y niños vestidos con el uniforme de las SS, contienen una toma por detrás en la que se aprecia un llamativo temblor en su mano izquierda, que él mantiene a su espalda y sujetando algo; al parecer, los primeros síntomas de Parkinson se le detectaron antes incluso de iniciarse la guerra.

 

La salud del dictador nazi era catastrófica, de modo que, aunque no se hubiera pegado un tiro (tras tomarse una cápsula de cianuro), seguro que no hubiera durado mucho y, sin la menor duda, no habría vivido hasta 1971 (hubiera tenido 82 años). Además, una vez que asumió que la guerra estaba perdida, seguramente el mayor temor de Hitler sería caer prisionero, por lo que si optaba por huir correría el riesgo de que los rusos lo capturasen vivo, algo que sin duda le aterrorizaría porque, pensaba, lo exhibirían como trofeo, lo vejarían durante mucho tiempo, lo torturarían, lo juzgarían al estilo soviético y terminarían colgándolo cabeza abajo…, “a mí no me harán lo que le hicieron a Mussolini”, se sabe que dijo al conocer lo que había sucedido con éste y su amante un par de días antes. El mismo 30 de abril, unas horas antes de morir, dijo convencido: “Los rusos saben exactamente donde estoy (...) Es inimaginable que me capturen vivo”. Por otro lado, según su retorcida y perversa mentalidad, ¿qué objeto tenía para él seguir viviendo después de una derrota tan humillante y vergonzosa?, él, egocéntrico hasta el extremo, ¿podía vivir escondido, de un modo sencillo, sin dejarse notar, sin sus grandilocuentes declaraciones?, ¿por qué prescindir de su médico-camello, en quien confiaba ciegamente, si pensaba seguir vivo?, ¿y por qué matar a su querida perrita Blondi si no tenía intención de matarse? 

 

En resumen, por más que los afines a las conspiraciones mantengan lo contrario, no existe ninguna prueba o indicio de que sobreviviera a la derrota. Al contrario, además de la opinión de los especialistas (incluyendo la máxima autoridad en el tema, Anthony Beevor), toda evidencia conduce al suicidio.

 

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 1 de mayo de 2025

LOS BEATLES, EL VATICANO Y SU AGRIA POLÉMICA

 


John Lennon en 1966, cuando hizo aquellas declaraciones

 

En el año 1966 John Lennon realizó unas declaraciones que terminaron resultando escandalosas, incluso ofensivas para algunos. Aquello de que “Los Beatles son más famosos que Cristo” provocó que mucha gente en todo el mundo renegara del grupo, impulsó un rapapolvo del Vaticano y obligó a Lennon a pedir disculpas. Hoy todo parece tan lejano y exagerado 

 

Corría el mes de marzo de 1966 cuando un diario británico inició unas entrevistas-reportaje sobre cada uno de los Beatles. Les preguntaban por su familia, su casa, sus gustos…Cuando le tocó a John Lennon se tocó el tema de la religión y en esa tesitura el legendario cantante, compositor y guitarrista se soltó la lengua, lo que le acarreó más de un sofocón.

 

“El cristianismo desaparecerá, se reducirá y desaparecerá. Tengo razón y así se demostrará. Ahora somos más populares que Jesús…, no sé qué desaparecerá primero, si el rock and roll o el cristianismo. Jesús estaba bien, pero sus discípulos eran tontos y vulgares”. Tales fueron las palabras de Lennon, que en principio, en Inglaterra, no causaron revuelo ni provocaron protestas (tal vez porque entonces el asunto religioso no estaba entre las primeras preocupaciones del inglés). Otra cosa fue en EE UU, donde en poco tiempo la prensa, los pastores protestantes y grandes masas de feligreses pusieron el grito en el cielo.

 

Hubo emisoras que se negaron a seguir radiando discos de los Beatles, se producían manifestaciones y quemas públicas de discos y fotos de la banda, se publicaban editoriales en los periódicos, se los demonizaba desde los púlpitos… Incluso el periódico oficial del Vaticano, ‘L'Osservatore Romano’, tomó la palabra pare sentenciar: “Algunos temas no deben tratarse con profanidad, ni siquiera en el mundo de los beatniks”, lo cual es un tirón de orejas pero tampoco tan fuerte.

 

En agosto de ese mismo año, John trató de justificarse, de disculparse. El grupo estaba de gira por Estados Unidos y las explicaciones y excusas parecían obligadas: “No soy anti Dios, ni anti Cristo ni anti religión. No criticaba nada de eso ni quería decir que fuéramos mejores ni más grandes, ni nos comparaba con Jesucristo como persona ni como Dios, nada de eso. Sencillamente estaba hablando y usé la palabra 'Beatles' como referencia, y entonces dije que hoy pueden tener más influencia y ser más conocidos que cualquier otra cosa o persona, incluyendo a Jesús. Lo dije así, pero hoy veo que no fue un pensamiento correcto”. Compungido, el músico continuó: “Siento haberlo dicho, de verdad. Nunca quise decir algo antirreligioso. Me disculpo, aunque aún no sé exactamente cuán grave es eso que dije. Pero no me importa decir que lo siento”.

 

Mucho tiempo después, en 2010 (un par de años antes ya había habido palabras conciliadores hacia John), con Benedicto XVI como Papa, ‘L'Osservatore Romano’ volvía al asunto, aunque con un tono mucho más conciliador: “Es cierto que consumían drogas y, llevados por el éxito, vivieron de un modo disoluto y licencioso, pero al escuchar sus canciones, todo esto parece distante y sin sentido. Sus hermosas melodías, que cambiaron para siempre la música y aún nos emocionan, perduran como joyas preciosas. Esto es lo que permanece. En realidad aquello no fue tan escandaloso”.  

 

Hasta el Vaticano se vio obligado a fijarse en aquellos chavales que, sin duda, son imagen e icono del siglo XX por los siglos…

 

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 23 de abril de 2025

UN HIPÓCRITA ALÉRGICO AL TRABAJO LLAMADO KARL MARX

 



 Sus palabras, inflexibles y contundentes, fueron contrarias a su elástico comportamiento y su vida personal

Como ocurre casi siempre con personajes históricos que son admirados e incluso idolatrados, Karl Marx, el principal ideólogo del comunismo, esconde muchos, muchísimos ‘cadáveres’ en el armario en forma de contradicción, discriminación, hipocresía, tergiversación, plagio, y lo que hoy se definiría como cara dura. Se cumplen 140 años de la edición del segundo tomo (póstumo) de su obra ‘Das Kapital’, un texto farragoso, dificilísimo de leer, casi ininteligible

Karl Marx (1818-1883) es un personaje clave en la historia contemporánea que, como suele ser habitual, muestra una biografía con muchas sombras. No son pocos los autores, historiadores e investigadores que han puesto a la vista los abundantes trapos sucios del fundador del marxismo. Y no se trata de ideología (algunos de esos autores habían sido marxistas), sino de la verdad documentada, probada, indiscutible, una verdad que, por otro lado, será insuficiente para convencer a quien jamás aceptará la evidencia si ésta no coincide con su ideología.

 

El gran defensor de los trabajadores y martillo de la burguesía, el ‘inventor’ del comunismo, se casó con una rica aristócrata (Jenny von Westphalen) y vivió a costa de su herencia hasta que se acabó…, y ello a pesar de haber escrito y ‘filosofado’ sobre lo injusto de las herencias. Jamás quiso ni tuvo lo que se dice una ocupación, un trabajo con el que mantener a su familia, una obligación masculina que nadie (ni él mismo) cuestionaba en el siglo XIX. De este modo, cuando se acabó el patrimonio de su mujer, se las arregló para vivir a costa de su amigo y colaborador Friedrich Engels, auto-declarado comunista y, a la vez, millonario propietario de fábricas en Inglaterra; Engels escribía contra la propiedad y la riqueza pero era muy rico y posesor de grandes propiedades. Esta contradicción también se observa en Marx, pues escribió o coescribió cientos de páginas acerca del trabajo y el trabajador y, sin embargo, no sólo se negó a trabajar (en la factoría de su amigo, por ejemplo), sino que ni siquiera tuvo curiosidad por ir a ver por sí mismo qué era eso de una fábrica y cuáles eran las condiciones de los proletarios que trabajaban para Engels.

 

Sorprendente y contradictoria es su relación con su sirvienta Helene Demuth, de la que nació un hijo. El adalid del comunismo engañó a su mujer (doblemente) haciéndole creer que el recién nacido era de su incondicional Engels. Sin embargo, lo verdaderamente incoherente no es que se entendiera con la fámula, sino que caía en una postura que él siempre había tenido por ‘asquerosamente burguesa’: tener criados, personas a su servicio.

 

Leopold Schwarzschild (1891-1950) fue un escritor e historiador alemán que estudió la correspondencia que durante cincuenta años mantuvieron Marx y Engels. Así, en su obra ‘El prusiano rojo. La vida y la leyenda de Karl Marx’ deduce (con muchísimos argumentos y evidencias incontestables) que “fue un hombre que encontró en el proletariado un instrumento de su ambición personal”. Igualmente este autor expone que Marx siempre fue un vividor alérgico al trabajo (sus escritos le proporcionaron poco rédito), así que cuando la familia de su mujer dejó de ser su fuente de ingresos, “sedujo a Engels para que lo mantuviera”. O sea, que jamás trabajó. “Nunca realizó el más mínimo esfuerzo por visitar una fábrica o conocer un sistema productivo. Más bien, sus esfuerzos se volcaron en vivir de Engels, consiguiendo de su amigo una auténtica pensión vitalicia”.

 

Que era racista queda evidente en su correspondencia. Por ejemplo, a Ferdinand Lasalle (filósofo, político, 1825-1864) lo trató de “negrito judío” y “judío grasiento”; en una carta que le escribió a Engels en 1862 dice de él: “Ahora no tengo la menor duda de que, como indica la conformación de su cráneo y el nacimiento de su cabello, desciende de los negros que se unieron a Moisés en su huida de Egipto, a menos que su madre o abuela paterna tuvieran cruce con negro” (¿?). Por la misma razón se oponía  a la boda de su hija con Paul Lafargue porque éste era de origen cubano y tenía la piel oscura; sus desprecios no terminaron una vez casados, pues tildaba despectivamente a su yerno de “negrillo” o “gorila”. La soberbia era otra de sus ‘virtudes’: si algún obrero se atrevía a discutirle alguna de sus afirmaciones reaccionaba con violencia y lo tachaba de “ignorante”; por ello, cuando alguno de sus compañeros de la Liga Comunista le contradecía era apartado fulminantemente de los órganos de dirección, donde sólo estaban sus afines incondicionales.

 

Casi nadie niega ya que la mayor parte de las obras literarias que se le atribuyen las escribió Engels (fuera quien fuera, esa escritura no puede ser más confusa y enrevesada, tan oscura que parece no quiere ser entendida). Pero también se apropió de pensamientos y reflexiones ajenas; por ejemplo, en sus textos aparecen máximas y sentencias que, al no citar al verdadero autor, parece que son originales, como “la religión es el opio del pueblo”, que Heinrich Heine escribió en 1840 (y otros antes); igualmente se apropió de “los obreros no tienen nada que perder salvo sus cadenas”, cuyo autor es el sanguinario revolucionario francés Jean Paul Marat (‘L´ami du peuple’); o la tan divulgada “¡proletarios del mundo, uníos!”, que aparece en el Manifiesto del Partido Comunista como propia, aunque es del también alemán Karl Sapper.

 

A pesar de la enorme influencia de Karl Marx en el último siglo y pico, hay que conocer la cara más personal del hombre para poner al personaje en su sitio.

 

CARLOS DEL RIEGO

viernes, 11 de abril de 2025

CANNED HEAT, EXCESOS DE SEXO, DROGAS Y ROCK & ROLL, SOBRE TODO DROGAS

 


Canned Heat, con Bob 'El Oso' Hite mostrando su barriga y Alan 'Búho Ciego' Wilson entre barbudos

Corría el año 1965 cuando en California se funda un grupo diferente, una banda de rock con mucha personalidad, estilo, talento, Canned Heat. A pesar de que, setenta años después, algunos de sus temas tienen una gran consideración entre los iniciados en esto del rock, el grupo está bastante olvidado. De todos modos, es fácil identificar a sus dos integrantes principales, Bob ‘El Oso’ Hite y Alan ‘Búho Ciego’ Wilson, ambos muertos por excesos: drogas, mujeres, suciedad, demencia y más drogas

 

Rock, sicodelia, blues, rythm & blues…, fueron algunos de los géneros por donde se movieron Canned Heat, y por esos caminos se mueven algunos de sus títulos emblemáticos, sobre todo los inolvidables ‘Going up the country’ y ‘On the road again’, ambos firmados por Alan Wilson, quien también tiene el ‘honor’ de formar parte del indeseable ‘club de los 27’. Actuaron en festivales como Monterrey Pop (1967) y Woodstock (1969), pero la esencia de la banda desapareció con la muerte de Wilson en 1970 (suicidio y/o sobredosis), al que siguió Bob Hite en 1981(sobre-sobre-sobredosis).

 

Abril de 1981, aunque el grupo ya no era el que fue tras la muerte de Wilson, aun tenían gancho con el público. Hite, ‘El Oso’, ya estaba hasta las cejas antes de aquel concierto. Él y su esposa Susan, más adicta que él y además alcohólica sin remedio, se habían metido como si nada un gramo de coca cada uno, y luego registraron su desvencijada casa en busca de alguna cosilla más que sabían que estaba por ahí… A la entrada del local del concierto se encuentran con un tipo que vende caballo (un ex oficial de artillería) y les ofrece una prueba, El Oso la rechaza per se queda con todo lo que el camello lleva encima. Fito de la Parra (batería) le advierte que lo que ese tipo vende suele ser muy muy fuerte, pero Hite le dice que seguro que ni siquiera lo va a colocar y, acto seguido, se mete todo de una vez. A los pocos segundos, los casi 140 kilos de El Oso caen como un saco de patatas, queda inmóvil y empieza a ponerse azul. Los demás ‘piensan’  que un par de rayas de coca lo despejarán, así que se la ponen ante la nariz, él esnifa automáticamente pero sigue sin moverse. El resto del grupo vuelve al escenario y lo dejan en la parte de atrás del coche de Fito sin preocuparse, pues este episodio ya lo habían visto; “fue como otras veces, cuando Bob se desmayaba y luego despertaba preguntando qué había pasado”, declaró Fito. Pero esta vez no despertó. La gran cantidad y la pureza de la heroína que se metió, junto a su obesidad y su deteriorado organismo fueron determinantes.

 

En realidad todos los miembros del grupo consumían de todo a todas horas. Eran los últimos años sesenta y el asunto del droguerío era cotidiano, normal, casi obligatorio para hippies, sicodélicos y gentes del rock & roll; una vez la policía entró donde estaban y los detuvo…, excepto a Wilson, que estaba observando y recogiendo hojas. También recuerdan los supervivientes que en cuanto podían buscaban mujeres y trataban de estar todo el día de los polvos al polvo, continuamente, drogas de todo tipo y chicas para todos; por ahí se iba todo (todo) lo que ganaban. Por otro lado, también es conocido que jamás se lavaban, jamás bebían agua ni usaban la ducha; al parecer, Alan estaba siempre por los suelos, pues le gustaba observar flores, pájaros, árboles, y se arrodillaba o arrastraba; los otros iban siempre llenos de grasa de moto, manchas de todos los colores, restos de comida…, y lo ‘mejor’ del asunto, subían al escenario con la ropa de faena, no sabían qué era eso de cambiarse para lucir ante el público. En fin, que a sus vicios principales se añadía la convivencia con la mugre. Dicen quienes estuvieron allí que apestaban siempre, de día, de noche, en escena, en el bar, en la fiesta. Fueron grandes del blues y el rythm, pero personifican a la perfección el lado más feo y autodestructivo de los 60.

 

Alan ‘Blind Owl’ Wilson había llegado de Boston a California en 1965. Era un apasionado de la naturaleza que observaba animales y plantas y estaba muy preocupado por los bosques de secuoyas (un pionero de la ecología). Por eso siempre iba andrajoso, sucio y maloliente, pues tras reptar para observar jamás se duchaba. Todos dicen que era muy inteligente, reservado, pero a veces daba muestras de desequilibrios mentales y desarreglos sicológicos.

 

Wilson nunca tuvo una casa ni ello le preocupaba, le gustaba dormir al aire libre o, como mucho, en casa de Hite. Estudiaba con gran deleite libros de botánica, escribía sobre las secuoyas californianas y acumuló colecciones de piñas, hojas y muestras de tierra que caían de su sucísima ropa sucia mientras correteaba entre la maleza. El propio Bob Hite dijo: “En realidad era un tipo muy raro y descuidado, ni se cuidaba ni se lavaba ni se peinaba ni se cambiaba de ropa; cuando lo llevé a mi casa mi madre no podía creerlo. Y mientras los demás estábamos con ‘tías’ él se arrastraba observando cualquier planta; le interesaban mucho más los pájaros y las flores que las mujeres”. Skip Taylor (manager) dijo: “Le compraba ropa, lo bañaba y lo vestía, y en unos  minutos estaba cubierto de barro y suciedad. No me extraña que no tuviera éxito con las mujeres. Una vez le pagué a una ‘amiga’ y ella lo llevó a su habitación. Al poco salió y me dijo ‘más te vale que te devuelva el dinero, ¡qué peste, qué guarro!’. Nunca comprendió que a las chicas no les gusta rebozarse en la suciedad ni que tengas un aliente apestoso”.

 

Al Wilson solía dormir en casa de Bob Hite: “Casi siempre estaba protestando por la contaminación o por los bosques. Un día me dijo: ‘Ya no sé cuáles son mis problemas. Es un rollo levantarse todos los días’. No nos extrañó que intentara suicidarse o hablara de ello”. En septiembre de 1970 el grupo tenía una gira por Europa. Taylor: “Dos días antes de partir para Europa le dije a Al que se asegurara de lavar su ropa para la gira. Luego desapareció, lo cual no era inusual. Buscamos y buscamos pero no apareció, así que tomamos el avión sin él. En Berlín nos dijeron que lo habían encontrado muerto en el monte, en un saco de dormir, no muy lejos de la casa de Hite. Tenía el brazo derecho cruzado sobre el pecho y muchos recipientes vacíos de barbitúricos. No había dejado ninguna nota. Una vez que dijo que se iba a meter un montón de pastillas para acabar con todo, pero no recordó dónde las había guardado”.

 

“Si no hubiéramos sido músicos habríamos sido criminales, seguro”, dijo Fito.

 

CARLOS DEL RIEGO

lunes, 31 de marzo de 2025

BASIL ZAHAROFF, EL DESPIADADO TRAFICANTE DE ARMAS QUE SALIÓ EN UN EPISODIO TINTÍN

 


Basil Zaharoff y la caricatura que aparece en Tintín como Basil Bazaroff

 

En cada guerra, en todas las guerras, independientemente del resultado, quienes siempre ganan son los traficantes de armas, las fábricas y los intermediarios…, además de los políticos, que casi siempre aceptan los sobornos y mordidas con que los mercaderes de la guerra consiguen fabulosos y lucrativos contratos. El traficante de armas Basil Zaharoff es el evidente ejemplo, tanto que incluso sus modos son claramente expuestos en uno de los episodios del cómic de Tintín

 

Pocos negocios legales pueden ser más lucrativos que la fabricación, tráfico y venta de armamento, pues este tipo de productos resultan extremadamente caros, especialmente cuando el comprador es un país, que suele comprar no sólo fusiles, ametralladoras y cañones, sino barcos, tanques, aviones…, y miles y miles de toneladas de munición. Por eso, cuando empiezan a escucharse tambores de guerra los fabricantes y vendedores se frotan las manos. Así lo hizo Basil Zaharoff, quien llevó a cabo todo tipo de trampas, sobornos, manipulaciones, sabotajes… para colocar sus productos.

 

Nacido en el Imperio Otomano en 1849, Zaharoff era algo griego, algo turco y algo ruso, aunque murió siendo ciudadano británico. De familia muy pobre, fue Inteligente, astuto, artero, ladrón, mentiroso y manipulador, ‘virtudes’ con las que llegó a la cima de su negocio, consiguió enormes honores e inimaginables cantidades de dinero. De hecho, sus primeros ‘trabajos’ le llevaron ante los tribunales, pero de un modo u otro siempre conseguía convencer a los jueces. En 1877 fue recomendado y entró como vendedor de una empresa de armamento, ‘Nordenfelt’.

 

Sus métodos eran simples. Por ejemplo, consiguió audiencia con el ministro de la guerra de Grecia al que sedujo diciéndole que, como griego, le aconsejaba comprar un submarino de guerra (de su empresa, claro) puesto que Turquía estaba preparándose para la guerra y convenía a Grecia no quedarse atrás. Acto seguido fue a ver al ministro turco y le confesó, como turco, que Grecia había comprado un sumergible y se había convertido en una amenaza. Turquía le compró dos. Luego fue a ver al ministro ruso con el mismo cuento y con el ‘soplo’ de que Grecia y Turquía se estaban rearmando, así que vendió otros dos ejemplares; al parecer, el político ruso no quería comprar ninguna de las ‘ofertas’ de Zaharoff, de modo que éste le dijo que volvería mañana, martes, con nuevas propuestas, a lo que el ruso le contestó que mañana no es martes sino jueves; el astuto vendedor le contestó “le apuesto cien mil libras a que mañana es martes”…, Zaharoff perdió y pagó la apuesta, pero colocó sus productos. Lo mejor del caso es que los submarinos de Nordenfelt eran tan inútiles que ninguno llegó a entrar en acción.

 

Otra de sus tretas para sobornar al comprador cuando éste recelaba o no tenía clara la compra de armas era ofrecerle cien mil libras por “esa preciosa lámpara”, a lo que el extrañado ministro contestaba que esa lámpara no valía ni cinco libras…, pero en poco tiempo comprendía de qué iba la cosa. Es decir, Basil Zaharoff ofrecía los sobornos de modo indirecto, pero los políticos y ministros entendían rápido las ventajas personales que supondría la compra de las armas que se ofrecían a su país (¡qué fácil es untar a un político!).

 

Otro de sus recursos era sabotear las demostraciones de los rivales de su empresa. Comprando a quien fuera necesario, Zaharoff lograba que la presentación de una nueva arma de la competencia fuera un fracaso. Incluso boicoteó la presentación del submarino de Isaac Peral cuando éste se negó a venderle su patente.

 

Las comisiones que ganaba le proporcionaron enormes sumas de dinero, que él invertía en comprar acciones de su empresa, de manera que llegaba el momento en que se presentaba ante el dueño y le decía que ya no era empleado sino su socio. Así hasta que se hizo con la mayoría de las acciones de una de las más importantes empresas de armamento del mundo, la Vickers. Llegó un momento en que podía comprar periódicos con los que manipular la información en su propio beneficio. Por ejemplo, en su periódico francés publicaba que corrían rumores de que Alemania se estaba rearmando, con lo que el gobierno galo inmediatamente contrataba la compra de armas; e igualmente hacía en sus medios alemanes, en los que desvelaba que Francia había comprado tantas ametralladoras, tantos cañones y tantos barcos de guerra, por lo que el gobierno alemán rápidamente se gastaba unos cuantos millones en los productos que ofrecía Zaharoff.

 

En el episodio de Tintín titulado ‘La oreja rota’ se explican a la perfección sus modos, incluso el dibujo de Basil Bazaroff (que es como lo denomina Hergé en el cómic) es una copia de la realidad. Su empresa, junto a petroleras aliadas, provocó la guerra entre Bolivia y Paraguay conocida como ‘La guerra del Chaco’…, después de colocar las mismas armas a uno y otro bando. También se lucró en España, donde compró fábricas de armas y vendió todo lo que quiso de cara a la guerra hispano-estadounidense de 1898. Además, entabló relaciones con la aristócrata Pilar Muguiro, casada con un primo, deficiente mental, de Alfonso XII, lo cual le abrió muchas puertas. Se casó con ella al morir el demente, cuando Zaharoff ya tenía más de setenta años.

 

Con la I Guerra Mundial se hizo inmensamente rico, de modo que su poder llegó a ser superior al de los políticos. Escribió sus memorias, en las que parece que contaba cómo y a qué políticos, ministros y aristócratas había sobornado y corrompido, pero antes de publicarlas se las robó uno de sus ayudantes; la policía las recuperó, pero Zaharoff decidió quemarlas antes de que nadie las leyera…, con lo que se perdieron informaciones verdaderamente históricas que aclararían muchas maniobras políticas trascendentales y señalarían a muchos grandes cargos de medio mundo (incluyendo japoneses). Y fue condecorado con las máximas distinciones nacionales de diversos países… Murió en 1936.  

 

La guerra era el paraíso de Basil Zaharoff, un personaje sin escrúpulos ni frenos morales, egoísta, perverso y corrupto. Su trayecto vital es la evidencia de que las guerras las ganan, invariablemente, los fabricantes de armas.

 

CARLOS DEL RIEGO