Territorios de la península hacia el año 1074, cuando el embajador de León le anunció al rey de la taifa de Granada lo que iba a ocurrir siglos después
Cada comienzo de año se recuerda, se conmemora o se desprecia la última escena de la Reconquista: la entrega de Granada a los Reyes Católicos, la cual se produjo sin violencia, sin disparar una flecha. Un noble leonés predijo que ese acto final sería tal como ocurrió, “sin trabajo”, más de cuatro siglos antes
La entrega del Reino Nazarí, el último bastión musulmán en la península, tuvo lugar el 2 de enero de 1492, y fue pactada por el sultán Muhamad XII (llamado Boabdil el Chico por los cristianos) con Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. En realidad las luchas internas entre los nobles y facciones musulmanas habían llevado a una debilidad insostenible al Reino de Granada, que junto a la presión de los reinos cristianos condujo inevitablemente a la rendición.
La conquista comenzó en 711, pero sólo siete u once años más tarde se produjo la batalla de Covadonga (escaramuza, refriega o como quiera llamarse), lo que indica que la resistencia a la invasión y ocupación fue prácticamente inmediata. Ese contraataque o reconquista culminó 770 años después, pero hay que tener en cuenta que en muchos lugares del norte los musulmanes no llegaron a poner los pies, que en gran parte del territorio peninsular sólo estuvieron de paso, y que más de la mitad de ese territorio estaba controlado por los reinos cristianos desde hacía siglos. Es decir, en extensas zonas de la península la reconquista había terminado muchísimos años antes.
El acto final fue la toma de Granada sin la intervención de un solo soldado, tal y como había vaticinado un noble portugués, el conde Sisnando Davidiz, al servicio de Fernando I de León y luego de su hijo Alfonso VI de León, nada menos que en el año 1074, o sea, 418 años antes del trascendental suceso. Enviado por el Rey Alfonso VI de León para cobrar los tributos al reino taifa de Granada, el tal Sisnando se atrevió a explicar a Abdalá ben Muluggin, el monarca de esa taifa: “Al-Andalus fue al principio de los tiempos tierra de cristianos hasta que llegaron los árabes y expulsaron a aquellos a Galicia, tierra menos favorecida por la naturaleza. Pero ahora que pueden, los cristianos quieren recuperar todo lo que se les quitó por la fuerza, y para hacerlo definitivamente tienen que debilitaros y agotaros durante una larga época. Y cuando ya estéis sin dinero y sin soldados os arrebataremos la tierra sin trabajo”.
Que un cristiano hablara así al rey de Granada indica, en primer lugar, la confianza en el éxito de la empresa iniciada en Covadonga, puesto que el sentimiento estaba muy arraigado, es decir, estaba asumido por los hispano-cristianos que la cosa sería larga y costosa, pero que no iban a renunciar y que finalmente lograría el propósito “sin trabajo”. Existía en aquellas sociedades y reinos cristianos (no era igual el siglo IX que el XV) un sentimiento de haber sido despojados de la tierra y, por tanto, una legitimación para luchar hasta recuperarla.
Ese sentimiento, que sí permaneció ocho
siglos en la Hispania cristiana, fue el que estimuló a los hispanos a recuperar
todo el territorio. Y lo hicieron, lógicamente, con los medios y herramientas
que se usaban en la Edad Media por todos en todas partes. No había otra forma.
CARLOS DEL RIEGO
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