En torno a la simbólica y trascendental fecha del 12 de octubre se suele discutir mucho sobre todo lo que se refiere al descubrimiento y conquista de América. Uno de los grandes protagonistas de aquella fabulosa aventura fue Malinche, la mujer nahua que se alió con Hernán Cortés en contra de los aztecas. Para muchos mexicanos de hoy Malinche es sinónimo de traición, sin embargo, si se profundiza un poco, se comprueba que el insulto es totalmente injusto
Malinche (doña Marina tras ser bautizada) fue un personaje clave en la conquista del imperio azteca. Siempre en el centro del escenario cuando se trata de Cortés y su aventura por aquellas tierras, ha dado pie a infinidad de obras literarias y musicales (recientemente se ha estrenado una ópera sobre su figura) en las que, al menos hasta ahora, se la ha tratado como una traidora que se puso de parte de los invasores y en contra de su pueblo. Pero esa es una visión totalmente distorsionada y falsa de los hechos.
Hay hoy muchos mexicanos que la acusan de haber traicionado a México. Pero parece imposible traicionar a un estado que no existe; en 1520 lo que hoy es México era un conglomerado de pueblos, tribus y ciudades permanentemente enfrentados entre sí, de hecho, la idea de un estado que aglutinara todo la tiene Hernán Cortés; por eso resulta muy acertado el libro del mexicano Juan Miralles titulado ‘Cortés, el inventor de México’. Malinche no pudo, por tanto, traicionar a su país.
Es oportuno recordar que, siendo niña, los aztecas llegaron a su pueblo y se llevaron a su padre para el sacrificio. Su madre se vuelve a casar y Malinali (su nombre original) se convierte en un estorbo, por lo que es entregada a unos tratantes de esclavos. En los siguientes años es vendida y pasa de mano en mano, de dueño en dueño varias veces (por eso hablaba náhuatl y maya). Hasta que se la ‘regalan’ a Cortés junto con otras mujeres. El conquistador extremeño se percata inmediatamente de que es una mujer muy inteligente y la pone a su lado. Gracias a que sabe las dos lenguas se convierte en intérprete; en principio Cortés cuenta con un español ex cautivo de los mayas que sabe maya y español, por lo que se entiende con Malinche, que al saber también náhuatl se vuelve imprescindible. Además, en unos pocos meses aprende español por lo que ya no necesita a nadie para entenderse con los españoles. Durante ese tiempo se bautiza y pasa a llamarse Marina y a ser considerada como una gran dama por soldados y capitanes, que se refieren a ella como doña Marina y la tratan con enorme respeto y consideración. Tiene un hijo con Cortés, Martín Cortés, el primer símbolo del mestizaje y a quien el conquistador legitima dándole su apellido y obteniendo una concesión del mismísimo Papa.
Es decir, tanto los aztecas como los mayas (en realidad los herederos de esta cultura) la trataron como a un esclavo, un objeto, una propiedad equiparable a un animal. Y de repente cae en manos de unos extranjeros que la consideran una gran dama, la estiman, la respetan y la admiran (luego se casó con uno de los capitanes de Cortés). Pero no sólo se quedó en intérprete, sino que se convirtió en una imprescindible consejera que conocía el terreno y sus habitantes como nadie, pues los había sufrido desde niña. De este modo, ¿a quién debía fidelidad?, ¿a los que la usaron como un objeto o a los que inmediatamente la consideraron una persona, una mujer valiosa, inteligente y con buen juicio?, ¿a los se llevaron a su padre para arrancarle el corazón en vivo o a los que combatían esas prácticas?
También se la acusa de haber renunciado a sus creencias y cultura para abrazar las de los conquistadores (es preciso recordar que los que formaron la Triple Alianza, Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba, habían sido a su vez invasores y conquistadores que acabaron con los anteriores pobladores de la región; y es asimismo oportuno tener presente la tiranía que ejercían sobre todos los pueblos de lo que hoy es México, a los que masacraban y explotaban sin el menor freno moral). Sí, doña Marina abandonó la fe en los dioses aztecas y abrazó el cristianismo; lúcida e inteligente, entendió que era mejor un dios que dice cosas como ‘no matarás’ o ‘amarás a tu prójimo’ que un Huichilopotchli que exige sangre continuamente. ¿Quién con un mínimo de inteligencia preferiría a los que arrancan corazones y se comen el resto?
Por último, no sólo Malinche se alió con Cortés para combatir a los aztecas. De hecho, muchos de los pueblos que entonces habitaban Mesoamérica se convirtieron en sus socios de manera incondicional; así tlaxcaltecas, tarascos, zapotecas, xochimilcas… De los aproximadamente sesenta o setenta mil hombres que atacaron y tomaron Tenochtitlán en 1521, apenas el uno por cien eran españoles, es decir, la conquista fue más de los indios que de los españoles. Estas alianzas con los españoles se produjeron casi desde el primer momento. Entonces, ¿por qué no se trata de traidores a aquellos miles, a aquellos cientos de miles que antes o después se unieron a Cortés para acabar con la tiranía azteca? ¿Por qué sólo se tacha de traidora a Malinche?
En resumen, vista la realidad y las circunstancias, ¿es justo hablar de traición?, ¿traicionó a un país que no existía?, ¿traicionó a un pueblo que la trató como a una cosa?, ¿qué hubiera hecho cualquier persona de haber estado en lugar de Malinche? Sólo los que hablan con malicia y/o ignorancia pueden recordar a aquella gran mujer con tanto rencor.
CARLOS DEL RIEGO
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