sábado, 28 de junio de 2025

EL GRUPO DE ROCK MÁS LENTO, BOSTON: CINCO LP’S EN MÁS DE CUARENTA AÑOS

 


Boston siempre buscó la perfección costara el tiempo que costara

 

Los grupos de rock, sobre todo los que tienen repercusión en la industria del entretenimiento, se someten fácilmente a los tiempos y compromisos que esa industria. Así tanto por contrato como por el impulso creativo del artista, lo habitual es que el grupo o solista componga, grabe y publique un álbum al año, y luego llega la promoción y la gira de presentación. Pero existe un caso en que el grupo dilata el ciclo dejando pasar cuatro, seis u ocho años entre un Lp y el siguiente: el estadounidense Boston.

 

Lo más habitual es la publicación de un disco cada año, aunque a lo largo de la historia del rock ha habido fenómenos capaces de publicar dos e incluso más. No es el caso Boston, una banda única que sólo ha lanzado ¡cinco elepés en más de cuarenta años de trayectoria! (además de un recopilatorio y otro hecho con  grabaciones preexistentes); la media es un nuevo disco cada más de ocho años. La principal causa de tan escasa producción es, sobre todo, la obsesión perfeccionista de su líder, guitarrista y compositor Tom Sholtz, que nunca estaba contento con el resultado final y siempre buscaba perfeccionar cada canción. El contraste es Ramones, quienes sólo necesitaron siete días para grabar y mezclar su primer Lp.

 

Tom Sholz era ingeniero de una empresa de fotografía, pero su auténtica pasión era el rock, así que se construyó un estudio de grabación en el sótano de su casa. Allí pasaba las horas, componía, tocaba trozos, solos, partes, grababa, recomponía, unía piezas… Eran los últimos años sesenta y Tom solía frecuentar ambientes de rock & roll, donde conoció Brad Delp. Sin embargo, el tipo ni siquiera sopesaba la posibilidad de formar una banda y publicar discos, se conformaba con su sótano-estudio porque, además, eso de tocar en vivo no le entusiasmaba: demasiado riesgo de error, y para alguien que tiene la perfección como único objetivo... Para entonces Brad Delp ya era el encargado de poner voz a las composiciones de Sholz, que comenzó a enviar algunas de sus maquetas a las discográficas, aunque con nulo resultado.

 

Entre los muchos proyectos en los que, totalmente en solitario, trabajaba en su ‘cueva’ estaba una canción, ‘More tan a feeling’, a la que no paraba de darle vueltas y más vueltas; de hecho, la empezó a escribir hacia 1970 y durante más de cinco años la fue puliendo, limando, arreglando, depurando, refinando cada sonido, cada arreglo, acorde, instrumento, adorno… La exquisita voz de Brad Delp era la corona de ese diamante. El texto de la canción no va de amor, sino del sentimiento que se experimenta cuando se escuchan aquellas canciones que te hacen sentir, recordar, emocionar. Después de años de obsesivo trabajo de perfeccionamiento, Tom envió esta canción a las discográficas (aunque pensaba que se podía mejorar).Los productores de Epic se dieron cuenta inmediatamente de que estaban ante algo especial, así que se pusieron en contacto con Tom Sholz y Brad Delp, no con un grupo, sino con un par de músicos que tenían algo prometedor.

 

Firmaron el contrato, pero como en realidad no eran un grupo, no pudieron hacer una demostración en vivo a la compañía, de modo que a toda prisa contrataron a viejos camaradas; incluso tuvieron que pensar rápidamente en un nombre, Boston. A continuación, los ejecutivos les reservaron estudio para grabar lo que sería su primer Lp, pero Sholz se negó: él trabajaba en su casa, arreglaba, grababa, mezclaba todo él solito, y no iba a consentir que productores, arreglistas o ingenieros manipularan sus obras. La discográfica pretendía, lógicamente, que se hiciera una grabación profesional en un estudio profesional y con técnicos profesionales. ¿Cómo salir del atolladero? El productor John Boylan dio con la solución: Tom grabaría casi todo en su sótano, mientras en el estudio se grabaría la voz, la batería y poco más, pero a los de la discográfica les dirían que todo se había hecho donde ellos querían.  Tom y John engañaron a Epic, y todos contentos. Y tan contentos. A las dos semanas el disco sonaba en todas partes y las tiendas se quedaron sin ‘More tan a feeling’ en horas a pesar de ser de un grupo desconocido. En una semana ‘cayeron’ más de 50.000 copias, en quince días medio millón. Más de dos años permaneció en las listas y el álbum vendió casi veinte millones. Hoy sigue escuchándose y comprándose.

 

Tom seguía trabajando en su cueva-estudio, pero nunca estaba satisfecho con lo que le salía. La discográfica, sin embargo, pedía rápidamente otro elepé con otro single superventas. Tom lo tenía claro: si trabajar durante años un tema había dado tan buen resultado no había motivo para cambiar. Pero tanto y tanto lo presionaron que no le quedó otra que enviar una maqueta…, que Epic convirtió en disco de inmediato  para disgusto del solitario creador. Habían pasado dos años pero todo el mundo seguía escuchando el ‘More tan a feeling’, que seguía en listas. Entonces salió ‘Don´t look back’, segundo de Boston, con piezas magníficas aunque ‘sólo’ vendió más de siete millones de copias y colocó número 1 al tema homónimo. Sholz dijo a los ejecutivos que ese ‘mal’ resultado se debía a que no le habían dado el tiempo suficiente...

 

A causa de discusiones, contratos y amenazas se retrasa la entrega de lo que ha de ser el tercer elepé, pues no quería que se publicasen canciones ‘sin terminar’. Al final, Tom y Brad, cabezas de la banda, deciden cambiar de discográfica y firman con MCA, con la que lanzan ‘Third stage’ en 1986 después de retocar, modificar, arreglar, reajustar y refinar hasta la saciedad cada pieza; habían pasado ocho años desde el anterior Lp. El sonido era el de siempre y las canciones excelentes, pero tuvo ‘peores’ resultados, ‘sólo’ menos de tres millones de discos y poco tiempo en el número uno…

 

Para el cuarto disco no estaría Brad Delp que, cansado de la tiranía de Tom abandonó la banda. Éste contrató a otro vocalista y, ya en 1994, otros ocho años después del anterior, lanzó su cuarto álbum, ‘Walk on’. Habían pasado dos décadas, ya eran los noventa y los gustos habían mutado, pero Boston seguía teniendo algo, el público los mantenía en su memoria y no les resultó difícil vender por encima del millón. De todos modos, a Sholz iba a lo suyo: trabajar y trabajar en su sótano para dar forma a otro elepé, para el que regresaría el vocalista de siempre, Bradley Delp. Eso sí, hubo que esperar otros ocho añazos para que se publicara, en 2002, ‘Corporate America’. No entró entre los diez primeros de las listas y no llegó al millón de ejemplares vendidos a pesar de que, nuevamente, contenía canciones sobresalientes y un sonido tan potente como siempre. Es, en todo caso, su último disco, ya que ‘Life, love & hope’, publicado en 2013, está hecho de tomas antiguas. Y Brad Delp se suicidó en 2007.

 

Cinco elepés en más de cuarenta años de carrera. Sin duda puede calificarse a Boston como el grupo más lento de la historia del rock. Es el precio que Tom Sholz pagó por acercarse a la excelencia.

 

CARLOS DEL RIEGO

viernes, 20 de junio de 2025

LAS CIFRAS DEMUESTRAN QUE LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA FUE LA MÁS GARANTISTA Y BENÉVOLA DE TODA EUROPA

 


Ninguno de los instrumentos de tortura que se exponen en los museos es auténtico ni hubo nunca nada parecido. Todos se construyeron en el siglo XIX y fueron pensados para atraer visitantes

 

A pesar de que periódicamente aparecen estudios que desmontan las mentiras acerca de la Inquisición Española, aun hay novelas, películas, series televisivas en las que se sigue dando validez histórica a los tópicos extendidos por los tradicionales enemigos-envidiosos de España. Sin embargo, la realidad desmiente totalmente esa leyenda que señala al Tribunal del Santo Oficio como autor de las más terribles torturas y ejecuciones. Los números son claros

 

La Inquisición fue un invento francés. Y a diferencia de la del resto de Europa, la española fue un tribunal garantista, un tribunal que podía tardar años en completar el proceso legal, puesto que exigía pruebas sólidas, testigos, documentos, contaba con abogados, métodos legales de apelación…, y como se anotaba todo y de todo quedaba constancia documental y, además, había que enviar informes completos a la ‘sede central’, hoy se saben los nombres de los reos, sus acusaciones, las pruebas, sus culpas, su lugar de origen, las sentencias… Prueba irrefutable de que la Inquisición daba todas las garantías legales a los acusados es que los presos comunes (ladrones, asesinos, secuestradores…) pedían y exigían ser juzgados por el Santo Oficio.

 

Los autores y especialistas que, sin prejuicios ni ideologías, se han dedicado a estudiar este asunto concluyen que la Inquisición Española llevó a cabo 49.092 procesos judiciales entre los años 1550 y 1700, de los que salieron un total de 1.695 sentencias de muerte; sin embargo, fueron ejecutadas 863 personas, mientras que el resto de los sentenciados eran ajusticiados ‘en efigie’ (es decir, se ejecutaba un muñeco). Y si se conocen las cifras con tal exactitud es precisamente por los métodos cien por cien garantistas que se seguían.   

 

Por comparar cifras. En el año 1572, siguiendo las órdenes de la corona francesa con el apoyo de la iglesia católica francesa, fueron ejecutados en París entre 2.000 y 3.000 mil protestantes en apenas unas cuantas horas en un episodio conocido como la Noche de San Bartolomé. El frenesí anti-protestante se extendió por el resto de Francia, por lo que se calculan entre 10.000 y 30.000 los ‘herejes’ que fueron asesinados en el país vecino, que siempre pasó por tolerante y miró con desprecio al sur…

 

Es necesario insistir en que las cifras son concretas y exactas en el caso español, mientras que en el francés son aproximadas y estimativas. Ello es así porque los procesos inquisitoriales españoles eran anotados y registrados en todos sus términos, y comunicados a las autoridades superiores, pero las cifras de las ejecuciones en Francia no se pueden determinar con exactitud porque no había procesos, ni abogados, ni apelaciones. 

 

El Tribunal del Santo Oficio español perseguía sobre todo a herejes, protestantes y falsos conversos, aunque también a sodomitas, piratas, asaltadores de caminos, corsarios berberiscos e incluso espías. En cuanto a brujas y brujos, España fue el país más lógico y escéptico ante acusaciones de este tipo. De hecho, el inquisidor Alonso de Salazar y Frías (1564-1636) dejó escrito: “No hubo brujas ni embrujados en ningún sitio hasta que se comenzó a tratar y a hablar sobre ellos”. La mayoría de los inquisidores españoles eran hombres de leyes y no solían caer en supercherías ni acusaciones infundadas, Y muchos de los inquisidores señalaron que los acusados de brujería eran dignos de lástima, no de castigo. Por otro lado, estos licenciados en leyes no solían dar crédito a las confesiones bajo tortura; además, en caso de recurrirse a ella, ésta no podía durar más de 15 minutos y debía estar presente un médico que velara por la vida del reo.

 

En el resto de Europa las cosas fueron muy distintas, pues todo el continente cayó en aquellos años en un frenesí de búsqueda de brujas y hechiceros. Incluso bastaba con una acusación anónima para que las gentes se echaran a la calle para buscar a los ‘amigos del maligno’ y acabar con todos…, sin procesos ni jueces ni leyes. Así, el cálculo de quemados y quemadas, decapitados, torturados hasta la muerte o asesinados por las turbas en Alemania bajo acusación de brujería se estiman entre las 20.000 y 30.000 personas. En Suiza mataron bajo esta acusación a no menos de 10.000 personas. En Francia fueron alrededor de 4.000, en los países escandinavos 2.000 y otros tantos en Inglaterra. Todos ellos señalados y quemados por hechicería. Los números no pueden ser exactos porque, a diferencia de España, no había procesos ni garantías, ni quedaban anotados los nombres y acusaciones, sino que se mataba al sospechoso sin más. La Inquisición Española ejecutó bajo acusación de brujería a un total de 49 personas. La última ‘bruja’ quemada en Europa fue en el año 1782 en Suiza.

 

En España, el Tribunal del Santo Oficio llevó a cabo procesos muy garantistas, que duraban el tiempo que fuera necesario y de los que quedaba documentación escrita con todos los detalles del proceso y del acusado, de los jueces, abogados, acusaciones, testigos, pruebas… Por eso se conocen los números con tanta precisión. Y evidentemente, no son los peores de Europa.

 

Pero los enemigos de España (extranjeros y españoles) siempre preferirán creer a su ideología y prejuicio antes que a la verdad demostrada. 

 

CARLOS DEL RIEGO

sábado, 14 de junio de 2025

ANÉCDOTAS Y SUCESOS DEL MUNDO DEL ROCK EN 1970

 


 Festival de la Isla de Wight en 1970, con más público que Woodstock

Han pasado cinco decenios y medio, toda una vida. El año que puso fin a la prodigiosa década de los sesenta dejó abundantes hechos y sucesos en el mundillo del rock & roll, tantos como para no ser olvidado. No sólo vio discos inmortales, separaciones históricas y muertes de iconos del rock sino que también fue pródigo en anécdotas y episodios pintorescos, hilarantes e incluso trágicos.   

 

Puede decirse que en 1970 el rock & roll había llegado a su mayoría de edad…, a pesar de que no tenía más de quince años. Las herramientas, estructuras y características propias del estilo estaban ya bastante fijadas, de modo que el rock estaba preparado para acoger las nuevas formas que, a lo largo de los años setenta, iban a presentarse y desarrollarse. Fue 1970 el año de la traumática separación de los Beatles (y de la publicación de su último disco), con acusaciones y responsables, desprecios y señalamientos. También a finales de aquel año murieron dos leyendas, dos nombres que ya están en los altares del rock: Jimi y Janis. Y sucedieron muchas otras cosas que, pasado tanto tiempo, parecen olvidadas…

 

Por ejemplo, a pesar de que el nuevo género musical tenía personalidad y empezaba a ser acogido por el sistema (aunque para la gran mayoría de la población seguía siendo nuevo, muy ruidoso y poco recomendable), no dejaba de provocar escándalo. Nombres tan importantes como John Lennon, Jefferson Airplane o los mencionados Hendrix y Joplin fueron multados e incluso detenidos por blasfemias, conductas y expresiones soeces y obscenas, tanto en el escenario como en la calle. Claro que la realidad dejó las cosas en muy poco, pues con unos cientos de dólares todo se solucionó.

 

Hablando de Jefferson Airplane, en abril su cantante Grace Slick fue invitada por Tricia Nixon, hija del presidente estadounidense Richard Nixon, a una fiesta de té nada menos que en la Casa Blanca. La vocalista se presentó en la fiesta con el activista político Abbie Hoffman, quien estaba siendo juzgado por conspirar para provocar disturbios en la Convención Nacional Demócrata de 1968; de hecho, Hoffman fue acusado por el gobierno Nixon, aunque luego el juicio contra los Siete de Chicago fue declarado nulo. Slick y Hoffman planeaban cargar con una fuerte dosis de LSD la taza de Nixon. Pero no llegaron a ver al presi, puesto que Slick fue reconocida (curiosamente Hoffman no) al estar en la lista del FBI y fue invitada amablemente a largarse.

 

No hacía mucho que se había celebrado el histórico Festival de Woodstock (1969), que para entonces ya había adquirido estatus de leyenda. Sin embargo no todo era tan bonito. Así, en enero del 70, Max Yasgur, el propietario de la granja de Bethel (Nueva York), el lugar donde tuvo lugar el festival, fue demandado por los granjeros vecinos, que le exigieron 35 de los grandes por los daños causados por aquella marea humana en sus terrenos.

 

Se tiene el de Woodstock como el espectáculo del rock que más gente congregó, pero los datos desmienten la afirmación. Y es que a finales de agosto de 1970 se celebró el Festival de la Isla de Wight (Inglaterra), en la granja East Afton Farm. Aquí se reunieron en torno a 600.000 personas, con lo que supera en casi cien mil a Woodstock (cifras estimadas) y se convierte en el festival de rock más grande de todos los tiempos. Allí tocaron Jimi Hendrix, The Who, The Moody Blues , Chicago, The Doors, Ten Years After, Leonard Cohen, Ritchie Havens, John Sebastian (de Lovin’  Spoonful), Jethro Tull, Emerson, Lake & Palmer, el jazzman  Miles Davis o la cantante folk Joan Báez. Además de la impresionante cifra de asistentes, el cartel era ya una muestra de la versatilidad y de las infinitas posibilidades del rock.

 

El cantante de The Kinks, Ray Davies, se metió una auténtica kilometrada en 1970 por causas que hoy serían incomprensibles. En junio The Kinks estaba de gira por EEUU, pero Ray se vio obligado a hacer un viaje de ida y vuelta de Nueva York a Londres (9.600 kilómetros de nada), interrumpiendo la gira. Y todo para regrabar una única palabra; su nuevo single, ‘Lola’ incluía la marca Cocacola, pero su discográfica le dijo que si no quitaba ‘cocacola’ la canción sería prohibida por la BBC, así que el tipo voló a Londres sólo para cambiar ‘cocacola’ por ‘cherry cola’. Y luego volvió a EEUU. Pero es que en noviembre del 70 tuvo que tomar otro avión urgentemente para Londres para volver regrabar; el tema ‘Apeman’, nuevo single, incluye la frase “La contaminación del aire me nubla los ojos”, que, decían, suena demasiado a ‘jodido’, ‘colocao’… Cosas de los sesenta.

 

El deterioro mental de Jimi Hendrix no anunciaba nada bueno. En julio tocaba en su ciudad natal, Seattle, pero salió tan colocado que no dejó de insultar y menospreciar al público, terminando el concierto con gritos, abucheos y jaleo. Y en septiembre ( el día 6, menos de dos semanas antes de su muerte), durante la que fue su última gira por Europa, Jimi fue abucheado en escena por el público alemán, pues tardó horas en comparecer y dio una actuación desconcertante, con paradas a mitad de canción, palabrotas, insultos e incluso fallos y olvidos de la letra. Desgraciadamente no vivió mucho más.

 

También a finales de 1970 The Doors ofrecen su último concierto con Jim Morrison, en Nueva Orleans, Luisiana. Al terminar, los otros miembros deciden no volver a tocar en vivo a causa de lo impredecible de la conducta de Morrison, que siempre salía a cantar completamente borracho.

 

Triste suceso fue el que protagonizó el baterista de The Who, Keith Moon, quien en enero atropelló mortalmente a su chófer con su Bentley, al salir de un bar (¡cómo no!) mientras intentaba escapar de una muchedumbre. En el juicio quedó demostrado que la muerte fue accidental.

 

La de los sesenta fue una década tan loca como prodigiosa.

 

CARLOS DEL RIEGO

viernes, 6 de junio de 2025

BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, EL EMBUSTERO MÁS ACEPTADO DE LA HISTORIA

 


 Bartolomé de las Casas mintió (como en casi todo) al ocultar los sacrificios humanos, la esclavitud o el canibalismo que había en América

Aunque no fuera esa su intención, Bartolomé de las Casas se convirtió en el más dañino, eficaz y duradero enemigo de España ‘gracias’ a su obra ‘Brevísima relación de la destrucción de las Indias’ (1552). Todos los enemigos de la potencia entonces dominante utilizaron tal libelo para compensar su envidia, sobre todo ingleses, holandeses y franceses. Increíblemente hoy sigue teniéndose como referencia histórica (incluso para muchos españoles) a pesar de las evidencias que demuestran que ese libro es una sucesión de mentiras   

 

No hay actualmente ningún historiador, autor o especialista mínimamente riguroso que no señale como una variada exposición de mentiras, exageraciones y falsedades la ‘Brevísima’ de Bartolomé de las Casas (1474 u 84-1566). Fijándose en las más evidentes es incomprensible que aún haya criaturas que le den credibilidad y lo señalen como un historiador fiable; de hecho, todos los expertos en el asunto le niegan cualquier valor historiográfico.

 

Para empezar, el fraile luego obispo dejó escrito que los indios eran seres mansos que desconocían la violencia y se asombraban ante la de los conquistadores. Es absolutamente imposible que de las Casas no supiera que todos los pueblos de América estaban entonces en peramente guerra unos con otros; es imposible que no supiera de las redadas que daban los reinos dominantes contra los dominados en las que secuestraban hombres y mujeres; no es posible creerse que este señor, que estaba allí entonces, no supiera de los fines de esos secuestros (decenas de miles al año): esclavitud (sexual en el caso de las mujeres), sacrificios en los que se arrancaba el corazón a la víctima en vivo para ofrecerlo a los dioses, y finalmente la antropofagia, práctica muy habitual en Mesoamérica. No hay forma de que fray Bartolomé desconociera todo esto; es como si un historiador estadounidense de los años sesenta no supiera nada de la guerra de Vietnam… Es decir, ocultó deliberadamente una gran parte de la verdad, lo que convierte lo que cuenta en una gran mentira.

 

Embustes de tamaño cósmico son sus narraciones de las atrocidades y matanzas. Cuando un cronista narraba un hecho aportaba datos y detalles; por ejemplo ‘llegamos a una aldea que llamaban tal, era el día de tal (de San Lorenzo, de la Ascensión de Nuestra Señora, de Pascua, de Adviento…), íbamos al mando de tal (Cortés, Alvarado, Olid…), llovía mucho o hacía mucho calor, el cacique del pueblo se llamaba tal… Así lo hicieron todos los que vivieron y escribieron de primera mano sobre aquellos sucesos, desde Bernal Díaz del Castillo hasta fray Toribio de Benavente (Motolinía), pasando por Bernardino de Sahagún o el propio Hernán Cortés en sus ‘Cartas de relación’ dirigidas al emperador Carlos. Como es lógico, cuando alguien narra un hecho nunca deja de aportar ese tipo de datos y referencias. Sin embargo, a pesar de que de las Casas suele comenzar la ‘descripción’ de las matanzas con un rotundo “Yo vide”, es decir, “yo vi”, jamás señala dónde sucedió ni una sola de esas masacres, ni el pueblo ni la región ni sobre qué tribu o poblado se perpetró; igualmente ni una sola vez especifica cuándo, en qué fecha o temporada o estación del año vio aquello; nunca precisa quién fue el capitán que ordenó la escabechina ni proporciona ni un solo nombre de soldado, de fraile o de español que estuviera allí o tomara parte en el episodio que cuenta… Ni tampoco subraya quiénes eran los indios aliados que iban en la expedición, pues cualquier contingente de españoles viajaba siempre acompañado por cientos o miles de indios enemigos de los aztecas. Es, en fin, absolutamente incomprensible e increíble que se presente como testigo ocular y no sea capaz de especificar ni un solo detalle acerca de quién, cuándo o dónde. La conclusión es que no presenció nada, sino que se limitó a soltar mentira tras mentira, confiando en que nunca nadie lo descubriría.

 

Y como suelen hacer todos los mentirosos, a veces suelta mentiras innecesarias. Por ejemplo cuando afirmó que “en la isla la Española hay más de treinta mil ríos, doce de ellos tan caudalosos como el Duero, el Guadalquivir o el Ebro”. Esto es una trola monstruosa que no tiene ningún sentido, puesto que en esa isla (ocupada hoy por Haití y República Dominicana) no hay ni un centenar de ríos contando arroyos y cursos no permanentes. Y el más largo, el Artibonito, es un tercio del Duero y su caudal es alrededor de la séptima parte del río castellano. ¿Por qué se inventaría de las Casas una patraña semejante?..., sobre todo teniendo en cuenta que no apoyaba ninguna de sus afirmaciones y no tenía necesidad de explicar la hidrografía de la isla. Es la típica trola de un embustero terco y pertinaz que no puede dejar de mentir.

 

En cuanto a la cantidad de muertos, comienza señalando doce millones, luego lo eleva a quince millones y finalmente afirma que los españoles mataron con sus lanzas y espadas a unos veinticinco millones de indios (si el fraile trolero hubiera vivido más habría elevado la cifra a cientos de millones). Ni con ametralladoras ni con cámaras de gas, ni dedicando todo el día a matar podrían haber alcanzado tales cantidades. Además, el hecho de que en lo que fue la América Hispana la población de indios y mestizos esté hoy entre el 75% y el 90% desdice las afirmaciones de Fray Mentira. Y por último, si se dedicaron a matar, ¿por qué construir más de mil hospitales, otros tantos colegios, cincuenta universidades…?, todo abierto a indios, españoles y mestizos, como indican los estatutos de fundación de cada centro.   

 

Asimismo, Bartolomé de las Casas se comportó de un modo hipócrita y despectivo con los indios. Jamás se fue a convivir con ellos a sus poblados, nunca se interesó por aprender sobre las culturas, sus historias, sus costumbres, sus idiomas; al contrario, cuando viajaba (según otros cronistas contemporáneos que sí dan datos de cuándo, quién y dónde) llevaba no menos de una docena de indios porteadores para su gran equipaje (“viajaba como un marqués, como un gran señor”, dijo de él Motolinía) y luego ni siquiera les pagaba ni un céntimo. Además, de las Casas pidió por escrito al emperador que trajera negros de África para aliviar el trabajo de los indios…        

 

Todo esto es innegable, evidente, indiscutible. Y aun así existen muchas personas (incluyendo españoles) que lo citan como si fuera un historiador riguroso y fiable. En realidad de las Casas fue un gran embustero, falsario y manipulador, no un historiador. Fueran cual fueran sus intenciones, el fin no justifica los medios.  

 

CARLOS DEL RIEGO