Las deudas que Michael Jackson tenía al morir superaban los 500 millones de dólares
Por muy difícil de creer que parezca,
algunas de las primeras figuras de la industria del pop murieron en la ruina
más estrepitosa. Y es que no pocas veces no es oro ni felicidad todo lo que
reluce y se muestra al público. Cuando se apagan las luces, cuando ya no se oye
a los fans, cuando la realidad más vulgar se impone y hay que mirar la
contabilidad y los números rojos…
Si se piensa en una estrella del pop y
el rock uno se imagina enormes espectáculos, canciones, discos y producciones
brillantísimas, ventas por millones, conciertos multitudinarios…, pero casi
nadie repara en los enormes gastos, lujos asiáticos, impuestos y despilfarros
varios que suelen acompañar a quienes están en un pedestal.
El mejor ejemplo es Michael Jackson,
uno de los músicos con más éxito de público y ventas desde que existe la
industria de la música. Y sin embargo, cuando falleció estaba en la ruina y
metido en un enorme hoyo de deudas. Su gigantesco rancho Neverland (con
chimpancé incluído) , la cámara de oxígeno hiperbárico, los gastos desbocados,
la falta de control contable, las gigantescas cantidades que se manejaban sin
que estuviera claro a dónde iban… Apenas
tenía 50 años cuando murió (en 2009), víctima de los sedantes, anestésicos,
estimulantes y otros medicamentos que le recetaba su médico Conrad Murray (luego
condenado por homicidio involuntario); estaba preparando una gran gira para
recuperarse financieramente cuando le visitó la Parca. En el juicio que se
siguió en 2013, el contable judicial demostró que los infinitos gastos del
artista lo habían sumido en un “océano de deudas”, de hecho, Michael Jackson
gastaba 30 millones de dólares anuales en pagar deudas. Durante los últimos ocho
años de su vida su pasivo ascendió a más de 170 millones de dólares. De este
modo, cuando murió Jackson su deuda rondaba los 500 millones. Igualmente se
demostró que a pesar de los éxitos de sus giras casi nunca alcanzaron beneficio
y casi siempre el balance era de pérdidas. A pesar de todo, los gastos nunca
descendían, siempre gastaba más y más… Curiosamente, menos de cinco años
después de su muerte, Michael Jackson había producido tanto dinero como para
satisfacer todas sus deudas, incluyendo la de hacienda…, claro que ya no había
aquel despilfarro.
Muerte patética se mire por donde se
mire fue la del fantástico cantante y compositor Marvin Gaye. Cuando murió su
querida compañera Tammi Terrel (que se había desmayado en sus brazos durante un
concierto) en 1970 Gaye pasó años sumido en la depresión y, luego, en las
drogas. A finales de los años setenta su carrera iba a hacia abajo mientras las
deudas al fisco iban disparadas hacia arriba. Por fin, en 1982 resurgió su
talento con el Lp ‘Midnight love’ y el icónico éxito ‘Sexual healing. Y así se
llega a abril de 1984, cuando tras una discusión por dinero, su padre le pegó
un tiro horas antes de que cumpliera 45 años. A finales de ese mismo año el
abogado de la familia mostró al juez las pruebas de que Marvin Gaye estaba
totalmente arruinado y era, por tanto, completamente insolvente; igualmente
aseguró que las deudas eran tantas y de tanto dinero que le resultaba imposible
comprobar todo y dar una cifra medianamente precisa de lo que debía…
Entre las muertes más trágicas del
presente siglo está la de la cantante Whitney Houston, en 2012, quien se ahogó
en la bañera tras haber ingerido grandes cantidades de cocaína. Sus últimos
años debieron ser aterradores, pues a todo se sumaba el maltrato constante de
su marido y colega Bobby Brown. El caso es que el informe oficial señaló las
enormes deudas que había contraído en sus últimos años, que iban mucho más allá
de los veinte millones de dólares, que era el valor de su patrimonio en el
momento de su muerte. Pobre mujer: maltratada, estafada, drogadicta, endeudada.
Nuevamente, pocos años después, su legado artístico empezó a dejar dividendos a
sus herederos.
El bajista Jaco Pastorius no fue una
gran estrella mediática, pero sí un músico muy apreciado por las estrellas. Se
decía que era el máximo virtuoso del bajo sin trastes, y por eso dio densidad a
la música de artistas como Pat Metheny, Joni Mitchell, Blood, Sweat & Tears,
Weather Report…, y luego con su elogiado primer álbum en solitario, en 1976. Pero el avance
de sus problemas mentales (tenía diagnosticado trastorno maníaco depresivo),
junto con los excesos de drogas y alcohol, llevaron a los otros músicos a dejar
de llamarlo para grabar o tocar a partir de 1982. La gota que colmó el vaso fue
el coma etílico en que entró en pleno concierto de un festival de jazz en 1984.
Ya nadie se fiaba de él. Tenía que tomar fuerte medicación, la cual lo
adormilaba y, peor, le dejaba los dedos insensibles, por lo que no podía tocar,
así que dejó de tomar los fármacos recetados… Tres años después vivía en las
calles, con mendigos y vagabundos, entre pequeños hurtos y el robo de un coche
(no tenía carné), buscando bronca y metiéndose en peleas. Eran tales sus
trastornos que fue varias veces internado. Finalmente, en septiembre de 1987,
la montó durante un concierto en una sala de una ciudad de Florida, con la mala
suerte de que el portero tenía malas pulgas y puños pesados…, murió con la cara
destrozada tras unos cuantos directos. Ni siquiera llegó a recobrar el
conocimiento. Tenía sólo 35 años. No tenía nada más, ni siquiera su bajo
Fender, que le habían robado tiempo atrás.
CARLOS DEL RIEGO
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