sábado, 15 de junio de 2024

LOS JUEGOS OLÍMPICOS, CADA VEZ MÁS VULGARES Y MENOS OLÍMPICOS

 


Los JJOO caminan con paso firme a la vulgaridad, la ordinariez, la chabacanería.

 

París acoge este 2024 los Juegos de la XXXIII Olimpiada de la Era Moderna. Los incondicionales del deporte en general y de las citas olímpicas en particular estarán esperando ansiosos… o no tanto, puesto que se han añadid al calendario olímpico disciplinas que no pueden ser consideradas deportes o son meros sucedáneos. Por no hablar de las ‘trampas’ consentidas…

 

En total, los terceros JJOO que acoge la capital francesa contarán con 34 disciplinas, de las cuales no todas son deportes. Tradicional es la discusión de si la natación sincronizada o la gimnasia rítmica deben ser consideradas deportes; baste repetir que en esas disciplinas lo que cuenta es la belleza, la sincronización, la coreografía, la elegancia..., conceptos que nada tienen que ver con el verdadero deporte, en el que no importa si lo has hecho bonito o feo, elegante o desgarbado mientras el balón entre o llegues a meta antes que tus rivales. En el ámbito olímpico, en todos los deportes de su calendario, debe imperar el lema ‘más rápido, más alto, más fuerte’ (el evocador ‘citius, altius, fortius’ que tiene que ver con el verdadero deporte), pero no ‘más bello, más elegante, más artístico’. En resumen, lo que cuenta en el auténtico deporte es lo que dicen el crono, el metro y el marcador sin que interese a éste el cómo de artístico se ha conseguido el resultado; esto no computa.

 

Luego están los ejercicios que no deben estar en el juegos porque no son deportes sino actividades urbanas, como el break-dance (que en todo caso es un baile), la cama elástica, los saltos de trampolín o el skate-boarding; puede añadirse la escalada, que nada tiene que ver con la auténtica escalada. Y también puede cuestionarse la presencia en el calendario olímpico de deportes-sucedáneo-imitación-miniaturización, como el baloncesto 3X3, el ciclismo BMX ‘freestyle’ y el BMX ‘racing’ (además del ciclismo en pista, en carretera y en montaña), el rugby 7o el voley playa… Se pretende una ‘urbanización’ de los juegos o, lo que es lo mismo, una vulgarización. Ya nadie se sorprende de que el ganador en monopatín reciba lo mismo que el campeón de los 100 m lisos o el maratón. Pronto serán olímpicos el soga-tira (que ya fue olímpico a principios del siglo XX), las carreras de sacos, los concursos literarios, el wrestling (lucha libre americana, que es pura coreografía), la lucha de brazos, el parkour, la capoeira, el rodeo, el hula-hop, la petanca, los bolos, el culturismo o el baloncesto en burro, y no tardarán en incorporar el fútbol sala, el fútbol playa, el futvoley, el fútbol australiano… ¿Y por qué ese empeño de los jefes del COI?, la respuesta es evidente: por dinero, algo fácil de deducir teniendo en cuenta que el COI es uno de los organismos más corruptos del mundo, como se ha demostrado tantas veces.

 

Y también pueden cuestionarse reglas y decisiones de los jueces de atletismo que son injustas e irracionales. Por ejemplo el hecho de permitir las ‘zapatillas mágicas’ que calzan todos los atletas y que mejoran notablemente las marcas; por eso, desde que se autorizaron no hay competición en la que las tablas de resultados no muestren abundantes ‘mejor marca personal’, ‘mejor marca del año’, récord nacional, récord de los campeonatos… Es evidente que la placa de carbono (y otras estructuras) de las zapatillas regalan décimas, e incluso segundos en las pruebas de fondo. Igualmente son criticables decisiones absurdas de los jueces, como cuando hay atletas que se caen en el curso de la carrera pero son igualmente calificados para la siguiente ronda (en los Europeos de este año en una prueba de fondo cayeron varios, uno se levantó, corrió y se clasificó, mientras los demás caídos, que terminaron la prueba al trote borriquero, fueron arbitrariamente calificados); y al contrario, en una final de velocidad uno de los sprinters fue expulsado por haberse movido ligeramente o haber despegado un pie del taco de salida cinco centésimas de segundo antes de tiempo.    

 

En fin, por cosas como estas, como la vulgarización e inclusión de falsos deportes, las decisiones de los jueces y las del propio COI están llevando a los Juegos Olímpicos a un espectáculo cada vez menos deportivo, menos olímpico y mucho más vulgar, cotidiano, ordinario… Y siempre está la amenaza real de que conviertan en olímpicos los videojuegos.

 

Está claro: los JJOO van perdiendo así su prestigio, su aura de leyenda.

 

CARLOS DEL RIEGO

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