A la izquierda Iszac Henig (antes Izzi) que ha iniciado la cirugía para convertirse en hombre, pero sigue compitiendo con chicas, y a veces con bañador de hombre
Cuerpo de hombre, constitución de hombre, fuerza de hombre, pero compite como mujer
En el mundo de la natación se están
viviendo situaciones insólitas y muy difíciles de asimilar que, pronto, se
verán en otros deportes. No es ya que un nadador llamado Will Thomas se haya
convertido en la nadadora Lia Thomas, sino que el polémico asunto se enreda más
con el caso de la nadadora Izzi Henig, que está en proceso de convertirse en el
nadador Iszac Henig pero sigue compitiendo con chicas. El problema tiene
difícil solución si la ideología compite contra la biología
La naturaleza determina el sexo de cada
persona, aunque hay quien no está contento con lo que le ha tocado y se cambia.
Está en su derecho, faltaría más. Will Thomas tiene todo el derecho a llamarse
Lia, pero no a competir como mujer. Ya se ha repetido mil veces que aunque se
inyecte hormonas femeninas e incluso la cirugía le corte parte o todas sus
partes, su cuerpo, fortaleza, densidad ósea, masa muscular, constitución,
resistencia, capacidad cardiaca y pulmonar… siguen siendo masculinas, con lo
que tendrá una gran ventaja compitiendo con mujeres biológicas. Afirman que sus
niveles de testosterona están por debajo de los límites, pero con o sin esa
hormona su cuerpo sigue siendo de macho; por otro lado, si le han amputado sus
atributos masculinos, ¿cómo es que sigue generando testosterona?
Antiguas nadadoras (y atletas)
estadounidenses comparan a Thomas con ‘las alemanas’ del este (la DDR), las
soviéticas y ‘otras’ deportistas de los años setenta y ochenta, atiborradas de
testosterona y anabolizantes, y afirman que la misma ventaja que tenían
aquellas es la que tiene hoy Thomas; así, Nancy Hosghead Makar, múltiple
medallista en Los Ángeles 84, afirma que si los países del Este no hubieran boicoteado
esos juegos, ella nunca hubiera podido superar a las nadadoras del bloque
comunista, y por eso está en contra de que un hombre convertido en mujer
compita con mujeres, porque su cuerpo siempre, siempre será masculino. No es
justo que Will Thomas (se estima que mide cerca de 1,90 y pesa unos 80 kilos),
que nunca estuvo entre los 400 mejores nadadores en su distancia, ahora,
convertido en Lia, saque hasta medio minuto de diferencia a sus rivales, e
incluso supere ampliamente los récords de campeonas olímpicas como Katie
Ledecky.
Los registros de los nadadores (según
estudios especializados y con miles de sujetos) suelen ser entre un 11 y un 12%
mejores que los de las nadadoras; las marcas de Thomas sólo han perdido un 2%
respecto a las que obtenía como hombre, por lo que enfrentándose a mujeres su
ventaja sigue siendo abrumadora. Como ejemplo muy ilustrativo puede señalarse
que, en los 100 m mariposa de los Juegos de 2004, Phelps superó a sus rivales en
un 0,08%, mientras que su registro fue un 12,5% mejor que el de la campeona
olímpica. Y si Phelps se hubiera cambiado de sexo hubiera seguido siendo
Phelps. En fin, Lia Thomas compite con una ventaja evidente e intolerable.
Pero la cosa se complica con el caso de
Iszac Henig, una nadadora (nacida Izzi) en proceso de conversión a nadador pero
que, como aún no ha recibido terapia hormonal y aunque ya ha empezado la
cirugía, sigue compitiendo como chica con inmejorables resultados. Incluso en
alguna de las pruebas de la competición universitaria estadounidense participó
con bañador de chico en prueba de chicas, o sea, sólo con la parte de abajo,
algo que resulta de lo más chocante a la vista. ¿Qué pasará con Iszac cuando
vea que compitiendo contra chicos, si alguna vez lo hace, no vuelve a ganar?,
¿decidirá regresar a su condición biológica o simplemente se retirará de la
competición?, ¿o exigirá competir con chicas aunque se siga llamando Iszac?
Cuando empezó a hablarse de los
deportistas trans de hombre a mujer todo el mundo estaba de su parte y veía con
buenos ojos su participación en la competición femenina; sin embargo, viendo
cómo son las cosas, tanto las propias competidoras como diversos grupos
feministas se han posicionado totalmente en contra de que los convertidos en
ellas mediante cirugía y bioquímica tomen parte en pruebas para mujeres. Suelen
proclamar que los hombres han encontrado la manera de “robarnos las medallas”.
El lío es enorme, con posturas
encontradas y con los diversos estamentos estadounidenses (allí es donde más avanzado
va el problema) estudiando el asunto desde todos los puntos de vista: legal,
deportivo, médico, social…, incluso ideológico.
Cada persona es libre de elegir qué ser,
incluso cuando no le gusta dónde la ha situado la naturaleza. Sin embargo, en
terrenos como el deportivo, es injusto que la subjetiva visión ideológica se
ponga por delante de la objetiva realidad biológica.
CARLOS DEL RIEGO
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