Richards y Jagger no dejaron de alojarse en la trena
Dentro del pensamiento y la filosofía
del rock & roll no es necesariamente un desprestigio haber pasado una
temporada entre rejas, incluso hay veces que aporta currículo (hay que insistir
en que no pocos nombres señalados del rock sí que se merecían no volver a salir
del trullo). De hecho, hay grandes estrellas conocen bien la trena, y tampoco
faltan grandes canciones que hablen de ello
Aunque muchos peces gordos de diversos
sectores tienen que hacer el hatillo para disfrutar una temporada de una
habitación con la taza del wáter al lado de la cama, la realidad es que suponen
un porcentaje mínimo de los que deberían instalarse unos cuantos años en la
trena; es un porcentaje que, en el caso de los políticos (de cualquier
ideología o partido), debería superar el 90% si se atiende a sus ‘méritos’. En
realidad esto le puede pasar a cualquiera (nunca se sabe qué vendrá mañana), y
así ha pasado con algunas de las grandes figuras del rock que, siempre
dispuestas a desafiar a la autoridad, también pueden contar historias
carcelarias de primera mano. Y como es lógico, el tema ha seducido a no pocos
de los que escriben rock & roll con excelentes resultados (de hecho, la
privación de libertad es tema recurrente en gran parte de autores que, a lo
largo de la historia, escribieron bajo cualquier modalidad literaria).
Ex-presidiarios que triunfaron en los
templos del rock es larga, y los motivos por los que ingresaron también son
variados. Aunque estrictamente no se le puede encuadrar en el género, sí puede
decirse que el bluesman Leadbelly pertenece a la estirpe del rock. Muy dotado
para la música, el hombre tuvo varios y graves tropiezos que lo condujeron al
trullo no menos de tres veces, la primera en 1915; en total, por asalto, homicidio
e intento de homicidio penó 2, 7 y 4 años. A la sombra dio forma a un
tradicional de penitenciario que, al parecer, ya cantaban otros presos, el
magnífico ‘Midnight Special’, al que Leadbelly añadió versos. Versioneada hasta
el infinito (inolvidable la de los Creedence), el tema es evidente: cada día te
levantas sabiendo que todo será igual que ayer y que habrá poca comida, pero
más vale no quejarse porque el que manda puede buscarte más ruina; también
aconseja no armar bronca, pues el sheriff te pillará, sus ayudantes te zurrarán
y, antes de que te des cuenta, estarás en la celda de castigo; a pesar de todo
siempre podrás soñar con el ‘Especial de Medianoche’, un tren imaginario que te
lanza luz y que viene a ser la esperanza de recobrar un día la libertad.
Luego, algunos de los que triunfaron
en ese derivado del blues que es el rock & roll supieron por experiencia
propia de qué iba aquella canción. Así Chuck Berry, quien por llevar en su
coche a una menor de un estado a otro con fines dudosos se comió unos 20 meses,
aunque ya conocía el trullo por robo desde su juventud. La gran blueswoman
Billie Holliday pencó, al menos, 10 meses por drogas, aunque de haber vivido
hubieran sido más, ya que fue arrestada en su lecho de muerte… Por lo mismo
residió en el maco Ike Turner 19 meses, aunque deberían haberle caído 30 años
por el infierno al que sometió a su esposa Tina. El gran productor Phil
Spector, colérico y de gatillo fácil, pasó sus últimos 12 años de vida entre
rejas (y le quedaban otros 7) por asesinar a una actriz. El asqueroso pervertido
Gary Glitter (que no debería salir jamás), lleva décadas de juicios: 9 meses,
luego 3 años… y actualmente cumple 16 (desde 2015), siempre por lo mismo,
pederastia. Conocido es el caso de Sid Vicious, quien, en libertad provisional
bajo fianza por la muerte de su novia, agredió brutalmente a una persona, lo
que le llevó a la cárcel durante un par de meses, pero apenas unas horas
después de salir palmó por sobredosis. David Crosby cumplió nueve meses por
posesión de armas y drogas; Keith Richards estuvo dos meses, y su cómplice Mick
Jagger apenas un par de días, ambos por asuntos de drogas. Paul McCartney
conoció los calabozos japoneses a causa de la marihuana (seguramente tras
chivatazo de Yoko). Hasta el siempre elegante David Bowie supo qué era eso
durante unas horas, por lo mismo, por posesión de sustancias prohibidas.
En la cárcel grabó Johnny Cash un Lp,
y aunque nunca estuvo ‘interno’ tocó varias veces para los internos, algo que,
según él, fue una experiencia determinante en su vida; asimismo, ‘El hombre de
negro’ quedó tan impresionado que firmó emotivas canciones sobre la prisión,
entre ellas la excelente ‘Folsom prison blues’ que, con delicioso sabor
country, habla de lo que añora el que está encerrado: oye el tren y se imagina
a la gente que puede ir y venir con libertad…, y todo por no hacer caso a su
madre cuando le aconsejaba que se alejara de las armas…
Imposible no mencionar el ‘Jailhouse
rock’ de Elvis, que muestra una prisión donde todo el mundo canta y baila el
rock, hasta el punto de que uno quiere escapar aprovechando la distracción,
pero el compañero le dice que ni hablar, que prefiere quedarse y disfrutar.
También de los 50 es el poderoso rythm & blues ‘Riot in cell block number
9’, o sea, motín en el bloque 9, compuesto por Leiber y Stoler y con múltiples
versiones (destaca la de Blues Brothers y sobre todo la de Commander Cody); habla
de eso, de una revuelta en la trena, la cual no cesa aunque los guardias
amenazan con la ‘silla’…, hasta que al final, los gases lacrimógenos hacen que
todo el mundo vuelva a su celda.
Sam Cooke escribió en 1960 ‘Chain
gang’ después de ver una cadena de presos forzados a tirar de pico y pala en
las cunetas de la carretera; envuelto en un elegante tono soul y con elocuentes
ruidos metálicos, expresa la desesperación de los condenados, que lamentan la
dureza del trabajo, las carencias, la sed…, pero sobre todo, la ausencia de la
mujer. En clave sicodélica y con un ambiente luminoso, The Zombies se pusieron
en la piel del preso que escribe a su amada ante su inminente liberación con
‘Care of cell 44’. Y los irlandeses Thin Lizzy hablaron de la obsesión del
prisionero, fugarse, en su ‘Jailbreak’, un clásico del hard de los setenta; se
oyen rumores de fuga, de jaleo, así que mejor alejarse de guardias, sirenas,
perros..., dice.
Sorprende que, en general, apenas hay
letras en las que el reo proclame su inocencia y lo injusto de su reclusión
(una es el Hurricane’ de Dylan), al revés, casi todas hablan de opresión, ausencias
y monotonía, pero asumiendo la culpa y el castigo. El talego, en fin, es fuente
de emociones y por tanto de rock & roll, que a veces habla de ello en
primera persona.
CARLOS DEL RIEGO