lunes, 18 de agosto de 2025

¡TODOS (LOS MÚSICOS DE ROCK) A LA CÁRCEL!

 


Richards y Jagger no dejaron de alojarse en la trena

 

Dentro del pensamiento y la filosofía del rock & roll no es necesariamente un desprestigio haber pasado una temporada entre rejas, incluso hay veces que aporta currículo (hay que insistir en que no pocos nombres señalados del rock sí que se merecían no volver a salir del trullo). De hecho, hay grandes estrellas conocen bien la trena, y tampoco faltan grandes canciones que hablen de ello

 

Aunque muchos peces gordos de diversos sectores tienen que hacer el hatillo para disfrutar una temporada de una habitación con la taza del wáter al lado de la cama, la realidad es que suponen un porcentaje mínimo de los que deberían instalarse unos cuantos años en la trena; es un porcentaje que, en el caso de los políticos (de cualquier ideología o partido), debería superar el 90% si se atiende a sus ‘méritos’. En realidad esto le puede pasar a cualquiera (nunca se sabe qué vendrá mañana), y así ha pasado con algunas de las grandes figuras del rock que, siempre dispuestas a desafiar a la autoridad, también pueden contar historias carcelarias de primera mano. Y como es lógico, el tema ha seducido a no pocos de los que escriben rock & roll con excelentes resultados (de hecho, la privación de libertad es tema recurrente en gran parte de autores que, a lo largo de la historia, escribieron bajo cualquier modalidad literaria).

 

Ex-presidiarios que triunfaron en los templos del rock es larga, y los motivos por los que ingresaron también son variados. Aunque estrictamente no se le puede encuadrar en el género, sí puede decirse que el bluesman Leadbelly pertenece a la estirpe del rock. Muy dotado para la música, el hombre tuvo varios y graves tropiezos que lo condujeron al trullo no menos de tres veces, la primera en 1915; en total, por asalto, homicidio e intento de homicidio penó 2, 7 y 4 años. A la sombra dio forma a un tradicional de penitenciario que, al parecer, ya cantaban otros presos, el magnífico ‘Midnight Special’, al que Leadbelly añadió versos. Versioneada hasta el infinito (inolvidable la de los Creedence), el tema es evidente: cada día te levantas sabiendo que todo será igual que ayer y que habrá poca comida, pero más vale no quejarse porque el que manda puede buscarte más ruina; también aconseja no armar bronca, pues el sheriff te pillará, sus ayudantes te zurrarán y, antes de que te des cuenta, estarás en la celda de castigo; a pesar de todo siempre podrás soñar con el ‘Especial de Medianoche’, un tren imaginario que te lanza luz y que viene a ser la esperanza de recobrar un día la libertad.

 

Luego, algunos de los que triunfaron en ese derivado del blues que es el rock & roll supieron por experiencia propia de qué iba aquella canción. Así Chuck Berry, quien por llevar en su coche a una menor de un estado a otro con fines dudosos se comió unos 20 meses, aunque ya conocía el trullo por robo desde su juventud. La gran blueswoman Billie Holliday pencó, al menos, 10 meses por drogas, aunque de haber vivido hubieran sido más, ya que fue arrestada en su lecho de muerte… Por lo mismo residió en el maco Ike Turner 19 meses, aunque deberían haberle caído 30 años por el infierno al que sometió a su esposa Tina. El gran productor Phil Spector, colérico y de gatillo fácil, pasó sus últimos 12 años de vida entre rejas (y le quedaban otros 7) por asesinar a una actriz. El asqueroso pervertido Gary Glitter (que no debería salir jamás), lleva décadas de juicios: 9 meses, luego 3 años… y actualmente cumple 16 (desde 2015), siempre por lo mismo, pederastia. Conocido es el caso de Sid Vicious, quien, en libertad provisional bajo fianza por la muerte de su novia, agredió brutalmente a una persona, lo que le llevó a la cárcel durante un par de meses, pero apenas unas horas después de salir palmó por sobredosis. David Crosby cumplió nueve meses por posesión de armas y drogas; Keith Richards estuvo dos meses, y su cómplice Mick Jagger apenas un par de días, ambos por asuntos de drogas. Paul McCartney conoció los calabozos japoneses a causa de la marihuana (seguramente tras chivatazo de Yoko). Hasta el siempre elegante David Bowie supo qué era eso durante unas horas, por lo mismo, por posesión de sustancias prohibidas.

 

En la cárcel grabó Johnny Cash un Lp, y aunque nunca estuvo ‘interno’ tocó varias veces para los internos, algo que, según él, fue una experiencia determinante en su vida; asimismo, ‘El hombre de negro’ quedó tan impresionado que firmó emotivas canciones sobre la prisión, entre ellas la excelente ‘Folsom prison blues’ que, con delicioso sabor country, habla de lo que añora el que está encerrado: oye el tren y se imagina a la gente que puede ir y venir con libertad…, y todo por no hacer caso a su madre cuando le aconsejaba que se alejara de las armas…

 

Imposible no mencionar el ‘Jailhouse rock’ de Elvis, que muestra una prisión donde todo el mundo canta y baila el rock, hasta el punto de que uno quiere escapar aprovechando la distracción, pero el compañero le dice que ni hablar, que prefiere quedarse y disfrutar. También de los 50 es el poderoso rythm & blues ‘Riot in cell block number 9’, o sea, motín en el bloque 9, compuesto por Leiber y Stoler y con múltiples versiones (destaca la de Blues Brothers y sobre todo la de Commander Cody); habla de eso, de una revuelta en la trena, la cual no cesa aunque los guardias amenazan con la ‘silla’…, hasta que al final, los gases lacrimógenos hacen que todo el mundo vuelva a su celda. 

 

Sam Cooke escribió en 1960 ‘Chain gang’ después de ver una cadena de presos forzados a tirar de pico y pala en las cunetas de la carretera; envuelto en un elegante tono soul y con elocuentes ruidos metálicos, expresa la desesperación de los condenados, que lamentan la dureza del trabajo, las carencias, la sed…, pero sobre todo, la ausencia de la mujer. En clave sicodélica y con un ambiente luminoso, The Zombies se pusieron en la piel del preso que escribe a su amada ante su inminente liberación con ‘Care of cell 44’. Y los irlandeses Thin Lizzy hablaron de la obsesión del prisionero, fugarse, en su ‘Jailbreak’, un clásico del hard de los setenta; se oyen rumores de fuga, de jaleo, así que mejor alejarse de guardias, sirenas, perros..., dice.

 

Sorprende que, en general, apenas hay letras en las que el reo proclame su inocencia y lo injusto de su reclusión (una es el Hurricane’ de Dylan), al revés, casi todas hablan de opresión, ausencias y monotonía, pero asumiendo la culpa y el castigo. El talego, en fin, es fuente de emociones y por tanto de rock & roll, que a veces habla de ello en primera persona.

 

CARLOS DEL RIEGO

sábado, 9 de agosto de 2025

WASHINGTON, JEFFERSON, FRANKLIN…, LOS GENOCIDAS PADRES FUNDADORES DE EE UU

 

 Una de las estrategias del gobierno de EEUU para eliminar a los indios fue el exterminio de unos 50 millones de bisontes. En la foto de 1890, cientos de miles de toneladas de huesos de bisonte

Uno de los primeros predicadores estadounidenses (nacido allí en 1663) fue Cotton Mather, quien dejó escrito el pensar de los puritanos protestantes que, animados por la certeza de su superioridad moral, construyeron el nuevo país. Mather, esclavista convencido y seguro de la culpabilidad de los acusados en el caso de ‘Las brujas de Salem’, escribió: “No sabemos cuándo ni cómo estos indios empezaron a poblar el gran continente, pero podemos conjeturar que probablemente el Demonio atrajo aquí a estos miserables salvajes con la esperanza de que el Evangelio de Nuestro Señor no vendría nunca a destruir o perturbar su imperio”. Queda claro así que, desde el primer inglés que puso sus pies en América, la intención era acabar con aquellos salvajes.

 

En realidad, desde su llegada, el puritano protestante británico estaba convencido de que ‘el único indio bueno es el indio muerto’. El propio Karl Marx  también escribió sobre el asunto: “En su ‘assembly’ determinaron un premio de 40 libras por cuero cabelludo de piel roja; en 1720 el premio se elevó a 100 libras (…) y en 1744 se fijó una suma de 100 libras de nuevo curso por varón de más de 12 años y por indio prisionero 105 libras; por mujeres y niños presos, 55 libras, y por cueros cabelludos de niños o mujeres, 50 libras” (‘El capital’, libro 1, pág. 942).

 

Evidentemente nunca hubo mezcla racial en lo que luego sería EE UU, puesto que los puritanos protestantes veían en el indio un hombre de condición inferior. Por ello no puede extrañar que George Washington calificara a los indios como “bestias salvajes del bosque”, mientras Thomas Jefferson (tercer presidente) afirmó: “debemos perseguirlos y exterminarlos, o desplazarlos hasta que estén fuera de nuestro alcance”. En 1830, Andrew Jackson (séptimo presidente) aprobó la ‘Ley de traslado forzoso de indios’, que provocó la guerra de algunas naciones indias; en este contexto, el general Zachary Taylor (luego sería el duodécimo presidente de EE UU) derrotó a los indios en la batalla (más preciso es el término masacre) de ‘Bad Axe’ (1832) en la que fueron asesinados y despedazados más de 400 mujeres, niños y ancianos (es decir, no combatientes), mientras el ejército de Taylor sólo sufrió cinco bajas. En esta matanza tomó parte Abraham Lincoln, que tenía entonces 23 años.

 

En 1835 Jackson ordenó a varias naciones indias (las llamadas ‘civilizadas’, ya convertidas al cristianismo: chickasaw, choctaw, creek, semínolas y cheroquis) que se fueran más allá de la ribera oeste del río Misisipi mediante la ‘Ley de traslado forzoso’; los indios escribieron al Congreso pidiendo que se reconsiderara esta orden basándose en los sentimientos cristianos y civilizados de los nuevos americanos. El Congreso rechazó la petición por unanimidad. Sólo de la nación cheroqui fueron 17.000 los obligados a dejar sus tierras y marchar a pie en lo que ha pasado a la Historia como ‘El sendero de las lágrimas’, 1.600 kilómetros en los que murieron alrededor de un tercio de los caminantes. En 1864, el gobierno de EE UU, presidido por Abraham Lincoln, usó esta ley para que el Congreso aprobara el traslado forzoso del pueblo navajo hasta unos yermos de Nuevo Méjico. El ejército se encargó de que se cumpliera la ley y ni siquiera permitió que los indios se avituallaran, por lo que fueron nuevamente miles de navajos los muertos en el camino.

 

Para conseguir la solución final del exterminio y/o confinamiento de los indios en los campos de concentración llamados reservas, los puritanos estadounidenses recurrieron a todo tipo de recursos y herramientas. Una de ellas fue el alcohol, pues pronto comprobaron que “el aguardiente causa más bajas entre los indios salvajes que la viruela” (dijo William Penn, fundador de Pennsilvania), pues además los incapacita y hace “desaparecer su instinto de resistencia”. De esta táctica fue muy partidario el científico y padre fundador Benjamin Fanklin (1706-1790), quien escribió convencido: “Forma parte de la Providencia destruir a estos salvajes con el fin de dar espacio a los cultivadores de la tierra. Me parece que el ron es el instrumento adecuado. Éste ya ha exterminado a todas las tribus que habitaban con anterioridad la costa”. Esta receta se aplicó cuando España transfirió Luisiana al nuevo estado en 1803; hasta ese momento las leyes protegían al indio del alcohol, pero con los nuevos dueños la cosa cambió, de modo que con estos llegaron miles de barriles de whisky (seguro que malísimo) destinados a los indios.

 

Otra de las estrategias para acabar con los indios fue el exterminio subvencionado y sistemático de los bisontes, una de las principales fuentes de alimentación y subsistencia de los nativos. Así, con la participación de los granjeros, mercenarios, ejército y profesionales de esta actividad “fueron exterminados más de 50 millones de bisontes a finales del siglo XIX” (afirma Bruce Johansen, historiador estadounidense que ha escrito numerosas obras sobre el tema indio, en su obra “El genocidio de los nativos norteamericanos”).

 

En resumen, tras considerar a los indios como infrahumanos (término que equivale al ‘untermensch’ nazi) y utilizando todos los métodos y estrategias a su alcance, los estadounidenses consiguieron reducir la población de indígenas de aproximadamente 1,2 millones a unos 225.000 en cuarenta años, desde 1850 a 1890; y los que quedaron fueron confinados en los campos de concentración llamados reservas. Pero la discriminación continuó, pues no fueron reconocidos ciudadanos (de segunda) hasta 1924, el voto se les concedió en 1948 y lograron la libertad de culto en 1993.

 

Para esconder todo esto se buscaron un malo, un cabeza de turco: España y los conquistadores españoles; y no importa que los hechos históricos, los documentos, la arqueología y las cifras contradigan esta opinión.

 

Para otra ocasión queda el asunto de la esclavitud y la discriminación racial contra los negros, algo tan propio de EE UU que aún hoy sigue presente.     

 

CARLOS DEL RIEGO

(Con información de las obras de Marcelo Gullo)

domingo, 3 de agosto de 2025

CUANDO OZZY OSBOURNE ESTUVO A PUNTO DE MORIR EN LA CARRETERA, Y OTROS QUE SÍ DEJARON LA PIEL EN EL CAMINO

 


Estado en que quedó el bus de Metallica tras el accidente en el que murió su bajista, Cliff Burton

 

La muerte de Ozzy Osbourne ha sido primera página en todo el mundo, demostrando que un histórico músico de rock puede convertirse en auténtico icono social. El ex Black Sabbath murió por causas naturales, sin embargo, los músicos (en general) no suelen fallecer por esas causas, sino por los excesos y la carretera. La lista de artistas de la música que dejaron la piel en el viaje es interminable, incluso Ozzy estuvo a punto de palmar en el camino

 

Si se piensa detenidamente, el músico de rock pasa más tiempo de gira que en casa, es decir, echa más tiempo yendo de un escenario a otro, de una ciudad a otra, que en cualquier otra cosa. Hay que pensar que programan treinta, cuarenta, cien conciertos en unos cuantos meses, lo que significa que casi siempre están en peligro de sufrir accidentes. No será necesario recordar los     

Siniestros mortales más famosos: el de Buddy Holly, Ritchie Valens y Big Boper o el de Lynyrd Skynyrd. Pero hay muchos otros que afectaron (a veces de modo fatal) a muchos otros nombres propios de la historia del rock.

 

El mencionado Ozzy pudo palmar cuando mordió el murciélago que le lanzó el público y él se metió en la boca creyendo que era de plástico… Y también cuando una avioneta se estrelló tras tocar el autobús en el que Ozzy dormía de camino a otro concierto. A finales del 79 el cantante había sido expulsado de su banda e inició su carrera en solitario. Para ello contó con varios músicos, entre ellos el guitarrista Randy Rhoads (fundador de Quiet Riot). En marzo de 1982 Ozzy y su grupo estaban de gira en Florida. Iban en un autobús y el conductor (Andrew Aycock) paró en un área de descanso al lado de un aeropuerto. Como tenía licencia (caducada) de piloto, y en este aeropuerto había una avioneta de un amigo suyo, ofreció dar un paseo en avión a varios de los músicos. Aceptaron Rhoads y la maquilladora del grupo, Rachel Youngblood, mientras el resto de la expedición prefirió quedarse en el bus a descansar. El caso es que Aycock pilotó la avioneta y, en cierto momento, sobrevoló a muy baja altura el autobús (tal vez queriendo hacer una gracia) hasta que con un ala lo rozó, perdió el control y se estrelló contra una casa provocando una gran explosión y un gran incendio. Murieron los tres ocupantes del avión, que ardieron hasta quedar irreconocibles (a Rhoads, de 25 años, lo identificaron por sus joyas). Ozzy salió del autobús y sólo pudo presenciar las tremendas llamas que devoraron aeronave y ocupantes, pero bien pudo el avión chocar de pleno contra el bus y llevarse por delante a todos, incluyendo al propio Osbourne.

 

Otros no tuvieron tanta suerte. Metallica estaba de gira por Suecia  promocionando su último Lp, ‘Master of puppets’. En septiembre de 1986 iban en autobús a la siguiente ciudad. Las heladas carreteras escandinavas traicionaron al conductor, que se encontró con una placa de hielo, derrapó y perdió el control. El autobús volcó y el bajista Cliff Burton salió despedido, con la malísima suerte de que el vehículo le cayó encima, pereciendo en el acto (tenía 24 años). Todos salieron y gritaron aterrorizados al ver a su amigo aplastado. Al parecer, en el autobús había literas para que durmieran, y Burton ganó a las cartas una de arriba al guitarrista Kirk Hammett, que salió ileso…

 

Uno de los más reputados guitarristas del universo del rock era Stevie Ray Vaughan. En agosto de 1990 montó en un helicóptero al terminar un concierto en Wisconsin para ir al siguiente, en Chicago. En realidad los músicos (entre los que estaba Eric Clapton, que formaba parte de la gira) alquilaron cuatro aeronaves para el desplazamiento. Al parecer, la densa niebla no permitió al piloto del helicóptero en el que iba Vaughan ver una pequeña colina y se estrelló. Murieron todos, el piloto, tres integrantes del personal de la gira y el propio Vaughan (de 35 años), con tremendas lesiones por todo el cuerpo. No habían recorrido ni un kilómetro desde el despegue.

 

Otis Redding ya era una gran estrella del soul e incluso del pop en 1967. Tanto que se había comprado una avioneta para ir de un concierto a otro junto a su grupo, The Bar-Kays (algunos de cuyos integrantes eran menores de edad y viajaban con permiso de sus padres). Apenas faltaban tres minutos para el aterrizaje cuando la avioneta se estrelló, en medio de una densa niebla, en el lago Manona, cerca de Wisconsin¸era diciembre de ese año. Sólo se salvó el trompetista Ben Cauley, quien salió despedido y se mantuvo agarrado al cojín de un asiento en el agua helada hasta que llegó el rescate; no sabía nadar y nada pudo hacer por sus compañeros. Tres días antes Otis había grabado su icónico ‘Sittin' on the dock of the bay’, que al poco se convirtió en un enorme éxito. Tenía 26 años.

 

Uno de los pioneros del rock fue el recordado cantante, compositor y guitarrista Eddie Cochran, quien dio forma al primer rock & roll y a muchos de los tics que luego fueron habituales en el nuevo género musical, sin olvidar que algunos de su éxitos, como ‘Summertime Blues’, ‘C'mon everybody’ o ‘Somethin' else’, son ya clásicos que siguen sonando tantísimos años después. A comienzos de 1960 decidió irse de gira por Inglaterra junto a su colega Gene Vincent y su novia, la cantante y letrista Sharon Sheeley. El público llenaba los locales noche tras noche, así que decidieron quedarse otros dos meses tocando por todo el Reino Unido. El 16 de abril de ese año actuaron en Bristol y al acabar tomaron un taxi para ir al aeropuerto de Londres. El taxista perdió el control y se estrelló contra una farola. Gene y Sharon sobrevivieron, pero Eddie salió despedido y, horas después, murió en el hospital a causa de las gravísimas heridas. Tenía 21 años.

 

Son sólo unos pocos de la larguísima lista de músicos (incluyendo muchos españoles como Eduardo Benavente, Tino Casal, el teclista y cantante de Triana Jesús de la Rosa, Cecilia, Nino Bravo …) que dejaron la vida en la carretera, de concierto en concierto. El éxito exige tributo.

 

CARLOS DEL RIEGO

 

sábado, 26 de julio de 2025

EL ENCUBIERTO Y DESCONOCIDO GENOCIDIO PERPETRADO POR HOLANDA EN INDONESIA

 


Dibujo de la época colonial holandesa en Indonesia que muestra el trato esclavo que dieron a los nativos

 

Desde la objetividad, la veracidad y el rigor histórico, no son pocos los autores que afirman rotundamente que Holanda se hizo rica gracias a la explotación colonial más despiadada y sangrienta que se conoce. La escondida historia de la fortuna de este país comienza cuando en el siglo XVI surge en Europa la fiebre por las especias, preciadas para varios fines, carísimas y, por tanto, codiciadísimas

 

Holanda no quiso perder el tren del tráfico de especias y por ello no reparó en nada para conseguir meterse en ese lucrativo negocio. Envió espías a España y Portugal para que se enteraran de dónde estaban las islas que producían tales bienes, copiaron mapas e informaciones y, a finales de siglo, enviaron sus primeros barcos a las islas de las especias, Java, Sumatra, Bali, Molucas, Célebes… Para ello crearon una sociedad comercial (Compañía Holandesa de las Islas Orientales) cuyos buques tenían no sólo apoyo del gobierno, sino que se les permitía el contrabando, la piratería, la guerra contra los barcos de naciones rivales, la ocupación de territorios, el comercio de esclavos, la violación de cualquier mujer ‘salvaje’ y, por supuesto, la eliminación sistemática de la población autóctona; esto último avalado por la esencia del protestantismo, que viene a decir que los protestantes están protegidos por Dios y legitimados para cualquier acción por sangrienta y repulsiva que fuera. Lo más sorprendentes es que, a día de hoy, los principales y más sanguinarios saqueadores, criminales y violadores holandeses cuentan con gran prestigio en su país, donde abundan las estatuas y monumentos que los recuerdan.

 

Con estos métodos, que incluían, sobornos y traiciones sin límite, no les fue difícil a los holandeses hacerse con el control de Malasia, Java y Molucas a partir de 1620. Luego de Taiwán, Ceilán y el noroeste de Brasil; intentaron lo mismo en Chile, pero fueron rechazados. Hay que señalar que no permitían que ningún indígena aprendiera el holandés “que era sólo para los amos holandeses y, como mucho, para los capataces, no para los infieles salvajes”. En 1641 sobornaron al gobernador portugués de Malaca (Malasia) para que les permitiera entrar en la ciudad; una vez dentro lo primero fue asesinar a dicho gobernador… La Compañía Holandesa de las Indias Orientales era un “auténtico sindicato pirata apoyado incondicionalmente por su gobierno”.

 

Los holandeses estuvieron en aquella zona desde el siglo XVI hasta el XX, y tras esos cientos de años, cuando se fueron, “no dejaron nada, ni un hospital, ni una universidad, ni una iglesia, ni un mestizo, ni siquiera su idioma”. Según el mismísimo Karl Marx: “Capturaron a toda la juventud de Célebes, la sepultaron en sus mazmorras hasta que, llegado el momento, la metieron en los barcos de esclavos (…). Las prisiones de la isla eran horribles y estaban repletas de desdichados encadenados, víctimas de la tiranía, la codicia y la violencia de los holandeses. Donde ponían el pie los holandeses la devastación y el despoblamiento señalaban su paso. En la provincia de Java llamada Banyunwangi había en 1750 más de 80.000 habitantes, en 1811 no pasaban de 8.000” (‘El Capital’, tomo 1, página 732).

Uno de los ‘grandes comerciantes’ de la mencionada compañía fue el llamado Jan Pieterszoon Coen, que en 1609 obligó a los habitantes de las islas de la Banda (en Indonesia) a firmar un tratado conocido como el ‘Pacto eterno’, por el que los nativos se comprometían a cultivar sólo lo que los holandeses les exigieran hasta el fin de los días; no es necesario explicar que los nativos no tenían ni idea de lo que estaban pactando. La idea del tal Pieterszoon era que no había por qué pactar nada con los ‘salvajes’, sino obligarlos a obedecer y, si no eran necesarios, “simplmente exterminarlos”. Nombrado gobernador general de Java Occidental, en 1619 asaltó, saqueó e incendió Yakarta, donde se aseguró de que casi toda la población pereciera en el incendio.

 

Las islas de la Banda (unos dos mil kilómetros al este de Java) fueron durante siglos las únicas productoras de ciertas y preciadas especias. Hasta comienzos del siglo XVII la población nativa estaba gobernada por los llamados ‘oran kaya’ (hombres ricos), quienes se negaron a firmar lo que Pieterszoon exigía, de modo que éste contrató mercenarios (sobre todo japoneses) para que los exterminaran sin miramientos, y colocaran sus cabezas en altos postes para que a nadie se le olvidara quién mandaba y lo que esperaba a quien no obedeciera. Entonces, no contentos con ello, los holandeses decidieron eliminar a todo nativo, de modo que ellos y los mercenarios exterminaron a no menos de 15.000 hombres, mujeres y niños, es decir, casi toda la población a excepción de unos cuantos jóvenes destinados a la esclavitud. Lo bueno del asunto es que el propio Pieterszoom reunió todos estos hechos en un informe en el que especificaba al detalle los números de asesinados y esclavizados. A su regreso a Holanda fue recibido como héroe, se imprimieron monedas y sellos con su rostro, la Compañía y el gobierno holandés lo distinguieron con un premio de varios miles de florines; y desde mediados del siglo XIX se erigieron estatuas en su honor en su país.

 

Todo esto es sólo un brevísimo resumen del genocidio, la codicia y brutalidad perpetrada por Holanda (la Compañía de las Indias Orientales apoyada incondicionalmente por el gobierno holandés) en aquel rincón del planeta. Sin embargo, la propaganda, la divulgación y el marketing de estos países que están más bajos que el mar, sigue sosteniendo que el malo es España (incluso en el himno holandés), y es así porque los verdaderos culpables de genocidio tienen que buscar siempre un cabeza de turco, un culpable sobre el que cargar toda las maldades y perversiones y, así, quedar ellos como tolerantes y bondadosos civilizadores. Al marchar España de América dejó no sólo el idioma, sino más de mil hospitales y casi otros tantos colegios de primera y segunda enseñanza y lo que hoy se llamaría formación profesional, así como universidades, iglesias y catedrales, un idioma universal y muchos millones de mestizos (“esta es la gran obra de arte de España en América”, dijo el mejicano Juan Miralles). ¿Qué queda hoy en Indonesia de la presencia holandesa? Absolutamente nada, ni un mestizo, ni un edificio, ni siquiera el idioma.

 

CARLOS DEL RIEGO

 

(Con información de las obras de Marcelo Gullo)

sábado, 12 de julio de 2025

CUANDO SE ENCUENTRAN DOS ESTRELLAS DEL ROCK SUELEN PRODUCIRSE ESCENAS DELIRANTES

 


Chuck parece decir a Keith 'no me toques la guitarra o te sacudo'

 

Una característica de (casi) todas las estrellas del rock es poseer un ego desmesurado. Por eso, cuando se ven cara a cara dos de ellas nunca se sabe qué puede pasar…, y la realidad es que ha pasado de todo

 

Es casi inevitable que, antes o después, las grandes figuras de la Historia del rock se encuentren cara a cara; así, no es extraño que se vean, se hablen, se saluden, que compartan escenario, discográfica, giras y conciertos, discos, televisión, fiestas... Lo que puede ocurrir cuando dos estrellas del rock se miran a los ojos es algo impredecible. Y hay muchos ejemplos. 

 

En una ocasión, una noche de 1970 en Las Vegas, el entonces novato Alice Cooper recibió una llamada telefónica en la que alguien le dijo que Elvis Presley (¡nada menos!) quería conocerlo. Debió sentirse el más afortunado del mundo cuando acudió al hotel donde había sido citado. A llegar al hotel se encontró con que otros personajes habían sido convocados para la ‘audiencia’ con el rey: Chubby Checker, la actriz Liza Minnelli, la actriz de cine para adultos Linda Lovelace…Cuando por fin Alice Cooper (en realidad Vicent Furnier) se encontró con Elvis, éste empezó elogiar su número de la serpiente boa, viva y retorciéndose sobre él y por todo el escenario; es más le aseguró que ojalá se le hubiera ocurrido a él ese “genial” show. Luego Elvis le dijo que lo acompañara a la cocina, abrió un cajón y sacó un revólver, comprobó que estaba cargado y lo puso en la mano del asustado Alice Cooper; a la vez, le dijo que lo apuntara y que sabía muy bien cómo desarmar a un tipo que lo amenazara con un arma. El autor de ‘Posion’ recuerda: “Antes de que asimilara lo que estaba pasando o lo que debía hacer, estaba en el suelo con la bota de Elvis Presley presionándome la garganta”.

 

Al parecer, a Elvis le entusiasmaba eso de la defensa personal, como demuestra otro ‘suceso’ similar. Brian Wilson (de Beach Boys) y el propio Presley estaban grabando en el mismo estudio, de modo que Wilson vio, encantado, la gran oportunidad de conocer al rey del rock and roll. Lo invitó a la sala donde estaba grabando para que escuchara sus nuevas canciones. Cuando Elvis se presentó, Wilson, a modo de broma y acto de complicidad, hizo como que le lanzaba un golpe de kárate, pero Presley bloqueó el ‘golpe’ con otro gesto de kárate y colocó el otro brazo para devolver el ‘ataque’, aunque no lo descargó. Wilson quedó alucinado, asustado: “Realmente me hizo daño con su movimiento, y él también quedó desconcertado con la situación, porque sólo acertó a decir, ¡me voy, me voy!, y se fue sin más”.

 

Tremendamente repugnante fue un encuentro entre Ramones y Johnny Rotten (Sex Pistols). Dee Dee recordó que, poco antes de un concierto, quiso ir al baño, pero Joey llevaba muchos minutos allí encerrado. Entonces Jhonny, a quien también llamaba urgentemente la naturaleza, al ver que el baño no se abría, cogió una botella vacía de cerveza Miller y echó una buena meada. Johnny Rotten, que estaba entre bastidores, vio la botella y pensó en la suerte de toparse con una birra huérfana, de modo que se la pegó a los labios y tras los dos primeros tragos gritó “¡Osti, esto sabe a orina!", para a continuación gritar, insultar, perjurar, amenazar, maldecir… Dee Dee, no obstante, culpó al propio Rotten: “Hay que ser tonto para coger una botella del suelo y, sin más, ponerse a beber”. El bajista tenía toda la razón. Y seguro que el incidente fue una de las causas del odio hacia Ramones que tenía el cantante de los Pistols.

 

Muy conocida es la ‘anécdota’ del puñetazo que le propinó Chuck Berry a Keith Richards. Cuenta el ‘Stone’ que durante un concierto de Berry, él estaba entre bastidores. Justo al terminar, “Chuck dejó su guitarra en su camerino y salió corriendo a cobrar su dinero…, sí, era bastante tacaño”. Entonces Keith se fijó en la legendaria Gibson de Chuck Berry, se quedó embobado mirándola y entonces no pudo resistir la tentación. “Vamos Keith, sólo un par de toques”, se dijo a la vez que la tomaba en sus manos…, justo en el momento en que Berry regresaba contando la pasta, vio la escena y gritó “¡Nadie toca mi guitarra, nadie!”, a la vez que le lanzó un directo que aterrizó en la mandíbula de Richards… Pasado el tiempo, éste reconocía: “Si entro en mi camerino y veo que alguien ha cogido mi guitarra, seguramente hubiera reaccionado igual. Me pilló y, sin duda, merecía aquel puñetazo”.

 

También es de dominio público que Michael Jackson y Prince se llevaban fatal (celos, rivalidad, envidias). El manager Drink Champs, que había trabajado con ambos, recordó que un día se topó con Michael Jackson en Las Vegas y se arriesgó a invitarlo a tocar con Prince. Jackson lo rechazó de plano, y cuando le preguntaron por qué, declaró contundente: "¡Prince es un sucio tacaño!", y añadió que Jackson le dijo entonces: “Además, una vez ese tipo intentó atropellarnos a mí y a mi mamá con su coche”. El desprecio de Jackson era correspondido por Prince, según explicó el productor Quincy Jones, que desveló que Prince se había enfadado hasta casi subirse por las paredes cuando ambos habían sido invitados a subir al escenario durante un concierto de James Brown, puesto que Prince consideró que Jackson no había dejado de hacer su show cuando era el turno de Prince, quien siempre sostuvo que en aquella ocasión Jackson lo había boicoteado. Los egos desmesurados…

 

Michael Jackson y Freddie Mercury, en los años 80, quisieron grabar algunas canciones juntos (nunca se publicaron oficialmente). El bajista de aquellas fallidas sesiones, Jo Burt, aseguró que Freddie se sintió inquieto, ofendido, cuando Jackson se presentó con su llama, y más cuando Michael siguió llevando al animal en sesiones posteriores. Al parecer, el representante de Queen, Jim ‘Miami’ Beach, contó que recibió la llamada de Freddie diciéndole “Oye, Miami, cariño, ¿puedes venir a sacarme de aquí? Estoy grabando con una llama al lado”. Además, David Wigg, periodista amigo de Freddie, contó que éste se había cogido un gran enfado porque Jackson colocaba a su chimpancé, ‘Bubbles’, entre los dos cantantes y grababan así las tomas, e incluso se dirigía al simio y le preguntaba si le gustaba lo grabado o pensaba que habría que repetirlo. Wigg aseguró que “tras unos días así, Freddie se largó sin más”. Normal.

 

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 6 de julio de 2025

EN LA II GUERRA MUNDIAL SE PRODUJERON HECHOS QUE, VISTOS HOY, PARECEN CHISTES

 


Una de las fotos que hizo el 'turista' Takeo Yushikawa del puerto desde un avión turístico estadounidense alquilado días antes del ataque japonés a Pearl Harbour

 

Hace unas semanas se cumplieron ochenta años del final de la II Guerra Mundial. Seguramente sea el conflicto más estudiado, documentado, analizado y desmenuzado de la Historia, tanto que también se han constatado hechos que, dentro de aquella inmensa tragedia, tienen un cierto sabor humorístico, parecen bromas, chistes

 

Ocho décadas han pasado ya desde que terminó aquella masacre iniciada por un pervertido descerebrado. Fueron seis años de guerra global en la que se produjeron todo tipo de episodios, incluyendo algunos que, si no fuera porque se produjeron en un entorno sangriento, parecerían chascarrillos, chanzas, cuchufletas.

 

Un suceso poco conocido se produjo al poco de que el ejército nazi entrara en Francia (VI-1940). En aquel momento se produjo un éxodo de franceses hacia las zonas no ocupadas. Al llegar los alemanes a Orleáns se encontraron con una ciudad semidespoblada, casi fantasma: no había alcalde ni concejales, ni policía ni funcionarios ni autoridad alguna, tampoco había agua, electricidad ni, en fin, ningún servicio básico. Lo que sí había era edificios ardiendo sin que nadie les hiciera el menor caso. En toda la ciudad sólo una farmacia abría sus puertas, con lo que las colas eran kilométricas. El farmacéutico atendía él sólo al público durante horas y horas, siempre sonriente. Cada cliente, al salir, comentaba lo bondadoso pero extraño que era ese boticario, pues vendía todos los productos a diez céntimos, desde el tubo de aspirina hasta el más caro tratamiento, todo a diez céntimos. Unas cuantas horas después se descubrió el misterio: el solícito farmacéutico era uno de los internos de un manicomio cercano que habían salido del siquiátrico cuando éste se quedó sin nadie que lo atendiera. No es que trataran de escapar, sino que simplemente salieron, y mientras algunos deambulaban por las calles gritando y gesticulando, otros vivían sus fantasías y locuras con total libertad, entre ellos el que se sintió farmacéutico. Incluso los alemanes colaboraron en la captura de aquellos desdichados.

 

Conocidas son las historias de los soldados japoneses que, destinados en islas del Pacífico, se quedaron en sus puestos ignorando que la guerra había terminado. Algunos habían conseguido ocultarse a los ejércitos estadounidenses cuando atacaron su isla, de modo que cuando les llegaban noticias de que Japón se había rendido, simplemente no lo creían, y así permanecieron escondidos durante décadas. En otras ocasiones los soldados nipones no se enteraron del fin de la guerra, puesto que el alto mando de EE UU comprobó que ir reconquistando isla por isla costaba miles y miles de vidas, por lo que decidió recuperar sólo las que tuvieran aeropuerto, estación de radar u otras instalaciones de interés militar, con lo que muchas islas del Pacífico nunca fueron atacadas y su guarnición japonesa se quedó allí cumpliendo las órdenes. De este modo, unos cuantos soldados y oficiales japoneses permanecieron en guerra con Usa muchos años después de terminada, alguno hasta 1975. El soldado Yoichi Yokoi fue el último superviviente de un pequeño grupo que se refugió en las selvas de la isla de Guam; durante muchos años sobrevivió comiendo cangrejos y peces, caracoles, roedores y la fruta que encontraba. Cuando finalmente fue convencido (no sin esfuerzo) del fin de la guerra y se entregó, en 1972, vestía ropa hecha de corteza de árbol. Igualmente, el teniente Onoda sólo se creyó la derrota de Japón cuando, en 1974, fue a buscarlo el que había sido su superior. Muchos otros morirían en la isla que se les había encomendado sin saber que todo había terminado y sin ser encontrados nunca. El fanatismo llevado al extremo se vuelve hilarante.

 

Otra más de la guerra en el Pacífico. En el famoso ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, los pilotos japoneses se guiaron por unas fotografías aéreas que mostraban perfectamente el puerto y el resto de las instalaciones y, más importante, por unas instantáneas conseguidas por un ‘turista’ japonés que, sin ocultarse, con la cámara colgada del cuello, iba haciendo fotos de los puntos militarmente más sensibles de la isla de Oahu (donde estaba Pearl Harbor) sin que nadie le pidiera explicaciones y, en fin, sin levantar sospechas. El alto mando japonés ya tenía mapas de la isla y fotos aéreas, pero no actuales y no de esos puntos. El espía, llamado Yoshikawa, envió fotografías que fueron valiosísimas. Tranquilamente, desde bares y restaurantes situados en posiciones elevadas, fotografió movimientos y tipos de barcos, horarios, instalaciones militares, depósitos de combustible, pistas de aterrizaje y días en que más aviones había en tierra, despegues, patrullas, defensas antiaéreas… Incluso alquiló un avión para conseguir aquellas fotos aéreas. Y todo a la luz del día, sin que nadie nunca sospechara nada ni se extrañara de tanta foto; de hecho, fotografió y envió esos ‘reportajes’  hasta un par de semanas antes del ataque japonés, es decir, la información estaba perfectamente actualizada. Y todo en las mismísimas narices del enemigo.

 

Es curioso pero incluso en las situaciones más terribles se pueden encontrar hechos, situaciones y sucesos chuscos, de esos que mueven a la sonrisa.

 

CARLOS DEL RIEGO

sábado, 28 de junio de 2025

EL GRUPO DE ROCK MÁS LENTO, BOSTON: CINCO LP’S EN MÁS DE CUARENTA AÑOS

 


Boston siempre buscó la perfección costara el tiempo que costara

 

Los grupos de rock, sobre todo los que tienen repercusión en la industria del entretenimiento, se someten fácilmente a los tiempos y compromisos que esa industria. Así tanto por contrato como por el impulso creativo del artista, lo habitual es que el grupo o solista componga, grabe y publique un álbum al año, y luego llega la promoción y la gira de presentación. Pero existe un caso en que el grupo dilata el ciclo dejando pasar cuatro, seis u ocho años entre un Lp y el siguiente: el estadounidense Boston.

 

Lo más habitual es la publicación de un disco cada año, aunque a lo largo de la historia del rock ha habido fenómenos capaces de publicar dos e incluso más. No es el caso Boston, una banda única que sólo ha lanzado ¡cinco elepés en más de cuarenta años de trayectoria! (además de un recopilatorio y otro hecho con  grabaciones preexistentes); la media es un nuevo disco cada más de ocho años. La principal causa de tan escasa producción es, sobre todo, la obsesión perfeccionista de su líder, guitarrista y compositor Tom Sholtz, que nunca estaba contento con el resultado final y siempre buscaba perfeccionar cada canción. El contraste es Ramones, quienes sólo necesitaron siete días para grabar y mezclar su primer Lp.

 

Tom Sholz era ingeniero de una empresa de fotografía, pero su auténtica pasión era el rock, así que se construyó un estudio de grabación en el sótano de su casa. Allí pasaba las horas, componía, tocaba trozos, solos, partes, grababa, recomponía, unía piezas… Eran los últimos años sesenta y Tom solía frecuentar ambientes de rock & roll, donde conoció Brad Delp. Sin embargo, el tipo ni siquiera sopesaba la posibilidad de formar una banda y publicar discos, se conformaba con su sótano-estudio porque, además, eso de tocar en vivo no le entusiasmaba: demasiado riesgo de error, y para alguien que tiene la perfección como único objetivo... Para entonces Brad Delp ya era el encargado de poner voz a las composiciones de Sholz, que comenzó a enviar algunas de sus maquetas a las discográficas, aunque con nulo resultado.

 

Entre los muchos proyectos en los que, totalmente en solitario, trabajaba en su ‘cueva’ estaba una canción, ‘More tan a feeling’, a la que no paraba de darle vueltas y más vueltas; de hecho, la empezó a escribir hacia 1970 y durante más de cinco años la fue puliendo, limando, arreglando, depurando, refinando cada sonido, cada arreglo, acorde, instrumento, adorno… La exquisita voz de Brad Delp era la corona de ese diamante. El texto de la canción no va de amor, sino del sentimiento que se experimenta cuando se escuchan aquellas canciones que te hacen sentir, recordar, emocionar. Después de años de obsesivo trabajo de perfeccionamiento, Tom envió esta canción a las discográficas (aunque pensaba que se podía mejorar).Los productores de Epic se dieron cuenta inmediatamente de que estaban ante algo especial, así que se pusieron en contacto con Tom Sholz y Brad Delp, no con un grupo, sino con un par de músicos que tenían algo prometedor.

 

Firmaron el contrato, pero como en realidad no eran un grupo, no pudieron hacer una demostración en vivo a la compañía, de modo que a toda prisa contrataron a viejos camaradas; incluso tuvieron que pensar rápidamente en un nombre, Boston. A continuación, los ejecutivos les reservaron estudio para grabar lo que sería su primer Lp, pero Sholz se negó: él trabajaba en su casa, arreglaba, grababa, mezclaba todo él solito, y no iba a consentir que productores, arreglistas o ingenieros manipularan sus obras. La discográfica pretendía, lógicamente, que se hiciera una grabación profesional en un estudio profesional y con técnicos profesionales. ¿Cómo salir del atolladero? El productor John Boylan dio con la solución: Tom grabaría casi todo en su sótano, mientras en el estudio se grabaría la voz, la batería y poco más, pero a los de la discográfica les dirían que todo se había hecho donde ellos querían.  Tom y John engañaron a Epic, y todos contentos. Y tan contentos. A las dos semanas el disco sonaba en todas partes y las tiendas se quedaron sin ‘More tan a feeling’ en horas a pesar de ser de un grupo desconocido. En una semana ‘cayeron’ más de 50.000 copias, en quince días medio millón. Más de dos años permaneció en las listas y el álbum vendió casi veinte millones. Hoy sigue escuchándose y comprándose.

 

Tom seguía trabajando en su cueva-estudio, pero nunca estaba satisfecho con lo que le salía. La discográfica, sin embargo, pedía rápidamente otro elepé con otro single superventas. Tom lo tenía claro: si trabajar durante años un tema había dado tan buen resultado no había motivo para cambiar. Pero tanto y tanto lo presionaron que no le quedó otra que enviar una maqueta…, que Epic convirtió en disco de inmediato  para disgusto del solitario creador. Habían pasado dos años pero todo el mundo seguía escuchando el ‘More tan a feeling’, que seguía en listas. Entonces salió ‘Don´t look back’, segundo de Boston, con piezas magníficas aunque ‘sólo’ vendió más de siete millones de copias y colocó número 1 al tema homónimo. Sholz dijo a los ejecutivos que ese ‘mal’ resultado se debía a que no le habían dado el tiempo suficiente...

 

A causa de discusiones, contratos y amenazas se retrasa la entrega de lo que ha de ser el tercer elepé, pues no quería que se publicasen canciones ‘sin terminar’. Al final, Tom y Brad, cabezas de la banda, deciden cambiar de discográfica y firman con MCA, con la que lanzan ‘Third stage’ en 1986 después de retocar, modificar, arreglar, reajustar y refinar hasta la saciedad cada pieza; habían pasado ocho años desde el anterior Lp. El sonido era el de siempre y las canciones excelentes, pero tuvo ‘peores’ resultados, ‘sólo’ menos de tres millones de discos y poco tiempo en el número uno…

 

Para el cuarto disco no estaría Brad Delp que, cansado de la tiranía de Tom abandonó la banda. Éste contrató a otro vocalista y, ya en 1994, otros ocho años después del anterior, lanzó su cuarto álbum, ‘Walk on’. Habían pasado dos décadas, ya eran los noventa y los gustos habían mutado, pero Boston seguía teniendo algo, el público los mantenía en su memoria y no les resultó difícil vender por encima del millón. De todos modos, a Sholz iba a lo suyo: trabajar y trabajar en su sótano para dar forma a otro elepé, para el que regresaría el vocalista de siempre, Bradley Delp. Eso sí, hubo que esperar otros ocho añazos para que se publicara, en 2002, ‘Corporate America’. No entró entre los diez primeros de las listas y no llegó al millón de ejemplares vendidos a pesar de que, nuevamente, contenía canciones sobresalientes y un sonido tan potente como siempre. Es, en todo caso, su último disco, ya que ‘Life, love & hope’, publicado en 2013, está hecho de tomas antiguas. Y Brad Delp se suicidó en 2007.

 

Cinco elepés en más de cuarenta años de carrera. Sin duda puede calificarse a Boston como el grupo más lento de la historia del rock. Es el precio que Tom Sholz pagó por acercarse a la excelencia.

 

CARLOS DEL RIEGO

viernes, 20 de junio de 2025

LAS CIFRAS DEMUESTRAN QUE LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA FUE LA MÁS GARANTISTA Y BENÉVOLA DE TODA EUROPA

 


Ninguno de los instrumentos de tortura que se exponen en los museos es auténtico ni hubo nunca nada parecido. Todos se construyeron en el siglo XIX y fueron pensados para atraer visitantes

 

A pesar de que periódicamente aparecen estudios que desmontan las mentiras acerca de la Inquisición Española, aun hay novelas, películas, series televisivas en las que se sigue dando validez histórica a los tópicos extendidos por los tradicionales enemigos-envidiosos de España. Sin embargo, la realidad desmiente totalmente esa leyenda que señala al Tribunal del Santo Oficio como autor de las más terribles torturas y ejecuciones. Los números son claros

 

La Inquisición fue un invento francés. Y a diferencia de la del resto de Europa, la española fue un tribunal garantista, un tribunal que podía tardar años en completar el proceso legal, puesto que exigía pruebas sólidas, testigos, documentos, contaba con abogados, métodos legales de apelación…, y como se anotaba todo y de todo quedaba constancia documental y, además, había que enviar informes completos a la ‘sede central’, hoy se saben los nombres de los reos, sus acusaciones, las pruebas, sus culpas, su lugar de origen, las sentencias… Prueba irrefutable de que la Inquisición daba todas las garantías legales a los acusados es que los presos comunes (ladrones, asesinos, secuestradores…) pedían y exigían ser juzgados por el Santo Oficio.

 

Los autores y especialistas que, sin prejuicios ni ideologías, se han dedicado a estudiar este asunto concluyen que la Inquisición Española llevó a cabo 49.092 procesos judiciales entre los años 1550 y 1700, de los que salieron un total de 1.695 sentencias de muerte; sin embargo, fueron ejecutadas 863 personas, mientras que el resto de los sentenciados eran ajusticiados ‘en efigie’ (es decir, se ejecutaba un muñeco). Y si se conocen las cifras con tal exactitud es precisamente por los métodos cien por cien garantistas que se seguían.   

 

Por comparar cifras. En el año 1572, siguiendo las órdenes de la corona francesa con el apoyo de la iglesia católica francesa, fueron ejecutados en París entre 2.000 y 3.000 mil protestantes en apenas unas cuantas horas en un episodio conocido como la Noche de San Bartolomé. El frenesí anti-protestante se extendió por el resto de Francia, por lo que se calculan entre 10.000 y 30.000 los ‘herejes’ que fueron asesinados en el país vecino, que siempre pasó por tolerante y miró con desprecio al sur…

 

Es necesario insistir en que las cifras son concretas y exactas en el caso español, mientras que en el francés son aproximadas y estimativas. Ello es así porque los procesos inquisitoriales españoles eran anotados y registrados en todos sus términos, y comunicados a las autoridades superiores, pero las cifras de las ejecuciones en Francia no se pueden determinar con exactitud porque no había procesos, ni abogados, ni apelaciones. 

 

El Tribunal del Santo Oficio español perseguía sobre todo a herejes, protestantes y falsos conversos, aunque también a sodomitas, piratas, asaltadores de caminos, corsarios berberiscos e incluso espías. En cuanto a brujas y brujos, España fue el país más lógico y escéptico ante acusaciones de este tipo. De hecho, el inquisidor Alonso de Salazar y Frías (1564-1636) dejó escrito: “No hubo brujas ni embrujados en ningún sitio hasta que se comenzó a tratar y a hablar sobre ellos”. La mayoría de los inquisidores españoles eran hombres de leyes y no solían caer en supercherías ni acusaciones infundadas, Y muchos de los inquisidores señalaron que los acusados de brujería eran dignos de lástima, no de castigo. Por otro lado, estos licenciados en leyes no solían dar crédito a las confesiones bajo tortura; además, en caso de recurrirse a ella, ésta no podía durar más de 15 minutos y debía estar presente un médico que velara por la vida del reo.

 

En el resto de Europa las cosas fueron muy distintas, pues todo el continente cayó en aquellos años en un frenesí de búsqueda de brujas y hechiceros. Incluso bastaba con una acusación anónima para que las gentes se echaran a la calle para buscar a los ‘amigos del maligno’ y acabar con todos…, sin procesos ni jueces ni leyes. Así, el cálculo de quemados y quemadas, decapitados, torturados hasta la muerte o asesinados por las turbas en Alemania bajo acusación de brujería se estiman entre las 20.000 y 30.000 personas. En Suiza mataron bajo esta acusación a no menos de 10.000 personas. En Francia fueron alrededor de 4.000, en los países escandinavos 2.000 y otros tantos en Inglaterra. Todos ellos señalados y quemados por hechicería. Los números no pueden ser exactos porque, a diferencia de España, no había procesos ni garantías, ni quedaban anotados los nombres y acusaciones, sino que se mataba al sospechoso sin más. La Inquisición Española ejecutó bajo acusación de brujería a un total de 49 personas. La última ‘bruja’ quemada en Europa fue en el año 1782 en Suiza.

 

En España, el Tribunal del Santo Oficio llevó a cabo procesos muy garantistas, que duraban el tiempo que fuera necesario y de los que quedaba documentación escrita con todos los detalles del proceso y del acusado, de los jueces, abogados, acusaciones, testigos, pruebas… Por eso se conocen los números con tanta precisión. Y evidentemente, no son los peores de Europa.

 

Pero los enemigos de España (extranjeros y españoles) siempre preferirán creer a su ideología y prejuicio antes que a la verdad demostrada. 

 

CARLOS DEL RIEGO

sábado, 14 de junio de 2025

ANÉCDOTAS Y SUCESOS DEL MUNDO DEL ROCK EN 1970

 


 Festival de la Isla de Wight en 1970, con más público que Woodstock

Han pasado cinco decenios y medio, toda una vida. El año que puso fin a la prodigiosa década de los sesenta dejó abundantes hechos y sucesos en el mundillo del rock & roll, tantos como para no ser olvidado. No sólo vio discos inmortales, separaciones históricas y muertes de iconos del rock sino que también fue pródigo en anécdotas y episodios pintorescos, hilarantes e incluso trágicos.   

 

Puede decirse que en 1970 el rock & roll había llegado a su mayoría de edad…, a pesar de que no tenía más de quince años. Las herramientas, estructuras y características propias del estilo estaban ya bastante fijadas, de modo que el rock estaba preparado para acoger las nuevas formas que, a lo largo de los años setenta, iban a presentarse y desarrollarse. Fue 1970 el año de la traumática separación de los Beatles (y de la publicación de su último disco), con acusaciones y responsables, desprecios y señalamientos. También a finales de aquel año murieron dos leyendas, dos nombres que ya están en los altares del rock: Jimi y Janis. Y sucedieron muchas otras cosas que, pasado tanto tiempo, parecen olvidadas…

 

Por ejemplo, a pesar de que el nuevo género musical tenía personalidad y empezaba a ser acogido por el sistema (aunque para la gran mayoría de la población seguía siendo nuevo, muy ruidoso y poco recomendable), no dejaba de provocar escándalo. Nombres tan importantes como John Lennon, Jefferson Airplane o los mencionados Hendrix y Joplin fueron multados e incluso detenidos por blasfemias, conductas y expresiones soeces y obscenas, tanto en el escenario como en la calle. Claro que la realidad dejó las cosas en muy poco, pues con unos cientos de dólares todo se solucionó.

 

Hablando de Jefferson Airplane, en abril su cantante Grace Slick fue invitada por Tricia Nixon, hija del presidente estadounidense Richard Nixon, a una fiesta de té nada menos que en la Casa Blanca. La vocalista se presentó en la fiesta con el activista político Abbie Hoffman, quien estaba siendo juzgado por conspirar para provocar disturbios en la Convención Nacional Demócrata de 1968; de hecho, Hoffman fue acusado por el gobierno Nixon, aunque luego el juicio contra los Siete de Chicago fue declarado nulo. Slick y Hoffman planeaban cargar con una fuerte dosis de LSD la taza de Nixon. Pero no llegaron a ver al presi, puesto que Slick fue reconocida (curiosamente Hoffman no) al estar en la lista del FBI y fue invitada amablemente a largarse.

 

No hacía mucho que se había celebrado el histórico Festival de Woodstock (1969), que para entonces ya había adquirido estatus de leyenda. Sin embargo no todo era tan bonito. Así, en enero del 70, Max Yasgur, el propietario de la granja de Bethel (Nueva York), el lugar donde tuvo lugar el festival, fue demandado por los granjeros vecinos, que le exigieron 35 de los grandes por los daños causados por aquella marea humana en sus terrenos.

 

Se tiene el de Woodstock como el espectáculo del rock que más gente congregó, pero los datos desmienten la afirmación. Y es que a finales de agosto de 1970 se celebró el Festival de la Isla de Wight (Inglaterra), en la granja East Afton Farm. Aquí se reunieron en torno a 600.000 personas, con lo que supera en casi cien mil a Woodstock (cifras estimadas) y se convierte en el festival de rock más grande de todos los tiempos. Allí tocaron Jimi Hendrix, The Who, The Moody Blues , Chicago, The Doors, Ten Years After, Leonard Cohen, Ritchie Havens, John Sebastian (de Lovin’  Spoonful), Jethro Tull, Emerson, Lake & Palmer, el jazzman  Miles Davis o la cantante folk Joan Báez. Además de la impresionante cifra de asistentes, el cartel era ya una muestra de la versatilidad y de las infinitas posibilidades del rock.

 

El cantante de The Kinks, Ray Davies, se metió una auténtica kilometrada en 1970 por causas que hoy serían incomprensibles. En junio The Kinks estaba de gira por EEUU, pero Ray se vio obligado a hacer un viaje de ida y vuelta de Nueva York a Londres (9.600 kilómetros de nada), interrumpiendo la gira. Y todo para regrabar una única palabra; su nuevo single, ‘Lola’ incluía la marca Cocacola, pero su discográfica le dijo que si no quitaba ‘cocacola’ la canción sería prohibida por la BBC, así que el tipo voló a Londres sólo para cambiar ‘cocacola’ por ‘cherry cola’. Y luego volvió a EEUU. Pero es que en noviembre del 70 tuvo que tomar otro avión urgentemente para Londres para volver regrabar; el tema ‘Apeman’, nuevo single, incluye la frase “La contaminación del aire me nubla los ojos”, que, decían, suena demasiado a ‘jodido’, ‘colocao’… Cosas de los sesenta.

 

El deterioro mental de Jimi Hendrix no anunciaba nada bueno. En julio tocaba en su ciudad natal, Seattle, pero salió tan colocado que no dejó de insultar y menospreciar al público, terminando el concierto con gritos, abucheos y jaleo. Y en septiembre ( el día 6, menos de dos semanas antes de su muerte), durante la que fue su última gira por Europa, Jimi fue abucheado en escena por el público alemán, pues tardó horas en comparecer y dio una actuación desconcertante, con paradas a mitad de canción, palabrotas, insultos e incluso fallos y olvidos de la letra. Desgraciadamente no vivió mucho más.

 

También a finales de 1970 The Doors ofrecen su último concierto con Jim Morrison, en Nueva Orleans, Luisiana. Al terminar, los otros miembros deciden no volver a tocar en vivo a causa de lo impredecible de la conducta de Morrison, que siempre salía a cantar completamente borracho.

 

Triste suceso fue el que protagonizó el baterista de The Who, Keith Moon, quien en enero atropelló mortalmente a su chófer con su Bentley, al salir de un bar (¡cómo no!) mientras intentaba escapar de una muchedumbre. En el juicio quedó demostrado que la muerte fue accidental.

 

La de los sesenta fue una década tan loca como prodigiosa.

 

CARLOS DEL RIEGO

viernes, 6 de junio de 2025

BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, EL EMBUSTERO MÁS ACEPTADO DE LA HISTORIA

 


 Bartolomé de las Casas mintió (como en casi todo) al ocultar los sacrificios humanos, la esclavitud o el canibalismo que había en América

Aunque no fuera esa su intención, Bartolomé de las Casas se convirtió en el más dañino, eficaz y duradero enemigo de España ‘gracias’ a su obra ‘Brevísima relación de la destrucción de las Indias’ (1552). Todos los enemigos de la potencia entonces dominante utilizaron tal libelo para compensar su envidia, sobre todo ingleses, holandeses y franceses. Increíblemente hoy sigue teniéndose como referencia histórica (incluso para muchos españoles) a pesar de las evidencias que demuestran que ese libro es una sucesión de mentiras   

 

No hay actualmente ningún historiador, autor o especialista mínimamente riguroso que no señale como una variada exposición de mentiras, exageraciones y falsedades la ‘Brevísima’ de Bartolomé de las Casas (1474 u 84-1566). Fijándose en las más evidentes es incomprensible que aún haya criaturas que le den credibilidad y lo señalen como un historiador fiable; de hecho, todos los expertos en el asunto le niegan cualquier valor historiográfico.

 

Para empezar, el fraile luego obispo dejó escrito que los indios eran seres mansos que desconocían la violencia y se asombraban ante la de los conquistadores. Es absolutamente imposible que de las Casas no supiera que todos los pueblos de América estaban entonces en peramente guerra unos con otros; es imposible que no supiera de las redadas que daban los reinos dominantes contra los dominados en las que secuestraban hombres y mujeres; no es posible creerse que este señor, que estaba allí entonces, no supiera de los fines de esos secuestros (decenas de miles al año): esclavitud (sexual en el caso de las mujeres), sacrificios en los que se arrancaba el corazón a la víctima en vivo para ofrecerlo a los dioses, y finalmente la antropofagia, práctica muy habitual en Mesoamérica. No hay forma de que fray Bartolomé desconociera todo esto; es como si un historiador estadounidense de los años sesenta no supiera nada de la guerra de Vietnam… Es decir, ocultó deliberadamente una gran parte de la verdad, lo que convierte lo que cuenta en una gran mentira.

 

Embustes de tamaño cósmico son sus narraciones de las atrocidades y matanzas. Cuando un cronista narraba un hecho aportaba datos y detalles; por ejemplo ‘llegamos a una aldea que llamaban tal, era el día de tal (de San Lorenzo, de la Ascensión de Nuestra Señora, de Pascua, de Adviento…), íbamos al mando de tal (Cortés, Alvarado, Olid…), llovía mucho o hacía mucho calor, el cacique del pueblo se llamaba tal… Así lo hicieron todos los que vivieron y escribieron de primera mano sobre aquellos sucesos, desde Bernal Díaz del Castillo hasta fray Toribio de Benavente (Motolinía), pasando por Bernardino de Sahagún o el propio Hernán Cortés en sus ‘Cartas de relación’ dirigidas al emperador Carlos. Como es lógico, cuando alguien narra un hecho nunca deja de aportar ese tipo de datos y referencias. Sin embargo, a pesar de que de las Casas suele comenzar la ‘descripción’ de las matanzas con un rotundo “Yo vide”, es decir, “yo vi”, jamás señala dónde sucedió ni una sola de esas masacres, ni el pueblo ni la región ni sobre qué tribu o poblado se perpetró; igualmente ni una sola vez especifica cuándo, en qué fecha o temporada o estación del año vio aquello; nunca precisa quién fue el capitán que ordenó la escabechina ni proporciona ni un solo nombre de soldado, de fraile o de español que estuviera allí o tomara parte en el episodio que cuenta… Ni tampoco subraya quiénes eran los indios aliados que iban en la expedición, pues cualquier contingente de españoles viajaba siempre acompañado por cientos o miles de indios enemigos de los aztecas. Es, en fin, absolutamente incomprensible e increíble que se presente como testigo ocular y no sea capaz de especificar ni un solo detalle acerca de quién, cuándo o dónde. La conclusión es que no presenció nada, sino que se limitó a soltar mentira tras mentira, confiando en que nunca nadie lo descubriría.

 

Y como suelen hacer todos los mentirosos, a veces suelta mentiras innecesarias. Por ejemplo cuando afirmó que “en la isla la Española hay más de treinta mil ríos, doce de ellos tan caudalosos como el Duero, el Guadalquivir o el Ebro”. Esto es una trola monstruosa que no tiene ningún sentido, puesto que en esa isla (ocupada hoy por Haití y República Dominicana) no hay ni un centenar de ríos contando arroyos y cursos no permanentes. Y el más largo, el Artibonito, es un tercio del Duero y su caudal es alrededor de la séptima parte del río castellano. ¿Por qué se inventaría de las Casas una patraña semejante?..., sobre todo teniendo en cuenta que no apoyaba ninguna de sus afirmaciones y no tenía necesidad de explicar la hidrografía de la isla. Es la típica trola de un embustero terco y pertinaz que no puede dejar de mentir.

 

En cuanto a la cantidad de muertos, comienza señalando doce millones, luego lo eleva a quince millones y finalmente afirma que los españoles mataron con sus lanzas y espadas a unos veinticinco millones de indios (si el fraile trolero hubiera vivido más habría elevado la cifra a cientos de millones). Ni con ametralladoras ni con cámaras de gas, ni dedicando todo el día a matar podrían haber alcanzado tales cantidades. Además, el hecho de que en lo que fue la América Hispana la población de indios y mestizos esté hoy entre el 75% y el 90% desdice las afirmaciones de Fray Mentira. Y por último, si se dedicaron a matar, ¿por qué construir más de mil hospitales, otros tantos colegios, cincuenta universidades…?, todo abierto a indios, españoles y mestizos, como indican los estatutos de fundación de cada centro.   

 

Asimismo, Bartolomé de las Casas se comportó de un modo hipócrita y despectivo con los indios. Jamás se fue a convivir con ellos a sus poblados, nunca se interesó por aprender sobre las culturas, sus historias, sus costumbres, sus idiomas; al contrario, cuando viajaba (según otros cronistas contemporáneos que sí dan datos de cuándo, quién y dónde) llevaba no menos de una docena de indios porteadores para su gran equipaje (“viajaba como un marqués, como un gran señor”, dijo de él Motolinía) y luego ni siquiera les pagaba ni un céntimo. Además, de las Casas pidió por escrito al emperador que trajera negros de África para aliviar el trabajo de los indios…        

 

Todo esto es innegable, evidente, indiscutible. Y aun así existen muchas personas (incluyendo españoles) que lo citan como si fuera un historiador riguroso y fiable. En realidad de las Casas fue un gran embustero, falsario y manipulador, no un historiador. Fueran cual fueran sus intenciones, el fin no justifica los medios.  

 

CARLOS DEL RIEGO